UN CATALÁN UNIVERSAL

Francesc Tosquelles, el psiquiatra que aprendía de los "locos"

Un libro y una futura exposición internacional rescatan al médico de Reus que creó la psiquiatría institucional

El terapeuta tuvo contacto con los surrealistas y fue, involuntariamente, uno de los impulsores del Art Brut

Francesc Tosquelles

Francesc Tosquelles

Elena Hevia

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De tanto en cuanto surge en Catalunya un genio a contracorriente, al que es casi imposible encerrar en una simple definición. Pasó con el universal Dalí, el visionario Gaudí y también ocurre con el psiquiatra de Reus Francesc Tosquelles (Reus 1912 -Granges-sur-Lot 1994). Con su aspecto de profesor Tornasol y su personalidad antiautoritaria y extravagante, a este renovador de la psiquiatría, exiliado en Francia tras la Guerra Civil y naturalizado francés en 1947, Catalunya le debe no pocas disculpas por no haber reconocido su trabajo.

Ahí es nada: haber acuñado y puesto en práctica la psiquiatría institucional que postula que son las instituciones y no las personas las que están averiadas (por entonces daban miedo) y es necesario sanarlas; haber utilizado las habilidades artísticas de los pacientes en su proceso de curación y por lo tanto haber colocar los primeros mimbres para lo que años más tarde Jean Dubuffet denominaría Art Brut, el arte realizado en los márgenes de la sociedad; haber tenido un contacto directo con popes del surrealismo como Paul Eluard o Tristan Tzara o con filósofos como Gilles Deleuze  y Félix Guattari, y sobre todo estar convencido de que el paciente no tiene que estar en una posición de sometimiento respecto al médico y que lo mejor que puede hacer un terapeuta es ‘déconner’, es decir, desbarrar para conectar con el enfermo. Y es que el enfermo mental, decía, es el verdadero “maestro” del psiquiatra.

Un rescate a lo grande

Para remediar este abandono surge ahora el libro ‘Tosquelles. Curar les instituciones’ (Arcàdia), de Joana Masó, que selecciona algunos textos fundamentales hoy inencontrables tanto en catalán como en castellano del excéntrico psiquiatra junto a documentos y fotografías de la época contextualizados por la  crítica literaria. Pero ahí no acaba el rescate, en octubre y en la ciudad de Toulouse su figura será objeto de una exposición que viajará al CCCB de Barcelona en el 2022 para pasar en septiembre al Museo Princesa Sofía y acabará en el 2023 en el American Folk Museum de Nueva York, un centro especializado en Art Brut.

Francesc Tosquelles leyendo en la cama.

Francesc Tosquelles leyendo en la cama. / Archivo familiar. Reproducción Roberto Ruiz

Hay muchas historias que revelan el carácter poco ortodoxo de este antifascista que antes del estallido de la guerra se movió en la órbita del POUM y exprimió una Barcelona convertida en una especie de pequeña Viena cuando muchos seguidores de Freud, judíos perseguidos, se refugiaron en la ciudad. Luego, durante la contienda, y en Almodóvar del Campo como jefe del servicio de psiquiatría llegó a contratar a prostitutas en paro para cuidar a los soldados en estado de shock para que los cuidasen y, sin mantener con ellos relaciones sexuales, pudieran redactar informes sobre las fantasías eróticas de estos.

Ya en Francia, renovará con su filosofía el hospital de Saint-Alban, en Lozère (Occitania, una de las zonas más despoblada y pobres del país. “Es muy interesante pensar –explica Masó- que los surrealistas durante la ocupación, bien se fueron al exilio como Breton o bien se refugiaron en Saint-Alban”.  Es el caso de Paul Eluard, que se internó allí como paciente para burlar a los nazis. Además algunas de las obras creadas por los "locos", como se decía antes sin pudor, como el hoy muy cotizado Auguste Forestier, fueron adquiridas por Picasso, Dora Maar o Tristan Tzara. “En el surrealismo la locura siempre ha sido un elemento clave pero en este caso el paso de estos artistas por Saint-Alban deja de ser una metáfora para convertirse en algo concreto”.

Para terminar de redondear el personaje, no hay más que acudir a youtube y deleitarse con el monstruoso francés en el que se expresó durante casi 60 años –y eso que llegó a firmar como François-. Muy inteligentes tenían que ser sus palabras para que la 'intelligentzia' francesa no despreciara al que machacaba así el idioma de Molière. “Solía contar que él hablaba un francés aberrante para que los enfermos tuvieran que hacer el esfuerzo de traducirle, lo que viene a ser la esencia psicoanalítica por excelencia, en la que es el enfermo el que debe hacer el verdadero trabajo”.  Sea o no esto cierto, él se sabe tan excéntrico como Groucho Marx y se aprovecha de ello para acceder a los pacientes. “En Saint-Alban las fuerzas vivas del pueblo solían acudir al cine-club organizado por él, porque al final siempre salía a improvisar sus comentarios que hacían morir de risa al personal”.

Cuenta Joana Masó cómo los cuatro hijos de Tosquelles relataban la vida cotidiana en Sant-Albans, donde toda la familia vivía junto a los enfermos. “Hablan de un paraíso, de una etapa magnífica, cuando dentro del manicomio todos participaban en fiestas de disfraces , circo con elefantes o películas de Buñuel. Cuando por fin los hijos de Tosquelles salieron al mundo lo encontraron muy poco interesante”.

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