Hito audiovisual

‘El inocente’: las 5 razones de un éxito planetario

La serie de Netflix dirigida por Oriol Paulo, protagonizada por Mario Casas e inspirada en la novela de intriga homónima de Harlan Coben se mantiene como número 1 en España y número 3 en todo el mundo

Mario Casas y Aura Garrido, en 'El inocente'

Mario Casas y Aura Garrido, en 'El inocente' / Quim Vives

Beatriz Martínez y Julián García

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La ecuación Harlan Coben + Oriol Paulo + Mario Casas parecía ganadora ya de entrada, dado el descollante éxito de las novelas negras del autor norteamericano y de la anterior colaboración entre el director y el actor, la película ‘Contratiempo’. Pero casi tres semanas después de su estreno en Netflix, la serie ‘El inocente’ se confirma no solo como un previsible éxito de audiencia, sino como uno de los grandes hitos del año del audiovisual hecho aquí. Este adictivo ‘thriller’, pura prestidigitación narrativa en forma de puzle, se mantiene como indestructible número uno del ránking en España; y según la web especializada en audiencias digitales FlixPatrol, es la tercera serie más vista en todo el mundo, solo por detrás de la segunda temporada de ‘Love, death & robots’ y de la primera de ‘Jupiter’s legacy’.

‘El inocente’, lo sabrán ya, relata la historia de un joven, Mateo Vidal (Mario Casas), que sale de la cárcel tras haber cumplido condena por haber matado accidentalmente a otro joven en una pelea de discoteca. Se supone que ha rehecho su vida junto a su mujer, Olivia (Aura Garrido), pero las sombras del pasado siempre vuelven y todo se desmorona cuando recibe una misteriosa llamada. A partir de aquí, la historia se descompone en piezas de un rompecabezas que el espectador deberá ir encajando; y en el que nada, ni nadie, es lo que parece. O quizá sí. Quién sabe. Un endiablado, casi chiflado, ejercicio de intriga del que intentaremos desgranar el secreto de su éxito en cinco claves:

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Coben y Paulo, gran pareja de baile

Mario Casas, en un fotograma de 'El inocente'

Mario Casas, en un fotograma de 'El inocente' / Quim Vives

‘El inocente’ se basa en el ‘best-seller’ homónimo de Harlan Coben, uno de los grandes nombres de la novela criminal norteamericana, maestro moderno, según la certera definición de su colega Dan Brown, del “agárrate y no te menees desde la primera página”. Estaba claro, por tanto, que Coben y Paulo, otro talento desbocado a la hora de atrapar al espectador con su sentido del laberinto narrativo y el hábil giro de guion, estaban destinados a entenderse. 

En la novela, la acción transcurre en Nueva Jersey; en la serie, en Barcelona. Paulo ha introducido cambios obligados en el relato de Coben, incluida la resolución, pero el escritor, que ejerce de productor y ha mantenido estrecho contacto con su creador, asegura sentirse entusiasmado con el resultado final de la serie: “¿Puedo decir que ‘El inocente’ es la mejor adaptación de una de mis obras?”, declaró el propio Coben a Juan Manuel Freire en una entrevista con este diario.

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El precedente de 'Contratiempo'

Oriol Paulo ya había sorprendido en 2012 con su ópera prima, ‘El cuerpo’, ‘thriller’ con cierto aire de ‘giallo’ que inauguró el Festival de Sitges y que giraba en torno a la desaparición de un bello cadáver, el de Belén Rueda. Tras escribir guiones del gran culebrón de TV-3 ‘El cor de la ciutat’, daría un golpe inesperado con su segundo largometraje, ‘Contratiempo’. Aquella intriga a lo Brian de Palma sobre un tipo (Mario Casas) acusado de asesinar a su amante (Bárbara Lennie) no fue un gran éxito en España, pero los misterios de la vida la convirtieron en un hito de público en China, donde se mantuvo cinco semanas en el ‘top ten’ y recaudó cerca de 30 millones de dólares. Ello propició su estreno en un buen número de países y su condición de inesperado 'hit' global.

Del (estupendo) reparto de ‘Contratiempo’, Paulo repite con Mario Casas, José Coronado y Ana Wagener, quien también participaba en su anterior película, la misteriosa 'Durante la tormenta’. Es el elenco, precisamente, uno de los grandes activos de ‘El inocente’ para mantener en pie el complejo entramado narrativo que Paulo tiene entre las manos.

Mario Casas y Oriol Paulo, en el rodaje de 'Contratiempo' en el MNAC

Mario Casas y Oriol Paulo, en el rodaje de 'Contratiempo' en el MNAC / Quim Vives

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Una vorágine de acontecimientos

Es difícil resistirse al mecanismo narrativo que despliega ‘El inocente’. Paulo ya había demostrado ser un experto ilusionista a la hora de jugar con los resortes del ‘thriller’ travieso en sus anteriores películas, pero en este caso consigue que cada capítulo se convierta en una vorágine de acontecimientos que se despliega frente a nuestros ojos sin que apenas haya un minuto de descanso. 

No hay límites en esta escalada de locura argumental y eso convierte a la serie en un ‘guilty pleasure’ absolutamente adictivo que parece reinventarse a cada momento

Acompañado en el guion por Jordi Vallejo (‘No matarás’) y el dramaturgo Guillem Clua, premio nacional de teatro, compone un puzle en el que cada personaje tiene su capítulo (que se inicia a través de su voz en ‘off’) para adentrarnos en su punto de vista dentro de una historia que se despliega en forma de ramillete, avanzando mientras se cierran o se abren nuevas bifurcaciones, en un trabajo de multiperspectivismo casi al borde del delirio, pero en el fondo tan cerebral como perfectamente orquestado. Así, ‘El inocente’ se erige como un artefacto realista pero no naturalista (la lengua catalana no existe en la serie pese a estar ambientada en Barcelona y alrededores; tampoco hay Mossos d’Esquadra, solo Policía Nacional) en el que cada truco y giro se recibe con regocijo. No hay límites en esta escalada de locura argumental (monjas tatuadas suicidas, falsas identidades, clubs de prostitución marbellís, pederastas enmascarados, policías de doble cara…) y eso convierte a la serie en un ‘guilty pleasure’ absolutamente adictivo que parece reinventarse a cada momento.

Miqui Esparbé y Juana Acosta, en la serie 'El inocente'

Miqui Esparbé y Juana Acosta, en la serie 'El inocente' / Quim Vives

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La precisa puesta en escena

Cuando un guion es tan complejo y alambicado, tiene tantos recovecos y personajes, la forma de plasmarlo en imágenes resulta fundamental. Es importante no perderse y para eso cada escena tiene que ser ejecutada con una precisión de cirujano. Si en sus anteriores trabajos Paulo había apostado por un estilo visual más hermético y frío, en esta ocasión la contundencia expresiva resultaba fundamental. Su cámara es elegante, pero al mismo tiempo se deja llevar por todo el artificio de la historia creando momentos realmente memorables en los que la realidad queda en suspenso para dar paso a un universo propio en el que cualquier cosa puede pasar.

Un fotograma de 'El inocente', de Netflix

Un fotograma de 'El inocente', de Netflix / Quim Vives

Su cámara es elegante, pero al mismo tiempo se deja llevar por todo el artificio de la historia creando momentos memorables

Al mismo tiempo, el ritmo que se imprime es de frenético remolino (solo las aperturas en voz en ‘off’ contienen tanta información a través de un montaje tan espídico que podrían ser casi una película independiente), salpicado en momentos icónicos por canciones que nos llevan de LCD Soundsystem a Marilyn Manson pasando por Goldfrapp, Sharon van Etten, Mogwai o The Jesus and Mary Chain. ‘El inocente’ es, en el fondo, un auténtico caramelo pop

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La peluca como máscara

En todas las películas de Oriol Paulo los personajes llevan peluca. ¿Por qué? ¿Se ha convertido en un "estilema irrenunciable" en su cine como dijo en un tuit su compañero de profesión Paco Plaza? Puede que Paulo sea un fetichista de los postizos, no lo sabemos, pero lo cierto es que todas sus criaturas esconden algo y quizás sea esa la forma de agazaparse tras una máscara que les ayude a disimular quiénes son en realidad. 

Alexandra Jiménez, en la serie 'El inocente'

Alexandra Jiménez, en la serie 'El inocente' / Quim Vives

Pero lo que está claro es que ‘El inocente’ se ha convertido por méritos propios en la mayor batalla de pelucas que ha dado la ficción española. Y también contiene la mejor batería de nombres propios: Candance Russo y Kimmy Dale a la cabeza, a la altura de iconos nominales como la malograda Ronette Pulaski de ‘Twin Peaks’, una auténtica fantasía que podría servir para estampar camisetas. Cada uno de los personajes se parapeta detrás de su disfraz, ya sea de monja o de policía. Y solo podremos acceder a su verdadera identidad cuando se quiten ese disfraz que está lleno de claves y enigmas. 

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