Crítica de libros

Crítica de 'El hombre perdido': instrucciones para no morir en el desierto

Jane Harper se consagra como una de las grandes voces del género policíaco con su tercera novela

icult jane harper

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Marta Marne

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El cadáver de Cameron Bright aparece junto a una lápida, deshidratado y abrasado por el sol. Su coche está a 9 km, una distancia que no parece tan insalvable como para perder la vida recorriéndola, a no ser que vivas en los desiertos de Queensland (Australia), un lugar que en los últimos tiempos ha alcanzado temperaturas de 49ºC. La pregunta que todos se hacen es qué ha sucedido, por qué Cam se ha alejado tanto de su vehículo, un todoterreno equipado con radio, comida y bebida, sabiendo cuál podía ser su destino.

Jane Harper, al igual que hizo en 'Años de sequía' y 'Naturaleza salvaje', introduce el entorno como un elemento básico para sus tramas. En 'El hombre perdido' nos presenta un escenario donde no solo las condiciones de vida son extremas a nivel físico, sino también mental. No es para menos: nos hallamos en un espacio en el que, en ocasiones, el vecino más cercano se encuentra a tres horas de coche.

A pesar de lo que sugiere el planteamiento inicial estamos ante un relato de secretos familiares. Y para contarlo, Harper despliega un tratamiento del tiempo narrativo excelente. Mediante una serie de 'flashbacks' conoceremos el pasado de los Bright, centrando el foco en Nathan, el mayor de los hermanos. Estos pasajes aparecen intercalados en la novela, consiguiendo así que el interés del lector no decrezca en ningún momento. La autora no tiene prisa: sabe que tiene 384 páginas por delante y no cae en la tentación de giros imprevistos y sin sentido. El resultado es una obra de intriga creciente en la que la historia no pesa tanto como sus personajes. Y ese es su gran acierto.