Crítica de cine: 'Vivir sin nosotros', las fases de una ruptura

Las rupturas sentimentales se convierten en auténticos campos de batalla. Reproches, puñaladas traperas, golpes bajos, actitudes mezquinas… todo un mosaico de comportamientos rastreros que destapan el rencor o el dolor que genera la pérdida del amor. El director sueco David Färdmar se encarga de radiografiar este proceso tomando como punto de partida la separación de una pareja gay que ha caído en una rutina tóxica y profundamente autodestructiva. 

Adrian (Björn Elgerd) es excesivamente controlador y Hampus (Jonathan Andersson) se siente completamente anulado. Lo que sigue es la crónica de la disolución del ‘nosotros’ y de la recuperación de la individualidad más allá de la primera persona del plural a partir de toda una serie de fases que nos llevan por la negación y la rabia hasta la superación. Es una cuestión de palabras, pero también de espacios, de los huecos que quedan, tanto físicos como emocionales, cuando una persona elimina su rastro y hay que aprender a vivir sin él. También de los silencios, de las miradas perdidas, del sentimiento de vacío. 

'Vivir sin nosotros', parte de un cortometraje previo protagonizado por los mismos actores y vendría a completar ese minimalista relato del desconcierto tras la separación en el que late la dependencia y la fragilidad. Así, la gelidez ambiental contrasta con el furibundo y contradictorio ardor interno de unos personajes consumidos al mismo tiempo por el deseo y la decepción.