Estreno de cine en salas

'Shorta. El peso de la ley': un 'thriller' nórdico sobre el racismo y la brutalidad policial

Los directores daneses Anders Ølholm y Frederik Louis Hviid recuperan la mejor tradición del noir nórdico para mezclarlo con elementos del thriller setentero a lo Walter Hill para contar una historia de represión policial y racismo.

Un fotograma de 'Shorta. El peso de la ley'

Un fotograma de 'Shorta. El peso de la ley' / El Periódico

Beatriz Martínez

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Anders Ølholm y Frederik Louis Hviid estaban en proceso de montaje de su ópera prima, 'Shorta. El peso de la ley' cuando tuvo lugar el asesinato de George Floyd. La película, precisamente comenzaba con la imagen de un hombre, en este caso emigrante árabe, maniatado por la policía que decía: “No puedo respirar”. Ese se convertiría precisamente en uno de los 'hashtag' de denuncia del Black Lives Matters. Se reunieron para decidir si era conveniente cambiar algo de la película, no querían parecer cínicos u oportunistas, pero finalmente se reafirmaron en la idea de que era importante dejarlo como estaba para poner de manifiesto que esa situación de opresión racial se encuentra presente en todas partes del mundo y es importante alzar la voz contra ella.

En realidad, se habían basado en un caso ocurrido en Dinamarca hacía más de treinta años, pero la historia se repite irremediablemente. No querían hacer una película de denuncia, sino un 'thriller' policial de espíritu setentero con referencias a Walter Hill, William Friedkin y Sydney Lumet, pero, como dicen, al final, todo es político y su trabajo también ha terminado siéndolo. 

'Shorta. El peso de la ley', está contada desde el punto de vista de dos policías que salen a hacer su ronda diaria por los barrios más conflictivos de la ciudad. Mike (Jacob Lohmann) pertenece a la vieja escuela y tiene un historial violento, mientras que Jens (Simon Sears), intenta mantener la calma dentro de esa vorágine conflictiva en la que se insertan. En uno de sus controles rutinarios, quedarán encerrados en uno de los barrios donde se ha segregado a la población árabe y el polvorín estallará. 

“Siempre se piensa que Dinamarca es un país sereno y tranquilo, un paradigma de felicidad, pero nuestra sociedad está sufriendo el mismo cambio que muchas otras, está virando hacia la derecha y eso está generando mucha polarización, mucho malestar y tensión. No queríamos hacer un documental, sino una película de género, pero lo cierto es que este tipo de situaciones son normales en Dinamarca al igual que en las banlieues en Francia o en el extrarradio de Suecia, así que también es necesario abrir un debate en torno a ello”, cuentan los directores en una entrevista a través de Zoom.

Ølholm y Hviid piensan que, en la actualidad, todo es blanco o negro, hay que estar de un lado o de otro, por eso quisieron abordar las zonas grises y contar la historia desde la mirada de estos dos policías que se enfrentan a una situación límite, en el epicentro de un entorno profundamente hostil que funciona como una olla a presión.

La cara más oscura

“Vivimos en un mundo conflictivo y la policía está en contacto con la cara más oscura de la naturaleza humana. Es difícil que esto no termine por contaminarles, porque nadie está blindado a cierto tipo de cosas”, continúan los directores. Ellos querían que sus personajes fueran moralmente ambiguos, que no se juzgara a ninguno de ellos y que desterráramos nuestros prejuicios para dejarnos arrastrar por una contundente trama repleta de vueltas de tuerca en la que se juega con los cambios de perspectiva para utilizar las herramientas del thriller puro y duro.

Así, los directores nos adentran en una pesadilla urbana en la que late la adrenalina, el miedo y el odio. Su contundencia expresiva es arrolladora y sus imágenes nos sumergen de forma inmersiva en ese escenario opresivo para generar una escalada de angustia en el espectador. 

“Nos hemos esforzado en hacer una película trepidante que colocara al público en medio del caos, de manera que cada uno se convierta en un agente activo. Porque en el fondo, hay que mojarse, no permanecer autista frente a lo que ocurre a nuestro alrededor. Es la única manera de cambiar las cosas”.