Recuperación de la música en directo

El ciclo Sala Barcelona programa 50 conciertos para el verano

La nueva edición de la muestra, organizada por la ASACC y el Ayuntamiento, ofrece actuaciones en el castillo de Montjuïc y en 18 salas de la ciudad a lo largo de los meses de julio y agosto

Un concierto del festival Sala Barcelona, el pasado agosto, en el patio de armas del castillo de Montjuïc.

Un concierto del festival Sala Barcelona, el pasado agosto, en el patio de armas del castillo de Montjuïc. / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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La inminente ola de festivales de verano al aire libre deja a las salas una vez más fuera del foco informativo, pero una nueva iniciativa, la tercera edición del ciclo Sala Barcelona, entra en escena para dar alimento a este sector fundamental para el ciclo vital de la música. Un total de cincuenta de conciertos en los meses de julio y agosto que son fruto del entendimiento de la Associació de Sales de Concerts de Catalunya (ASACC) con el Institut de Cultura de Barcelona, cuyo objeto es ayudar a estos escenarios y reivindicarlos como “pulmones de la cultura de Barcelona”, destacó este miércoles Dani Granados, delegado de Derechos Culturales del Ayuntamiento.

Así como en las ediciones anteriores (la segunda, en otoño, resultó malograda en parte por la persistente pandemia), todos los conciertos tuvieron lugar en el castillo de Montjuïc, este escenario acogerá ahora la mitad de la programación, la de agosto, mientras que en julio las actuaciones se realizarán en las propias salas, la mayoría de las cuales podrá abrir así sus puertas tras muchos meses de nula o mínima actividad. El ciclo, cuyos beneficios irán a parar a los locales necesitados, llega en un “momento muy difícil”, remarcó la gerente de la ASACC, Carmen Zapata, que desea “romper la falsa idea de que las salas están abiertas junto con el ocio nocturno”. Zapata apuntó que dos escenarios catalanes, de los que no precisó el nombre, no volverán a abrir tras la pandemia, y que por ello sus licencias para ofrecer música en directo podrían perderse.

Cartel ecléctico

El nuevo Sala Barcelona lo abrirá un emergente valor del trap, Vietnam Keed, el 1 de julio en la sala Taro, de Sants, y en ese primer mes de programación acogerá a artistas como Evripidis and his Tragedies, Tori Sparks, Lu Rois, Alba Carmona con Sol Escobar o Alex Zayas. Propuestas de signo muy variado, con acentos pop, folk, blues, electrónicos, urbanos, metaleros o flamencos. Los otros locales integrados en este ciclo, que no se circunscribe a los que son socios de la ASACC, son Apolo, Barts, Sidecar, Milano Jazz Club, Bóveda, Upload, Taller de Músics 24, Marula Café, La Nau, La Deskomunal, Vol, Wolf, El Paraigua, Freedonia, Garage 442, Meteoro y Sintetesia.

A partir del 31 de julio y hasta el 29 de agosto, el patio de armas de Montjuïc (con un aforo máximo de 400 personas) se abrirá al soul con alma jamaicana de The Gramophone Allstars Big Band, la exploración de Seward o las propuestas en torno al pop y el rock de McEnroe, Joan Colomo, Mujeres, Conttra, Futuro Terror o Kokoshca. Las entradas se pusieron a la venta este miércoles a precios que van de los 10 a los 18 euros. El cartel del ciclo no está todavía cerrado y se completará con otros nombres los próximos días.

Inyección pública

El Institut de Cultura aporta 200.000 euros (un 21% más que en la edición del pasado verano) a un presupuesto que asciende a 296.450. El resto corresponde a los ingresos por taquillaje y patrocinio. Carmen Zapata recordó que este sector “necesita inyecciones públicas para no perecer; sin ellas, es imposible”. El ciclo incide en el propósito de “reactivar toda la cadena de la música”, subrayó Dani Granados, “que incluye a sellos discográficos, mánagers o técnicos”.

Para las salas, que en condiciones normales acogen al público de pie, las restricciones vigentes les permitirán operar con un aforo limitado al 23%. Si que habrá servicio de bar, en condiciones parejas a la hostelería. Aunque está por ver si la evolución de la pandemia modifica los protocolos, los conciertos se realizarán con localidades de asiento, y se pueden adquirir entradas en grupos de hasta seis personas. “Nos encantaría que en agosto la gente se pudiera poner de pie y bailar”, suspiró Zapata, ya que “hacer de policía del baile es una de las peores cosas que nos ha traído la pandemia”. 

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