Libro

Crítica de 'Últimas noticias de la duquesa': para los fans de 'The Crown'

Este retrato esquinado de Wallis Simpson, escrito por la aristócrata Caroline Blackwood, es una de las cumbres del periodismo chismoso

Caroline Blackwood.

Caroline Blackwood.

Elena Hevia

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La aristócrata de origen norirlandés Caroline Blackwood (Londres, 1931-Nueva y York, 1996) fue el garbanzo negro de su familia. Hizo siempre lo que le dio la gana y en su agitado historial sentimental y matrimonial se suman, entre otros, el pintor Lucien Freud, el fotógrafo Walker Evans y el poeta Robert Lowell. Mecenas de artistas, se trabajó a conciencia una muerte prematura a golpe de alcoholismo, pero eso no le impidió escribir algunas novelas excelentes y esta cumbre del periodismo chismoso en la que brilló como nunca su mirada maliciosa, adobada por su característico tono de elegante indiferencia, ligereza y habilidad para contar las anécdotas en ese tono de clase alta que no se toma en serio a sí misma.

Así que nadie mejor para relatar estas 'Últimas noticias de la duquesa', en este caso la duquesa de Windsor, que en 1980 hacía ya casi una década, tras la muerte de su marido, que estaba recluida en una mansión cercana a París. Para romper esa barrera de silencio, el 'Sunday Times' encargó a lord Snowdon, entonces recién divorciado de la princesa Margarita, una sesión fotográfica. Blackwood debía relatar el encuentro.

Pero las fotos no se hicieron y el reportaje, tampoco. La duquesa estaba bajo la tutela legal de una abogada octogenaria y mitómana, Suzanne Blum, que actuó como feroz guardiana, presumiblemente alargando la vida artificialmente de Wallis Simpson, con quien se identificaba enfermizamente cual ama de llaves de 'Rebeca'. El libro que finalmente escribió Blackwood, cuya publicación tuvo que esperar a 1995, tras la muerte de Blum, es básicamente la imposibilidad de escribir aquel artículo y lo que consigue es un atípico ejemplo de periodismo 'gonzo' con el mismo desenfado y desarmante sinceridad que los de sus colegas americanos. Servido, eso sí, con un perfume esnob que hará las delicias de los fans de 'The Crown'.