Crítica de cine

Crítica de 'Solo una vez’: realidades y convenciones

El debut de Guillermo Ríos Bordón, basado en el guion de Marta Buchaca, aborda la violencia machista sin moralizar y sacando a relucir los rincones oscuros del ser humano

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Solo una vez'

Quim Casas

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Aunque no lo consigue siempre, el debutante Guillermo Ríos Bordón construye toda su película a partir del juego de miradas. Hay algunas figuras más en el filme, secundarias o que juegan un papel relevante en algún momento, pero ‘Solo una vez’ funciona a partir de lo que se dicen, escuchan, ocultan y miran una psicóloga del servicio de atención a las mujeres que sufren violencia machista, una joven maltratada y su pareja, denunciado por el padre de ella tras una disputa violenta.

Más allá de algunos retoques en los escenarios y la inclusión de otros personajes que trabajan en el centro, la película respeta la obra de teatro en que se basa. La escribió Marta Buchaca -autora también del guion- tras preguntarse qué pasaría si su compañero la maltratara. La película, bastante ecuánime, ni moraliza ni condena. La historia saca a relucir los rincones oscuros que todo el mundo posee de un modo u otro, y la peripecia paralela -la psicóloga es amenazada por el marido de una mujer a la que trató- es un buen ejemplo de ello.

El filme se sustenta en el texto y la complicidad entre los tres protagonistas (Ariadna Gil, Silvia Alonso y Álex García), tanto en escenas a dúo como a tres bandas. Interesante es el modo en el que se rehúye el cliché. Él no parece ser un maltratador, lo que da pie a un discurso más incisivo sobre las realidades y las apariencias, las convenciones y los prejuicios.