Estreno de cine

Crítica de 'El otro guardaespaldas 2': parodia de sí misma

Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson vuelven a encarnar a sus personajes en este filme dirigido por Patrick Hughes y con Antonio Banderas como villano de opereta

Estrenos de la semana. Tráiler de 'El otro guardaespaldas 2'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'El otro guardaespaldas 2'. /

Quim Casas

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Hay secuelas cinematográficas miméticas. Esta es una de ellas. Cámbiese un poco el registro del villano: en ‘El otro guardaespaldas’ era un dictador interpretado por Gary Oldman, y en esta nueva entrega es un multimillonario griego encarnado por Antonio Banderas, cuya cruzada particular contra la Unión Europea por hundir económicamente a su país tiene cierta gracia, la verdad.

Pero más allá de este malvado de opereta y de algunos gags diseminados a lo largo de 100 minutos, ‘El otro guardaespaldas 2’ es una de esas mezclas que no acaban de combinar bien entre cine de acción y comedia. El balbuciente guardaespaldas al que da vida Ryan Reynolds y el asesino a sueldo que encarna Samuel L. Jackson vuelven a unirse, más por las circunstancias que por el convencimiento. Tienen de aliada a la mujer del segundo, una Salma Hayek más histriónica de lo que su personaje, ya grotesco, demanda.

Y así, entre tiroteos, persecuciones, engaños y bromas -a las que no escapa ni el mismísimo Morgan Freeman, en un personaje curioso pero desaprovechado, ni una psiquiatra agobiada por las inseguridades del protagonista-, se sucede a un ritmo endiablado un filme que luce más músculo que sustancia.

La parodia del cine de acción no ha cesado desde que a James Bond le salieron competidores más hedonistas e irónicos, como Matt Helm o F de Flint. Aquellas películas se reían con cierta clase -aunque demasiada misoginia- de los mitos hegemónicos en el relato de intriga y espionaje. ‘El otro guardaespaldas 2’ tiene menos referentes en los que reflejarse y, de un modo u otro, acaba riéndose de sí misma.