La reconstrucción de la música en directo

Canet Rock vuelve el 3 de julio con 22.000 asistentes sin distancias y con test de antígenos y mascarillas

El festival confirma su celebración como “prueba piloto”, siguiendo los protocolos ensayados en Apolo y en el Palau Sant Jordi, y pide a los asistentes que abonen 7 euros para ayudar a cubrir el coste del dispositivo sanitario

El grupo musical Buhos

El grupo musical Buhos / El grupo musical Buhos (Ayuntamiento de Parets)

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Jordi Bianciotto
Jordi Bianciotto

Periodista

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Los tests de antígenos señalizan el camino para el festival Canet Rock, que confirma su edición de este año para el 3 de julio, tras el aplazamiento de 2020, acogiéndose al protocolo establecido en el concierto de Love of Lesbian en el Palau Sant Jordi. Las dimensiones mayores del recinto, el Pla d’en Sala, así como el aire libre y el proceso de vacunación, que se prevé avanzado por esa fecha, le dan empuje para hacer del festival una nueva “prueba piloto”, sin distancias y con mascarillas, esta vez con 22.000 personas, que deberán dar negativo en el test para acceder a los conciertos. 

Canet Rock ha negociado los protocolos “con un gobierno que ya no está”, apunta a este diario Gemma Recoder, que a la espera de saber quiénes serán sus nuevos interlocutores en la administración catalana (en Cultura, Salut y el Procicat), dice disponer de la “aprobación del gobierno en funciones para anunciar el festival”. El permiso sanitario bien puede hacerse esperar hasta la víspera de su celebración, como sucedió, señala, en el concierto del Sant Jordi, pero la muestra, que cuenta con la supervisión de la Fundació Lluita contra la Sida i les Malalties Infeccioses, se acoge al “acuerdo verbal” para tirar millas.

Puntos de testeo

El festival representará así “una prolongación” de las pruebas de Apolo y del Palau Sant Jordi, según las cuales “se ha demostrado que dando negativo en el test de antígenos no puedes tener, en las siguientes 24 horas, la carga vírica suficiente para contagiar”, subraya Gemma Recoder. Todos los asistentes, incluidos artistas y profesionales, deberán bajarse la aplicación y hacerse el test (que no será nasofaríngeo, sino nasal) en uno de los múltiples puntos que el festival establecerá en diversos enclaves de Catalunya, entre ellos Canet y Barcelona.

El dispositivo de los tests, con su correspondiente personal sanitario, tiene un coste económico calculado en quince euros por asistente, y aunque el festival asume una parte y cuenta con que Cultura cubra otra (“esperamos que el próximo ‘conseller’ mantenga el compromiso de la actual titular Àngels Ponsa”), los asistentes deberán abonar una suma de siete euros. Quienes no deseen acudir al festival disponen de quince días para devolver las entradas, que “inmediatamente” se irán poniendo a la venta para satisfacer a nuevos compradores. Viendo la respuesta en la jornada del miércoles, Recoder estima que “el protocolo del test de antígenos no ha echado atrás a la gente, más bien al contrario”. En Canet Rock saben que con todo ello están “mareando un poco al público”, pero “esta es la única manera de hacer el festival”.

Mensajes pro-vacunación

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En el Pla d’en Sala se separarán las barras de bebidas y los ‘food trucks’ del área de los conciertos, siempre que la normativa no cambie (“a relajar medidas siempre estamos a tiempo”), y se está acordando con el Ayuntamiento de Canet establecer calles y carriles de un único sentido para acceder al recinto. Se abrirán las salidas de emergencia para multiplicar las vías de evacuación y se repetirán por megafonía mensajes pro-vacunación y recordatorios de que seguimos en pandemia, dirigidos enfáticamente al joven público del festival.

Canet Rock, que este año cuenta con artistas como Stay Homas, Búhos, Zoo, Suu y Oques Grasses, adopta este operativo, en línea con el que contemplan el Cruïlla y Vida Festival, sabiendo que, si todo va bien, no lo repetirá nunca más. “Lo hacemos para no perder otro año, aunque nos quedemos a cero de beneficios, o incluso con algunas pérdidas, pero no hay peor cero que no hacer el festival”, reflexiona Gemma Recoder. “Esperemos que el año que viene, este dispositivo ya sea historia”.