Crítica de música

Jordi Savall toca el cielo con Bach

El músico catalán despide con una ‘standing ovation’ el ciclo Llums d’Antiga del Auditori

ICULT concert de l Oratori de Nadal amb Jordi Savall (credits  Toni Bofill)

ICULT concert de l Oratori de Nadal amb Jordi Savall (credits Toni Bofill) / A BOFILL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Había expectación ante el regreso a los escenarios de Jordi Savall y de sus huestes, más todavía porque en esta época de pandemia lo hacía con una obra monumental como la ‘Misa en Si menor’ de Bach que requiere un amplio número de intérpretes. Con 10 minutos de retraso el maestro apareció en la sala siendo ovacionado en la clausura del ciclo Llums d’Antiga poniéndose al mando de Le Concert des Nations integrado por una veintena de instrumentistas junto a la Capella Reial de Catalunya que aportaba otras dos decenas de cantantes. La obra bachiana, una de las pocas obras religiosas que el maestro escribiera en latín según el rito católico, no posee la unidad de la ‘Pasión según San Mateo’, pero igualmente es una obra capital, un friso que exhala pura belleza.

La sabiduría de Savall superó con creces el reto; su versión apareció cargada de detalles que se disfrutaron sobre todo en su discurso ante la masa coral, lleno de sutilezas en las transiciones, en los ataques, en la graduación de las dinámicas y en la conjunción con la orquesta. La Capella Reial –muy bien preparada por Lluís Vilamajó– respondió con seguridad y empaste, incluso cuando el coro se dividía en ocho voces sin importar el ‘tempo’. Del mismo modo Le Concert des Nations aportó un sonido envolvente, con una cuerda brillante y, salvo algún desajuste puntual en el ‘Osanna in exelsis’ o en la exigente aria con ‘corno da caccia’, la prestación fue notable.

Del solvente plantel de solistas brillaron con luz propia sobre todo el contratenor Raffaele Pe, de línea inmaculada, coloratura perfecta y fiel a la partitura hasta en el último trino, ofreciendo un espectacular ‘Qui sedes’, así como también el tenor Martin Platz, de timbre generoso, bello y sonoro. También brilló en sus intervenciones la soprano Hana Blazíková, de agudos luminosos, bien secundada por Sophie Harmsen y por un Thomas Stimmel de voz interesante, aunque de escasa proyección.