Premios de Hollywood

‘Sound of metal’, el lacerante sonido de la sordera

Los ingenieros mexicanos Jaime Baksht y Michelle Couttolenc han conquistado el Oscar a mejor sonido por su trabajo como mezcladores del portentoso universo sonoro creado por el artista francés Nicolas Becker para la ópera prima de Darius Marder

El excelente filme, que optaba a otras cinco estatuillas, detalla el difícil proceso de adaptación de un batería de noise metal que pierde la audición

Riz Ahmed, en un fotograma de 'Sound of metal'.

Riz Ahmed, en un fotograma de 'Sound of metal'. / El Periódico

Julián García

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En ‘Sound of metal’, un batería de noise metal (Riz Ahmed) pierde el oído de forma repentina mientras observa una cubeta de vinilos justo antes de un concierto: un zumbido agudo, unos ruidos sin contornos, unas voces ahogadas parecidas a burbujas surgidas del fondo del mar… La extraordinaria ópera prima de Darius Marder detalla el difícil viaje del músico hacia la sordera y, para ello, se sustenta no tanto en las imágenes como en un diseño de sonido capaz de describir toda la confusión, el terror y la rabia por la que transita su protagonista. Un intenso y sutil ejercicio de orfebrería acústica que, como era de prever, conquistó el Oscar al mejor sonido, y cuyos principales artífices son el artista sonoro francés Nicolas Becker y los mezcladores mexicanos Jaime Baksht y Michelle Couttolenc.

En el magnífico documental 'La magia del sonido en el cine', el director y arquitecto sonoro David Lynch lamentaba que "la gente habla sobre la imagen de una película, pero no habla tanto sobre el sonido". En ese mismo trabajo, el legendario diseñador y montador sonoro Walter Murch adviertía de que “el sonido es el primer sentido que se conecta”, pues antes de nacer solo ves oscuridad. "En efecto, el sonido es algo muy importante, más de lo que pensamos. Es el 50% de una película”, asegura en conversación por Zoom con este diario Michelle Couttolenc desde la habitación del hotel de Los Ángeles en que se alojaba antes de la ceremonia de los Oscar. “Por fortuna, cada vez hay más directores que toman mucho en consideración el sonido. Y este ha sido el caso de Darius Marder y ‘Sound of metal”. Se une a la charla virtual, desde otra estancia del hotel, Jaime Baksht, que llega con la nariz dolorida tras ser sometido a una de las muchas pruebas PCR que han debido pasar estos días: “En el caso de esta película, el sonido es, en efecto, un elemento crucial, porque se trataba, precisamente, de narrar en pantalla el hecho de que alguien pierda la capacidad de escuchar”.

Jaime Baksht y Michelle Couttelenc, en los estudios donde mezclaron 'Sound of metal'.

Jaime Baksht y Michelle Couttelenc, en los estudios donde mezclaron 'Sound of metal'. / El Periódico

El equipo de ingenieros, que lleva tres lustros largos trabajando juntos, relata que el trabajo de creación del fabuloso universo sonoro del filme recayó en el artista francés Nicolas Becker, que, en sus numerosos trabajos para el cine, ha colaborado con Polanski, Cronenberg o Cuarón. “Más que un diseñador sonoro, Becker es un artista, un genio, un tipo que ha compartido su concepto emocional con pintores o escultores, que ha hecho instalaciones sonoras para museos”, explica Couttolenc. Para dar forma a su ópera prima, Marder no quería un sonido convencional; pretendía algo diferente a lo que podría haber hallado en Hollywood. Ese toque especial, de lacerante realismo, lo encontró en Becker.

Cámara anecoica sin sonido

Ambos investigaron durante un año diferentes procesos de sordera. Entrevistaron a decenas de afectados por pérdida de audición y a médicos especialistas. Realizaron complejos experimentos en una cámara anecoica de París donde el sonido no existe. Crearon un complejo universo sonoro alrededor de la progresiva e imparable pérdida de audición del batería, su trabajosa adaptación a la sordera. El sonido, y su ausencia. Ahora solo faltaba mezclarlo, darle vida.

Aquí es donde intervinieron Couttolenc y Baskht. Becker estaba en Nueva York trabajando en la grabación de un disco de Patti Smith. Buscaba un sitio especial para mezclar la película, y un músico mexicano, Leonardo Heiblum, le dijo: “Amigo, tengo tu lugar perfecto. Son los estudios de posproducción Splendor Omnia de [el director] Carlos Reygadas". Un lugar casi perdido en la montaña, en Tepoztlan, México. Allí, Becker empezó a trabajar con el técnico Carlos Cortés, también nominado por su trabajo. “Carlos hizo una primera aproximación. Luego nos pasó el testigo a nosotros. Y, bueno, eso es un poco todo: nuestra labor ha sido mezclar los sonidos creados por Becker. Unir esas ideas. Somos ese eslabón de unión”, relata Baksht. Ambos, Jaime y Mich, culminarían el trabajo en su estudio propio, Astro LX, ubicado en la capital mexicana.

Nivel de perfección

El nivel de perfección y exigencia autoimpuesto ha rozado la obsesión. “El concierto de inicio lo remezclamos diez veces. Darius nos decía que a él le sonaba bien, pero, no, no, nosotros notábamos que faltaba algo”, ríe Baksht. En algunos pasajes se ha trabajado con 800 capas de sonido. “Ha sido complejo, sí, pero no creemos que haya sido nuestro trabajo más complicado. Al ver que la película iba quedando como Darius y Nicolas esperaban, hubo mucha confianza y trabajamos con mucha libertad”, afirma Couttolenc. “Es cierto, muchas veces las dificultades no vienen del proyecto, sino de la gente involucrada, y en este caso todo fluyó muy bien”, añade su colega.

Couttolenc, precisamente, es la primera mujer mexicana que consigue un Oscar al mejor sonido, en el primer año, por cierto, en que las dos categorías tradicionales, mejor edición de sonido y mezcla de sonido, quedaron unificadas en una sola. “Para mí es muy emocionante y un motivo de orgullo. Me gusta que cada vez seamos más mujeres. Y no solo en sonido. Es estupendo que este año haya dos mujeres nominadas a mejor dirección [en referencia a Chloé Zhao y Emerald Fennell]. Es sinónimo de que, por fin, algo está cambiando”, afirma la mezcladora.

Antes de acabar, Baskht pide la palabra y hace un inciso necesario: “Quiero matizar una cosa: siempre se dice que el sonido, la fotografía o los efectos especiales son los ‘premios técnicos’. Pero el sonido, nuestro trabajo, es mucho más que algo técnico. Si no tienes nada que decir, si no hay nada dentro, si no hay alma, es simple tecnología. Nosotros utilizamos herramientas para explicar algo, para expresar emociones a nivel sensorial, como un pintor utiliza un pincel”. Imposible hallar un mejor ejemplo de lo que dice Baksht que ‘Sound of metal’, película nominada a seis Oscar en total (incluido mejor filme, actor y guion original ) y de imprescindible audición a través de auriculares estéreo o equipos de audio doméstico de 5.1. “Nosotros creamos la película en 5.1 para cines, pero luego, cuando Amazon la compró, hicimos una versión en estéreo que creemos que también ha quedado muy bien”, resumen Baksht y Couttolenc.

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