Arqueología
Antonio J. Morales, el descubridor de tumbas de alto 'standing' en la Tebas de Mentuhotep II
El egiptólogo, director del Middle Kingdon Theban Project, presenta en Barcelona los trabajos en las necrópolis de Deir el-Bahari y Asasif, que vierten luz sobre el Egipto del 2000 a C.
Anna Abella
Periodista cultural
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Anna Abella
Cuenta los días el egiptólogo Antonio J. Morales para regresar, a primeros de junio, a Luxor, aunque podría decirse a la antigua Tebas, a preparar la próxima campaña arqueológica del Middle Kingdon Theban Project. Allí, a él y a su equipo multidisciplinar de 45 especialistas les esperan seis tumbas de nobles y altos cargos del reinado de Mentuhotep II, a finales de la Dinastía XI y principios del Reino Medio (hacia el 2000 a C.), en las que llevan investigando seis temporadas y que tuvieron que abandonar hace un año, casi de un día para otro, cuando estalló la pandemia.
Antes de volver al país del Nilo, este profesor de Egiptología de la Universidad de Alcalá de Henares recala en Barcelona, invitado por el Museu Egipci para dar una conferencia en la facultad de Geografia i Història de la UB sobre el proyecto que dirige en las necrópolis de Deir el-Bahari y Asasif. "Estas tumbas nos permiten entender qué pasó en aquella época, un periodo de grandes cambios en un país que venía de siglo y medio de fragmentación social y política, sin grandes líderes y dividido en luchas regionales por el poder. Hasta que reinó Mentuhotep II, que reunificó un territorio empobrecido, inspiró las artes, la economía y la política", explica este investigador que, confiesa, quiere dedicar el resto de su vida a descubrir aquella Tebas del Reino Medio, anterior a los futuros y más famosos faraones como la reina Hatshepsut, Akenatón, Tutankamón o Ramsés II, cuyos monumentos, a menudo, han dejado los de la época clásica tebana sepultados en estratos más profundos.
Y en ello profundiza el proyecto, que también estudiará la geografía y topología originaria de la antigua provincia, que apunta a que "pudo ser una isla en mitad del Nilo, como Elefantina".
"Se necesitan entre 12 y 15 años para excavar bien una tumba como lo hacemos hoy día, estudiando todos los materiales, no es como cuando Herbert Winlock lo hizo en esta misma zona para el Metropolitan de Nueva York [entre 1921 y 1922] y tardó un mes con cada sepultura porque entonces solo buscaban piezas para museos", lamenta Morales, que hoy cuenta con 100 obreros egipcios trabajando en la misión.
Su proyecto ha hallado estos años diferencias entre las tumbas de Deir el-Bahari, donde no desentonaría el cartel de alto 'standing', situadas en la zona más alta y cercana al monumento y a la tumba de Mentuhotep II, "donde están sus cargos más importantes y los grandes visires", y las de Asasif, "en la zona baja, con materiales de peor calidad, donde están enterrados señores de la corte pero con títulos menores, como supervisores de palacio o mayordomos".
Pero fueran "intelectuales, políticos, arquitectos, economistas… todos los allí enterrados querían demostrar que habían sido grandes hombres que podían levantar un gran país y servían a un gran monarca. De ahí sus tumbas, con una parte pública con grandes patios al aire libre, donde se hacían rituales y festivales a los familiares que visitaban al difunto, con entradas monumentales y, como en el caso del administrador Henenu, con escaleras de bienvenida de 30 metros de ancho, que debían darle un aspecto majestuoso -apunta el egiptólogo-. Luego estaban los pozos secretos construidos bajo el suelo, que quedaban sellados el día del funeral".
El visir y su material de embalsamamiento
Entre los inquilinos de las tumbas exploradas hasta ahora están el arquero Neferhotep, el supervisor del sello Harhotep, el visir Dagi o el director de prisiones Djari, un cargo que Mentuhotep II necesitaba especialmente para "encarcelar a miembros de facciones políticas rebeldes que eran considerados enemigos del país y de la civilización egipcia".
Otro visir, Ipi, ha dado muchas alegrías. "Era como un ministro de Hacienda, el tesorero real. Su tumba fue reutilizada, ya que en la cámara del sarcófago, que tiene un policromado precioso, hallamos restos de dos cuerpos de la época ptolemaica". Pero lo más sorprendente fue descubrir "un depósito de momificación sellado con 56 jarras de gran tamaño con todos los materiales de embalsamamiento: telas, cientos de metros de vendas, algunas pequeñas para los dedos de pies y manos, bolsas de natrón para desecar el cuerpo antes de momificarlo, instrumentos de los sacerdotes y hasta el sudario del visir, que aún conserva las huellas del cuerpo como si fuera la Sábana Santa", enumera Morales, que se pregunta por qué en los años 20 Winlock no lo excavó.
El corazón olvidado
El hallazgo "es extraño porque el decoro egipcio les hacía considerar los materiales de la momificación como impuros y por ello no los dejaban nunca en la parte privada de la tumba, donde solo debía estar el ajuar, el difunto y los vasos canopos con sus entrañas".
Y en ese depósito sellado, un hallazgo inesperado: "El corazón momificado del visir fuera del cuerpo. Siempre se dejaba dentro porque pensaban que en ese órgano residía la memoria, la mente y los pensamientos. En cambio se deshacían del cerebro porque no lo consideraban importante. Los embalsamadores tuvieron cuidado hasta de vendar la aorta de ese corazón para que no entrara nada en el órgano, pero parecía una bolsa de natrón y quizá se confundieron y en un descuido lo dejaron fuera".
Ahora, parte de los esfuerzos se dirigirán en identificar al ocupante de la tumba E1. "La puerta de entrada fue abierta en la antigüedad pero el pasillo de acceso a la cámara sellada el día del funeral está cubierto de escombros hasta el techo y podría haberse mantenido intacta los últimos tres siglos". Puede contener, augura, ataúdes, papiros e inscripciones que den nuevas pistas de aquella poco conocida Tebas.
Ciudad perdida y turismo reencontrado
Asegura Morales que la pandemia "golpeó a Egipto con una primera fase muy dura que se alargó bastante" pero que el Ministerio de Antigüedades egipcias "estableció unos buenos protocolos de seguridad y controles que fueron efectivos y ahora la situación está bastante bien con las vacunaciones". "Se empieza a notar la llegada de turistas -constata-. Han hecho todo lo posible para arrancar de nuevo el turismo ampliando horarios de visitas, inaugurado museos en más zonas y sobre todo con toda la publicidad del transporte de las momias reales al nuevo museo de El Cairo".
A ello se añade, el "importante descubrimiento" de la ciudad perdida en Luxor. "Los arqueólogos tenemos mucho material para reconstruir la vida del Antiguo Egipto basándose en tumbas y necrópolis, pero desconocemos mucho de las zonas de la vida cotidiana. Y una ciudad como esta, construida ‘ex novo’ por un rey como centro artesanal para construir tumbas cerca de Deir el-Medina ofrecerá información sobre la vida social y cotidiana de los individuos, las prácticas domésticas y el culto familiar".
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