Estreno en salas

'Nunca volverá a nevar: una comedia incómoda sobre Chernóbil

La cineasta polaca Malgorzata Szumowska vuelve a demostrar su magnetismo y su capacidad para componer metáforas visuales en su última película que presentó en el D'A Film Festival de Barcelona.

Nunca volverá a nevar

Nunca volverá a nevar

Beatriz Martínez

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Malgorzata Szumowska tiene un recuerdo muy nítido del día que ocurrió la catástrofe de Chernóbil. Tenía 13 años, vivía en Varsovia y salía al balcón esperando ver una nube negra. El miedo se instauró en el país, el miedo a respirar, a beber agua, a tocar cualquier cosa que pudiera estar contaminada.

Por eso ahora, décadas más tarde, se encarga de recuperar este episodio a través de un misterioso personaje que procede de Chernóbil y que tiene unas capacidades casi sobrenaturales. No sabemos si es radiactivo, pero tiene el poder de absorber el dolor de las personas a través de sus manos. Por eso ejerce de masajista, y lo hace en una urbanización de élite en la que todos sus residentes ocultan sus miserias bajo el manto de las apariencias. 

“Quería hablar de la sociedad moderna en Europa, en concreto de las clases más privilegiadas, y de cómo el capitalismo se ha encargado de arrasar con todo atisbo de espiritualidad”, cuenta la directora polaca a través de zoom durante su visita al D’A Film Festival de Barcelona. 

A Malgozata Szumowska siempre le ha gustado que sus películas se erijan como una especie de metáfora en torno a temas como el éxito y el fracaso, la religión, la enfermedad, la soledad o el machismo. En esta ocasión quería centrarse en el choque entre las clases sociales y el sentimiento de aislamiento, pero como siempre ocurre en sus películas, imprime un estilo en el que late el enigma, la tensión y la incomodidad. También la poesía. La cotidianidad se funde así con el elemento fantástico de manera que el espectador es incapaz de saber qué pasará a continuación. 

“Me gusta jugar con los géneros”, continúa. “En esta ocasión hay algo de thriller, de drama familiar (y social) y también de comedia negra. Hay elementos absurdos, otros que generan extrañeza, porque lo más importante era crear una determinada atmósfera alrededor de ese microcosmos donde se inserta el protagonista”. 

‘Nunca volverá a nevar’ se convierte también en una alegoría sobre el cambio climático. “Está ocurriendo delante de nosotros. En Polonia hace dos inviernos no nevó. Esto no había pasado nunca, que yo recuerde. Por eso en la película también se incluye ese presagio a modo del fin de los tiempos. La humanidad sola, aislada, más obsesionada que nunca con la enfermedad en un mundo cuya lógica ya no tiene sentido”.