Regreso del trovador pop

Joan Colomo: “Me siento como Botero, pintando toda la vida la misma figura obesa”

El músico proyecta su "apocalíptica" visión del mundo en las coloristas canciones con sintetizadores de ‘Disc trist’, álbum que presentará el sábado en el Poble Espanyol

Joan Colomo

Joan Colomo / Joan Cortadellas

Jordi Bianciotto

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En ‘Disc trist’, Joan Colomo puede hacer pensar en el niño grande aterrado por el ruido del mundo que busca amparo en las canciones bonitas, portadoras de una melancolía por lo que podría ser y no es. Él concede que la idea de “huir de esta realidad para ir a un lugar utópico y feliz” es “recurrente” en su obra, pulsión ahora acrecentada por la pandemia. Pero lo suyo es el fruto de una “contradicción”, observa: “siento un odio a la humanidad, porque somos lo peor, pero también un amor a mucha gente guapa, que si la tienes cerca es lo mejor que te pueda pasar”.

Pese a su trasfondo mental enrarecido, ‘Disc trist’ suena simpático, juguetón, con su gramática pop no tan asentada en las guitarras como en los sintetizadores, herramientas “sencillas y prácticas” a las que se agarró en tiempos de confinamiento. Aunque Colomo frecuentó “desde los doce años” bandas de punk, hardcore y pos-hardcore (incluyendo Zeidun y The Unfinished Sympathy), admite que, “después de todo, el pop acaba volviendo” y, al fin y al cabo, él fue un día el crío enganchado a la recopilación ‘Boom ‘5’, con sus golosinas de Bananarama y Locomía. “Y he sido fan de Britney Spears desde el principio, y de Rihanna, y ahora de Dua Lipa”, reconoce el también líder del grupo recreativo Joan Colomo i la Radiofórmula. “Me gusta la música popular que mueve masas”.

Parodia del panfleto

Las coloristas melodías pop acompañan este cancionero desencantado del estado del mundo, donde las tonadas amables entran en fricción con versos ácidos, como en ‘Cançó animada’, que dice que “tot anirà una mica malament” (réplica al risueño “tot anirà bé” pandémico), o en esa parodia del panfleto titulada ‘Salvem el planeta!”. Colomo no se ríe del drama, todo lo contrario. “Ver que alguien se suicida por un desahucio o que en el Mediterráneo sigue muriendo gente tiene que producirte tristeza, salvo que seas un robot”, razona el músico de Sant Celoni, que acude a la entrevista vistiendo una camiseta de la Fira de l’Economia Solidària de Catalunya. Visto el sombrío panorama, en su opinión solo nos queda “tomarnos un carajillo de ron Pujol con los amigos” y de perdidos al río.

El encierro de 2020 le pilló con el disco ya encauzado, así que la mirada es pre-covid-19. “Las canciones nacen de mi punto de vista más bien apocalíptico, en el que hay pocos motivos para creer en un futuro esperanzador”, apunta Joan Colomo, que, pese a esos trazos de nihilismo, es padre de dos niñas (de dos y cuatro años y medio), si bien sospecha que “dentro de 50 años tendrán problemas para conseguir agua potable”. A su pareja y a la unidad familiar va dedicada una pieza conmovedora, ‘La música de totes les festes’, elogio de quien “ens alegra les nits i els dies”.

Pánico a las ocas

Lo suyo encaja con aquel ‘optimismo de la voluntad’ que un día invocó Antonio Gramsci. “Yo quiero ser optimista y pensar que hay un futuro mejor, pero los indicadores no ayudan”, alega. Tampoco ciertos recuerdos: ahí está ‘Cançó de la por’, pieza que exorciza un episodio infantil, el “pánico” que le produjo una bandada de ocas. “A partir de esa imagen del subconsciente acabo haciendo una letra tonta que parece que no diga nada”. Otra constante de Colomo es el poso de inseguridad como compositor. “Tengo la sensación de estar escribiendo la misma canción desde hace diez años y me llego a sentir como Botero, pintando toda la vida la misma figura obesa”.

Fue productor de Els Surfing Sirles y ha retomado últimamente esta tarea con otros dos grupos, Fetus y Kiwis. Este último forma parte, junto con Oye Polo, del triple cartel de este sábado en el Poble Espanyol, tercera cita del ciclo Picnic Beat, organizado por la sala Upload. Ahí estará Colomo, arropado por su recompuesto trío, integrado por Xavi García (bajo), Pau Albà (batería) y el ex-’sirles’ Guille Caballero (teclados), suspirando por la reapertura de su hábitat natural, las salas de concierto. “Ahora te das cuenta de la maravilla que era ir a Sidecar a juntarte con otros humanos, todos como anchoas, y sudar ante un grupo”.