Estreno en Filmin

'A song called hate': la noche de Eurovisión en la que una bandera palestina ondeó en Israel

El documental ‘A song called hate’, recién estrenado en Filmin, relata la historia del grupo islandés Hatari, que en 2019 protagonizó un arriesgado ejercicio en directo de visibilización de la causa palestina  al desafiar la censura y mostrar diversas enseñas durante las votaciones del público

Los integrantes de Hatari muestran bufandas de Palestina en Eurovisión-2019

Los integrantes de Hatari muestran bufandas de Palestina en Eurovisión-2019 / El Periódico

Julián García

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La víspera de la celebración del Festival de Eurovisión de 2019 en Tel-Aviv, dos integrantes del equipo de la delegación islandesa y un guía local cruzaron de noche el control de seguridad de Kalandia, que separa Jerusalén de Ramala. Buscaban pequeñas banderas palestinas, con idéntica o mayor cautela que si traficaran con armas o estupefacientes. Porque esas enseñas eran material altamente inflamable, pues iban a ser mostradas durante un momento u otro de la actuación eurovisiva de la banda islandesa Hatari en un arriesgado ejercicio de visibilización de la causa palestina en suelo israelí.

Fue durante la votación del público cuando el grupo acabó mostrando en pantalla tres de esas bufandas palestinas, en una breve pero impactante imagen que la UER no pudo censurar. El estupendo documental ‘A song called hate (Una canción llamada odio)’, de Anna Hildur, estrenado este jueves en Filmin, recupera aquel histórico episodio, así como el difícil camino, repleto de contradicciones ideológicos, que hubo de recorrer el joven grupo islandés de punk electrónico, famoso en su país por su indumentaria de cuero inspirada en el 'bondage' y su rotundo mensaje antisistema.

Islandia es uno de los pocos países europeos que ha reconocido al estado palestino. Y, en ese sentido, la participación de Hatari en Eurovision provocó un encendido debate tanto en el país como en el propio grupo, muy politizado más allá de su llamativa estética embutida en cuero y maquillaje. Más de 30.000 personas, en un país de unos 360.000 habitantes, firmaron una petición, en nombre de los derechos humanos, para no acudir a una edición de Eurovisión organizada en Israel. “¿Qué hace un grupo anticapitalista en un entorno tan capitalista como Eurovisión?”, se preguntan los tres integrantes de Hatari, Klemens Hannigan, Matthías Haraldsson y Einarmuy Stefánsson: “Mejor criticar al Gobierno israelí desde la discusión, desde el arte, que desde el boicot”.

Visita a Hebrón

El documental sigue al grupo desde su triunfo en la preselección de la televisión pública islandesa hasta su conflictivo viaje a Tel Aviv, en las fechas previas al festival. Durante esos días, visitarán Hebrón con un guía local y conocerán al músico palestino Bashar Murad, quien nueve años antes había intentado en vano que Palestina participara en Eurovisión. También dialogarán con el cineasta israelí Nadav Lapid, director de la estupenda ‘La profesora de parvulario’. Conocerán de primera mano la dura realidad de un conflicto sin límite, como lo demuestran los bombardeos israelís sobre la franja de Gaza en estas últimas semanas. Por supuesto, recibirán todo tipo de presiones por todas las partes, incluidas las de la UER, que les amenazará con la expulsión después de haber declarado que Israel practicaba el “apartheid” con la población palestina. Todo el mundo, en definitiva, esperaba que el grupo hiciera algún gesto sobre el escenario en una edición marcada por las protestas y las llamadas al boicot.

Canción sin incidencias, pero...

Bajo la mirada atentísima de 200 millones de espectadores, especialmente la de la organización, que siempre ha dedicado ímprobos esfuerzos para mantener el festival como un espacio inocuo, esterilizado, libre de ideología, Hatari interpretó su nihilista canción ‘Hatrið mun sigra’ (‘El odio prevalecerá’) sin la menor incidencia. Chasco generalizado. Pero durante el recuento de votos, cuando ya no había posibilidad de censura, el grupo exhibió desde la sala de espera tres bufandas con el nombre de Palestina y los colores rojo, negro, blanco y verde de su bandera. El gesto, severo y parsimonioso, duró apenas unos segundos antes de que la realización cortara el plano, pero el impacto fue casi telúrico. En plena conmoción, sin saber muy bien aún a qué podían atenerse, Hatari recibiría en la ‘green room’ la visita de un conmovido Miki Núñez, el representante español: “Bien hecho, tíos. Amo Islandia y amo a Hatari”. 

Lo que empezó quizá siendo una broma, un gesto provocador, por parte de Hatari acabó siendo un profundo acto político que provocó el agradecimiento del pueblo palestino y el aplauso de la sociedad islandesa. El documental de Anna Hildur acaba siendo, en este sentido, una emocionante reflexión sobre el compromiso político del arte en la que participa incluso la primera ministra islandesa, Katrin Jakobsdóttir: “La política no es solo para políticos, es para todos. Todo el mundo puede expresar su opinión política, y los artistas especialmenten tiene libertad para usar estrategias y que esas opiniones lleguen a la gente”.

Hatari, representante de Islandia, quedó situada en el puesto décimo, de 26 participantes, de la 64ª edición del Festival de Eurovisión, celebrada en el Pabellón 2 del Centro de Convenciones de Tel Aviv, Israel, el 18 de mayo de 2019.

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