Obituario

Muere Monte Hellman, director de 'Carretera asfaltada en dos direcciones'

El director norteamericano, fallecido a los 91 años, fue el autor de algunos filmes independientes de verdadero culto de los años 70, además de quien mejor asesoró a Quentin Tarantino en la preparación de ‘Reservoir dogs’.

Monte Hellman, en el centro, con James Taylor y Dennis Wilson en el rodaje de 'Carretera asfaltada en dos direcciones'

Monte Hellman, en el centro, con James Taylor y Dennis Wilson en el rodaje de 'Carretera asfaltada en dos direcciones' / The Criterion Collection

Quim Casas

Quim Casas

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Si tuviéramos que retener solo dos aspectos en la trayectoria de Monte Hellman, cineasta estadounidense independiente fallecido ayer a los 91 años, uno sería sin duda el hecho de haber realizado una de las películas más icónicas del cine ‘indie’ de los 70, ‘Carretera asfaltada en dos direcciones’ (1971). La otra, no como director, sino como asesor, es ‘Reservoir dogs’. Quentin Tarantino llegó a principios de los 90 a las dependencias del Sundance Film Institute con el guion bajo el brazo. Hellman le asesoró, pulió algunas cosas del proyecto y tanto se implicó que acabó figurando como productor ejecutivo del filme.

Considerarlo un padrino del cine independiente de las últimas décadas me parece un tanto exagerado, pero Hellman si que fue un espejo en el que mirarse. Y la imagen que reflejaba ese espejo era la correcta para todo cineasta independiente con convicción de serlo. Hellman se fogueó con Roger Corman, gran cazatalentos y maestro de la serie B, pero también explotador de sus colaboradores y pupilos. Trabajar en las películas baratas de Corman le dio a Hellman el temple necesario para abordar después sus propios proyectos al margen del sistema.

Monte Hellman, en el festival de Venecia del 2010.

Monte Hellman, en el festival de Venecia del 2010. / Reuters / Tony Gentile

Corman dirigía ‘El terror’ (1963), protagonizado por Jack Nicholson y Boris Karloff. Necesitaba alguien para rodar algunos planos en exteriores. Escogió a Francis Ford Coppola, y quedó satisfecho. Necesitó a otro director para nuevas escenas: “Convoque a Hellman, un joven valor que prometía mucho”, recordaría Corman en su autobiografía. No era tan joven, tenía 32 años, y a Corman le jugó una mala pasada su memoria, ya que en 1959 le había producido a Hellman su debut como director, ‘Beast of the haunted cave’, sobre un monstruo devuelto a la vida tras la explosión en una gruta.

‘Carretera asfaltada en dos direcciones’, una ‘road movie’ nihilista e influenciada por la Nouvelle Vague y por Robert Bresson, interpretada por dos músicos (James Taylor y Dennis Wilson, batería de los Beach Boys) y el siempre magnífico Warren Oates, adquiriría la consideración de película de culto con el paso del tiempo. Fue una ‘rara avis’ en el cine de aquellos años, pero no en la obra de Hellman.

Antes, y apadrinado por Corman, había dirigido dos wésterns absolutamente abstractos, ‘El tiroteo’ y ‘A través del huracán’, ambos de 1966 y protagonizados por Jack Nicholson, también guionista del segundo. Después rodaría, de nuevo con financiación de Corman, ‘Gallos de pelea’ (1974), en la que Oates encarna a un individuo que recorre el sur del país para participar en las peleas de gallos. En esta época estuvo a punto de dirigir ‘Pat Garrett y Billy the kid’ (1973), pero su buen amigo Sam Peckinpah acabó filmándola. Sin rencor. Hellman había sido montador de ‘Aristócratas del crimen’ (1975), un policíaco peckinpaniano, y en el peculiar spaghetti-wéstern ‘Clayton Drunn’ (1978), regreso de Hellman al cine del Oeste por la vía italiana, Peckinpah intervino como actor en un reparto de lo más heterogéneo: el fiel Oates, Fabio Testi, Isabel Mestres, Jenny Agutter y el director de ‘Grupo salvaje’.

Como tantos otros cineastas norteamericanos desclasados, empezó a rodar fuera. Lanzarote fue el escenario de ‘La iguana’ (1988), otro intento, esta vez frustrado, de aventura metafísica. Desde entonces, y más allá de su contribución a la existencia de ‘Reservoir dogs’, unos cuantos filmes alimenticios rodados con oficio y vanos intentos de recuperar la estela del autor perdido: de ‘Posesión alucinante’ (1989), tercera entrega de la irrelevante serie de filmes de terror inaugurada con ‘Noche de paz, noche de muerte’, a ‘Road to nowhere’ (2010), un ‘thriller’ de cine dentro de cine que compareció en el festival de Sitges.