Televisión

El traje pantalón de Rocío, armas de mujer moderna

El “dos piezas” que lució en su confesión televisiva la hija de la Jurado, y que se ha convertido en un superventas, fue desde su “invención” un distintivo de aquellas que rompían las reglas y reivindicaban la igualdad

Rocío Carrasco, durante uno de los episodios de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'.

Rocío Carrasco, durante uno de los episodios de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'. / MEDIASET / TELECINCO

Luis Alberto Fernández González

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Demasiadas líneas, demasiadas… se han escrito sobre el caro (655 euros), aunque de hechura “común/universal”, traje pantalón de color fucsia (tonalidad con un sinfín de simbologías: liberación femenina, resurrección, esperanza…) que Rocío Carrasco lució, semana tras semana, en su mediático serial: un “dos piezas” que recuperó por enésima vez las virtudes del pantalón palazzo (Jean Patou, 1932) y de la blazer tipo esmoquin (Yves Saint Laurent, 1966). Otros dos modelos muy similares en concepto, el azul Klein y el de corazones, también fueron empleados a posteriori por la hija de “La más Grande” en un par de entrevistas televisadas.

Quizás haciendo un poco de historia podamos llegar a entender la eficacia de este traje y deducir la lógica de su utilización en un momento de tanta proyección y trascendencia en la vida de la Carrasco.

Estrellas de la pantalla como las míticas Marlene Dietrich, Greta Garbo y Katharine Hepburn lo pusieron de moda en los años treinta entre las más atrevidas

Heredero de los sastres con falda, que desde finales del siglo XIX fueron asentándose entre las mujeres como un ejemplo de indumentaria femenina relacionada con la austeridad del traje varonil y, posteriormente, imponiéndose por la influencia del uniforme militar (Primera Guerra Mundial), el traje pantalón se convirtió en el distintivo de la mujer “moderna”, aquella que luchaba por romper con las reglas establecidas y por poder enfrentarse a la vida en igualdad de condiciones que el hombre.

Estrellas de la pantalla como las míticas Marlene Dietrich, Greta Garbo y Katharine Hepburn lo pusieron de moda en los años treinta entre las más atrevidas (hasta entonces el uso del pantalón femenino solo estaba bien visto en la playa o en el ámbito deportivo), generalizándose su uso en los 60’s y 70’s con Pierre Cardin, André Courrèges, Carmen Mir e Yves Saint Laurent y en los 80’s y 90’s con Giorgio Armani, Calvin Klein o Adolfo Domínguez.

Desde entonces, el traje pantalón se ha convertido en uno de los atuendos más utilizados por todo tipo de mujeres: desde S.M. la Reina Doña Letizia y Angela Merkel, pasando por Madonna, Cara Delevingne, Emma Stone, Kamala Harris, Isabel Díaz Ayuso o cualquiera de nuestras madres, hermanas y amigas. Un traje atemporal e “identitario”, cómodo y que sienta bien, con facilidad para acomodarse a cualquier circunstancia y que admite versiones más económicas, permitiendo ser utilizado por un amplio perfil de mujeres.

Este último hecho ha sido el causante de llenar, en un tiempo récord, casi todas las empresas textiles nacionales de modelos muy parecidos al que luce la hija de Rocío Jurado, aprovechando el tirón de la madrileña. Un traje que ha cumplido a la perfección su labor, que no es otra que la de ir en consonancia con un duro relato que exige seriedad, rectitud, contención, complicidad, fuerza y carácter, sin perder un ápice de feminidad y sofisticación, no solo a través del color fucsia, sino con la suma de otros detalles como el llamativo escote y los largos y finos tacones.

Un traje sin adornos ni estridencias que se repitió en cada uno de los doce episodios para no distraer en ningún momento la atención del espectador; un traje armadura, pero a la vez con cierto aire de disfraz

Un traje sin adornos ni estridencias que se repitió en cada uno de los doce episodios para no distraer en ningún momento la atención del espectador; un traje armadura, pero a la vez con cierto aire de disfraz (no tiene nada que ver con la ropa desenfadada y casual que suele llevar Rocío habitualmente o con su estilo que, tristemente, le restaría credibilidad ante una sociedad que todavía sentencia y señala a una mujer por su imagen).

En fin, el éxito de ventas del modelo fucsia y de sus versiones low cost ha sido tremendo (también de los otros dos), pero puede que tanta saturación provoque muy pronto un gran rechazo. Tranquilidad, caprichos de la moda…

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