'Luca': la diversidad y la tolerancia, según Pixar

El italiano Enrico Casarosa, responsable de ‘story boards’ de ‘Ratatouille’ y ‘Up’, debuta como director y tira para su tierra en la última producción Pixar, una película de apariencia menor, pero logros mayores. La acción acontece en una pequeña localidad italiana de pescadores, la banda sonora está plagada de canciones italianas y los dos protagonistas quieren a toda costa comprarse una Vespa, vehículo que representa una modernidad aún no superada pese a la patina nostálgica con la que hoy se contempla. Los signos de identidad gráficos y culturales de ‘Luca’ son muy simples y transparentes. El juego que procuran es delicioso. No está a la altura de ‘Toy story’, ‘Los increíbles’ o ‘WALL·E’, pero, siendo menos ambicioso que ‘Soul’, el anterior largometraje del estudio, ofrece mejores resultados.

Es un filme sobre la diversidad y la tolerancia planteado de forma muy simple: Luca es un pez adolescente que descubre unas capacidades humanas que le abren la puerta a otras metas y, sobre todo, a descubrir un nuevo mundo y gozar de la libertad absoluta, la amistad, el cariño y los estudios. Todo esto podría contarse de una manera ingenua o ñoña, pero Casarosa y sus guionistas le imprimen a esta historia de conocimiento cualidades dramáticas muy austeras y, en el plano técnico, los hallazgos plásticos siempre presentes hasta en la peor de las películas Pixar. Como ejemplos, la secuencia de apertura, la imagen de un viejo gramófono hundiéndose en las profundidades, lo que ocurre cuando Luca sale a la superficie o los planos generales de este pueblo costero tan real y a la vez fabulador