ESTRENOS DE LA SEMANA

Crítica de 'First cow': un wéstern que no lo parece

La realizadora independiente Kelly Reichardt ofrece un wéstern ligero y precioso que huye de la iconografía habitual del género

Estreno de la semana. Tráiler de 'First cow'

Estreno de la semana. Tráiler de 'First cow'. /

Quim Casas

Quim Casas

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El último filme de la directora independiente Kelly Reichardt es un wéstern precioso y pausado, ligero y poco tenso. Al mismo tiempo, y por todo ello, es un anti-wéstern: minimalista, rehuyendo parte de la iconografía explícita del género. Es tan personal, en cuanto al cine del Oeste, como ‘Deadman’, firmada por otro independiente, Jim Jarmusch. Casualidad o no, aquella tenía como protagonista a un personaje llamado William Blake, como el poeta y pintor; esta se abre con una cita del mismo artista.

 Tras la cita, vemos a una mujer y a un perro en un bosque. Parece que estemos en el inicio de ‘Wendy y Lucy’, la obra maestra de Reichard, historia de una joven (Michelle Williams) y su perra. Pero tras esta imagen entre inquietante y sorprendente, con el hallazgo de un esqueleto escondido en la tierra, el relato se pliega en el tiempo y viaja hasta la primera mitad del siglo XVIII para contar la historia de amistad entre un dubitativo cocinero y un inmigrante chino perseguido por unos asesinos rusos.

Reichardt, como Jarmusch pero con un tempo distinto, filma igualmente las pausas, los tiempos muertos, el placer de la contemplación, el descubrimiento, la supervivencia, la fisicidad de un paisaje sin contaminar. Es un wéstern que no tiene nada que ver ni con John Ford ni Sergio Leone, ni con Clint Eastwood ni Quentin Tarantino. Y el final, como el de ‘Deadman’, es muy hermoso.