Estreno en salas

'La vida de los demás': el precio de ser disidente en Irán

El director Mohammad Rasoulof se saltó la censura iraní para filmar esta película de forma clandestina que le valió el Oso de Oro de Berlín y en la que denuncia el aparato opresor del régimen de su país

Fotograma de 'La vida de los demás', de Mohammad Rasoulof

Fotograma de 'La vida de los demás', de Mohammad Rasoulof / El Periódico

Beatriz Martínez

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El cineasta iraní Mohammad Rasoulof acumula varias causas pendientes con la justicia de su país y se encuentra esperando su ingreso en prisión. Su crimen, hacer películas que cuestionan al régimen. Sus cargos, realizar propaganda contra el país. 

Ya había tenido pequeños roces por su compromiso y activismo, pero fue su película 'A Man of Integrity', que ganó en la sección 'Una cierta mirada' en Cannes en 2017 y que hablaba de la corrupción en Irán, la que le valió la condena y la prohibición de realizar cine. Un esquema similar al sufrido por otro histórico del cine iraní, Jafar Panahi, sobre todo si tenemos en cuenta que los dos, después de ser vetados, se saltaron todo este aparato de censura y siguieron filmando películas de forma clandestina. 

Si Panahi se alzó con el Oso de Oro de Berlín en 2015 con 'Taxi Teherán', el año pasado fue Rasoulof quien se hizo con el mismo galardón gracias a 'La vida de los demás', dos películas rodadas sin permiso que se han atrevido a cuestionar desde dentro algunas de las bases constitutivas de la República Islámica de Irán. 

La pena de muerte

“Quería hablar de la pena de muerte, pero sobre todo de la responsabilidad individual, de la necesidad de tomar conciencia, de cómo una elección nos sitúa en una terrible disyuntiva en la que la vida de los demás puede verse afectada”, cuenta Rasoulof desde su domicilio particular en Irán. “Es muy complicado, no se puede esperar que todos los ciudadanos tengan el mismo nivel de conciencia y responsabilidad ante estas situaciones, pero me resultaba muy interesante la idea de complicidad y colaboración en un contexto de totalitarismo: al obedecer, uno entra en un sistema que lo hace su instrumento”.

'La vida de los demás' es una antología de cuatro historias protagonizadas por personajes que han tenido que tomar decisiones cruciales que han marcado sus vidas y las de sus seres queridos. En el primer relato nos adentramos en la cotidianeidad de un hombre que se encuentra dentro del sistema y tiene todo lo necesario para vivir. ¿Por qué? Porque todos los días pulsa un botón que pone en funcionamiento el ahorcamiento de los presos. En la segunda, un joven que hace el servicio militar, como parte de la instrucción, tiene que adoptar el rol de ejecutor. Se negará. En la tercera, otro joven sí accederá para conseguir días libres y se dará cuenta de su error. En la última, descubriremos los efectos de la disidencia: Bahram (Mohammad Seddighimehr) tuvo que renunciar a su hija y a cualquier posibilidad de ejercer su profesión solo por decir que no al régimen. 

“Quería que pudiéramos apreciar el contraste entre la primera historia, en la que el protagonista vive como en una prisión personal, y la última, en el campo, más luminosa. Ese hombre no tiene nada, pero ha resistido, y para mí ese es el corazón de la película. 

Rasoulof reconoce que se formó como cineasta siendo un experto en lenguaje metafórico, la única manera de librar el aparato censor del país, pero se dio cuenta de que de esa manera estaba aceptando la injusticia, la opresión. “Era una invitación al sometimiento y entonces decidí hacer un cine más claro y directo por coherencia moral”. Claro que, en Irán, cualquier posicionamiento, aunque sea ético, termina convirtiéndose en una cuestión política. “Incluso no ser político en Irán, es también un acto político, porque te conviertes en cómplice del poder”. Por eso, el director está dispuesto a seguir luchando como mejor sabe, a través de sus películas. “El régimen nunca podrá quitarme el amor por el arte y el cine, ni tampoco mi necesidad de crear”. 

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