Los testimonios

Una exalumna de Danza del Institut del Teatre: "Destrozaron mi autoestima"

Cinco antiguos estudiantes del Conservatori Professional, entre ellos Janna Mir, relatan experiencias de humillación y presión máxima

Jana Mir

Jana Mir / Xavi González

Marta Cervera

Marta Cervera

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La danza nunca ha sido una carrera fácil. La presión en el Conservatori Professional de Dansa (CPD) arruina los sueños de muchos antes de dar el salto profesional. Algunos alumnos salen tan traumatizados que abandonan, otros siguen adelante en otros centros.

Janna Mir, exalumna del Conservatori Professional de Dansa (CPD) desde hace 10 años, todavía recuerda la bulimia que empezó a desarrollar cuando, a los 16 años, pasó de sacar notables a suspender en quinto curso. Siempre ha pensado que su actividad como líder estudiantil afectó a su desarrollo. "Llevaba en el centro desde los 12 años y a los 16 pasé de ser de las mejores a tener 4,5 y 5. De golpe se consideró que mi rendimiento no era el mismo y me marginaron en las clases". Su madre, profesional de la danza, no entendía nada. “Fueron a por mí. Había liderado una serie de protestas y caceroladas en el atrio", recuerda hoy, a sus 27 años. Le plantearon repetir. "Decían que me faltaba madurez". Era difícil asumir no solo el mensaje sino el desprecio de algunos. "Mi profesora de especialidad, que ya no está en el centro, no hacía más que criticarme: que si necesitaba piernas más largas, que si había engordado, que si era mala en contemporánea... ".

Aquella situación le creó inseguridad. Apareció la bulimia. Al final, si se trataba de madurar, mejor repetir el último curso y no el penúltimo. Así lo pactó su madre pensando en sacarla de allí cuanto antes y matricularla en otro centro donde terminó sus estudios. Después hizo un grado superior en el extranjero. "En los tres sitios donde hice pruebas me aceptaron. Me matriculé en el Conservatorio Real de Amberes. Había mucho nivel". Pasados unos años, cuando llegó el momento de ir a 'castings' para encontrar trabajo como intérprete, no pudo más: “Me bloqueé, de repente no quería que nadie me juzgara. Tenía pánico a salir a escena. Me rompí". Vomitaba entre clase y clase. Aquello la hizo recapacitar: volvió a España y buscó ayuda. Lleva años haciendo terapia. "El trauma viene de todo lo sucedido en el IT, algo muy profundo que salió cuando menos lo esperaba. La autopresión tras vivir un episodio tan fuerte a una edad tan frágil destrozó mi autoestima", señala. "Falta pedagogía artística. Como adolescente allí normalizas que si quieres bailar debes seguir el rollo a los profesores. El ambiente del IT es muy tóxico. Hay otras maneras de enseñar". 

Jarro de agua fría

Lo de repetir no es extraño en el CPD. Incluso habiendo aprobado, te lo recomiendan. "Yo había pasado todo, vi las notas con 7, 8 y 9, pero me dijeron que tenía que repetir quinto. Si me negaba, ya sabía donde estaba la puerta. Eso, a un año de licenciarte y obtener el título", cuenta una exestudiante que coincidió con Janna. "Me vendieron que de todos era la que mejor perfil para entrar en IT Dansa y me iría bien repetir", dice en referencia a una prestigiosa compañía de posgraduados, un buen trampolín al mundo profesional que no alcanzó. "Fue recoger el diploma y colgar las zapatillas. No quiero saber nada de esa gente". Prefiere que su nombre no aparezca, ya suficientemente duro es revivir todo aquello.

Maltrato psicológico

Durante el curso pasado, otra repetidora que estaba estudiando la especialidad de Baile Español lo dejó tras cuatro años en el CPD. "Estaba repitiendo y en febrero me suspendieron. Como el 'feedback' que me habían dado era bueno hasta entonces, no entendía nada. Tuve que ir profesor por profesor a preguntar dónde fallaba. Uno me dijo: 'No te preocupes, con 19 años tienes toda la vida por delante, esto no es lo tuyo". La psicóloga del centro le recomendó apoyo externo. "El especialista me dijo que yo no tenía ningún problema: que si estaba triste y mal era por la forma como me habían tratado". Actualmente estudia en en el Conservatorio de Valencia.

Otra exalumna más antigua recuerda: "En su momento, aquello me afectó, después lo he positivado. Yo entré en cuarto con 19 años [cada año hay unas pocas plazas para alumnos nuevos], y me pasaron a quinto. Fue duro pero me puse las pilas rápido. Asistía a todas las clases y cumplía con todo pero decidieron no aprobarme. Compaginar Bellas Artes y Danza les parecía mal", resume. "Aunque no todos los profesores estaban de acuerdo, acabé repitiendo. Me sentí como la oveja negra por no tener el perfil estándar".

Poca diversidad

Otro alumno de aquella época, que entró con 21 años en cuarto de clásico, critica "una intolerancia extrema a la diversidad". Y añade: "Lo que querían era un rebaño de ovejas". Él llegó al CPD con ganas de comerse el mundo. "En el IT destruyeron toda mi autoestima, mi seguridad, acabé saliendo con taquicardia, pensando que no era digno de salir al escenario". En el IT le decían: "No entrarás nunca en una compañía de danza, como mucho harás un poco de tele" o "estiras las piernas como un bailarín de Tele 5". ¿Algún comentario positivo? “No, nunca. Había nula empatía, congruencia, capacidad de escucha y motivación para progresar". Abandonó el centro pero acabó bailando.

Suscríbete para seguir leyendo