Crítica de libros

Crítica de 'La muerte en sus manos': un asesinato sin cuerpo

Ottessa Moshfegh deconstruye la clásica investigación criminal en una historia sobre la soledad.

Ottessa Moshfegh

Ottessa Moshfegh / Jake Belcher

Marta Marne

Marta Marne

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Vesta, una mujer de avanzada edad y viuda reciente, vive aislada en una cabaña junto a un lago y un antiguo campamento de 'scouts'. Paseando a su perro Charlie encuentra una nota en la que puede leerse “Se llamaba Magda. Nadie sabrá nunca quién la mató. No fui yo. Este es su cadáver”. Pero no hay cuerpo. Ni sangre. Ni una maraña de pelos enredados en una rama. Nada.

Desde ese momento, Vesta se obsesiona con Magda. Acude a la biblioteca pública, busca en internet, y descubre un cuestionario para crear perfiles de personajes en una página de consejos para escritores de misterio. A partir de ahí, construirá la identidad de Magda. Una adolescente. De Bielorrusia. Que vivía en un sótano; toda una vida inventada para tratar de encontrar la solución a la intriga y que todo encaje. Pero el encuentro con algunos vecinos cuyo nombre coincide con los protagonistas que ha ideado le hacen sospechar que tal vez sí haya un crimen que resolver.

‘La muerte en sus manos’ de Ottessa Moshfegh es una obra de duelo y soledad que nos habla de la importancia de estar vivo. Gran parte del enredo se desarrolla en la mente de Vesta. ¿Es por ello menos veraz a nivel narrativo? La respuesta es un rotundo no. La historia destaca por ese ambiente de irrealidad, por los brillantes diálogos mantenidos entre personajes que solo están en su pensamiento. O no. Porque ahí reside el juego de la novela: en aceptar que lo que está imaginando nuestra protagonista ha podido suceder. Un engranaje metaliterario que deconstruye el género de razonamiento deductivo, lo retuerce y lo hace explotar desde dentro.