ENTREVISTA

Sergio del Molino: «En manos de rencorosos y gritones nuestra política no tiene futuro»

Sergio del Molino, que con su celebrado ‘La España vacía’ puso en el centro del debate social, político y literario el tema de la despoblación en la península, publica ahora ‘Contra la España vacía’ (Alfaguara), una enmienda y ampliación de aquella radiografía que presta atención a los populismos y a la crispada radicalización que vivimos.

Sergio del Molino

Sergio del Molino / Patricia J. Garcinuno

Elena Hevia

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¿Por qué ‘Contra España vacía’?

Estos cinco años trascurridos desde aquel libro han cambiado muchas cosas en España, en el mundo e incluso en mí mismo. En cierta manera esto es un 'mea culpa' por no haber sabido anticipar una serie de problemas que tienen que ver con la erosión de la democracia liberal que, no solo en España también a escala global, están ahora en cuestión. Entonces no nos dábamos cuenta quizá porque mirábamos para otro lado.

¿Qué intención le animó al escribir ‘La España vacía’?

Pues la verdad que es que ninguna. Compartir una serie de reflexiones en un género, el ensayo literario en la línea anglosajona que tan bien aborda Bill Bryson. Algo que en España no se suele hacer.

Lo cierto es que con aquel libro, tanto para los intelectuales como para los políticos, tocó hueso.

Sí, pero quizá porque era el momento adecuado porque se estaba gestando una sensibilidad especial para con la España rural de la que yo no era demasiado consciente. Lo que hizo fue reactivar una cultura campesina que se percibía de una forma etnográfica y condescendiente.

Caló también en los escritores,  pienso en Olga Merino y Jesús Carrasco, que hicieron del campo un objeto de su literatura.

Esa tendencia siempre ha existido en España desde los tiempos de Azorín. Lo que ocurre es que ha sido obliterada por una novela mucho más urbana, más pendiente de las tendencias extranjeras y de repente eso se hizo 'mainstream' y volvió a recuperar lectores.

Uno de los grandes reproches a 'La España vacía' es que allí no hablaba suficientemente de la guerra civil, que en estos momentos parece crucial en la extrema polarización política en la que vivimos.

Y es un reproche acertado. Aunque lo que no me parece bien es que el conflicto sirva como explicación absoluta y abusiva de todos los males de nuestra realidad. Habría que recordar que desde el fin de la guerra han pasado 80 años y varias generaciones. Este país no tiene nada que ver con el analfabetismo, la renta per cápita y la cultura política de entonces. Así que no podemos estar echándole la culpa a nuestros abuelos toda la vida. Somos nosotros los que nos hemos buscado los problemas.

Pero el ascenso de Vox remueve y saca de nuevo a la superficie el asunto del franquismo.

Pero Vox no es franquista. Es un fenómeno absolutamente contemporáneo equiparable a otros de la extrema derecha europea, como el Frente Nacional francés, el partido de la Libertad de Austria, el Vlaams Belang o Alternativa para Alemania, quizá un poco más torpes y tontos que estos. Pero sus referentes reales son Orban y Trump. El problema es que si no eres capaz de comprender a Vox como un fenómeno contemporáneo no vas a poder combatirlo.

Pero no dejan de manosear el franquismo.

Como retórica y soniquete sí, porque creen que tienen un base reaccionaria de nostálgicos pero en el momento en que se sofistiquen mandarán el franquismo al desván e intentarán tener un voto transversal e incluso obrerista que fue el gran paso que dio Marine Le Pen y por eso siempre está a las puertas de la presidencia francesa. Si no consigue eso. Vox se deshará.

En esa dinámica de extrema polarización se está equiparando a Vox con Podemos. ¿Lo cree justo?

Son populismos distintos que suponen amenazas distintas.

¿Amenaza? ¿Podemos?

A ver, el verdadero peligro es Vox y creo que un Podemos sin la retórica de Pablo Iglesias es básicamente un partido socialdemócrata. Pero sí que es verdad que hay una pulsión populista que puede resultar peligrosa para la estabilidad de la democracia porque quieren refundarla.

Sostiene que la izquierda siempre ha descreído del patriotismo, porque este siempre ha sido patrimonio de la derecha. ¿Es necesario ser patriota?

Yo creo en el patriotismo constitucional y es verdad que grandes masas de la población que están muy sentimentalizadas ya no quieren formar parte de este proyecto. Lo que propongo es darle un pequeño barniz de emoción al patriotismo constitucional.

Difícil tarea.

Claro, porque no tiene el menor sex-appeal ni épica. Frente a eso los populismos y los nacionalismos lo tienen todo vendido porque son discursos religiosos. Causas por las que te puedes inmolar y que dan un sentido a las vidas que no lo tenían en este siglo XXI. El problema es cómo añadirle un poco de sal al patriotismo constitucional sin pasarse, porque entonces se convierte en mero nacionalismo ,y sin rebajarlo porque entonces queda sin efecto.

¿Y en ese contexto qué significaría una reforma de la Constitución?

La Constitución se puede reformar pero eso requiere consenso y debate. No puedes reformar peleándote con el contrario. Tienes que rebajar tus expectativas y negociar quizá una reforma que no contente del todo a nadie. Pero eso es la negociación. La política. No todo o nada. Porque tu todo supone un conflicto grande para el otro. Esto lo supimos hacer en la Transición y para eso necesitamos políticos de altura y generosidad. Lo que existe ahora es un diálogo de sordos, un bloqueo que este país no aguantará mucho tiempo.

Eso parece más acuciante respecto al soberanismo catalán. Dice que el 'procés' le ha dado alas a Vox.

Sin el octubre del 2017 en Barcelona, Vox no sería hoy la tercera fuerza. Los votos que pierde el PP son los que gana Vox, que considera que el gobierno ha sido muy tibio con los independentistas y no les ha mandado tanques. Vox no ha conseguido capitalizar el voto contra los emigrantes de otros países de la extrema derecha porque España no tiene los mismos niveles de xenofobia, por eso cuando habla de Catalunya gana votos.

Vaticine. ¿Cómo estará el 'procés' dentro de un año?

Creo que los próximos meses van a ser decisivos a la hora de normalizar la política española. Y es posible normalizarla porque los acontecimientos se suceden de forma muy rápida y la gente olvida pronto. Si las cosas se quedan en manos de rencorosos y gritones la política no tiene futuro Es muy difícil que podamos encontrar entendimiento y nos mantendremos en un bloqueo absoluto, no solo en lo que se refiere al soberanismo, sino en general a la política española. Lo que suceda dentro de un año dependerá mucho del maquiavelismo del gobierno de Madrid.

¿Ve muy maquiavélico el gobierno de Sánchez?

Sí.  

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