Crítica de concierto
Love of Lesbian impone sus leyes en Pedralbes
El grupo barcelonés presumió de madurez pop sin bajar el ritmo en la presentación de ‘V.E.H.N. (Viaje épico hacia la nada)’
Jordi Bianciotto
Periodista
Después de hablar durante varios meses de Love of Lesbian a propósito de los tests de antígenos y los ensayos sanitarios, es hora de recordar que se trata de un grupo musical y que dispone de nuevas canciones, las de este álbum de título poco efervescente, ‘V.E.H.N. (Viaje épico hacia la nada)’. Obra con la que los barceloneses aligeran el equipaje a favor de la canción pop sobria, que ni se extravía en su grandiosidad ni se contenta con el himno listo para botar en el festival. Apuesta segura que asfaltó el camino en una noche con aspecto de presagio de la normalidad, este jueves en los jardines de Pedralbes.
Tras la nano-edición de 2020 con la marca de Fes Pedralbes, la muestra recupera este verano la configuración tradicional, con sus gradas a varios niveles (el aforo trepa hasta las 1.750 localidades, aún por debajo de las 2.384 de 2019) y un ‘village’ redoblado. Dijo Santi Balmes al comienzo de la actuación que este es “el festival que mejor huele”, y se diría que la fragancia de bonanza era también mental tras todos estos meses de tinieblas, aunque el nuevo cancionero de la banda se decante por el escepticismo: ahí estuvo la pieza titular, ‘V.E.H.N.’, inspirada en un amigo que se quitó la vida.
Canciones deseadas
Love of Lesbian señoreó con su material de estreno (8 de las 19 canciones de la noche) y sus repescas de un pasado que comienza a pesar. “Seguramente hay alguna canción que querrías escuchar y no escucharéis”, advirtió Balmes, si bien hubo espacio para revivir temas lejanos, hasta del álbum ‘Cuentos chinos para niños del Japón’ (2007), caso de ‘Noches reversibles’ y ‘Los colores de una sombra’. Revivieron con un empaque maduro y detallista, porque, aunque Love of Lesbian esté ahora por reducir grosores instrumentales, se presentó en forma de septeto, tirando hacia cierto sinfonismo pop con sus superposiciones de guitarras y teclados, y las percusiones coloristas de ese músico con múltiples vidas llamado Marc Clos (The New Raemon, Nueva Vulcano).
Entre las novedades, despuntaron el fondo emocional de ‘Crisálida’, la discreta línea melódica de ‘Sesenta memorias perdidas’ y esa dramática ofrenda a Bunbury que es ‘El sur’. No hubo lugar para la bella ‘Escuela de danza aérea’, y sí para ‘El paso’, pieza que dejó un rastro de mística a lo Peter Gabriel en el último bis, quemadas las naves con citas a ‘I.M.T.’, ‘Club de fans de John Boy’ o ‘Allí donde solíamos gritar’. Love of Lesbian, afianzándose en su mundo, que hace tiempo que ya no se rige por las leyes de The Cure ni de Bowie, sino por las suyas, con sus letras críptico-festivas, su manejable aparatosidad y su don para hacer de todo ello un material pop con el que llevarse todos los auditorios por delante.
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