Revolución en las aulas

Alumnos de Danza del Institut del Teatre denuncian vejaciones

Estudiantes de 12 a 18 años del Conservatori Professional de la institución afirman que algunos profesores les humillan verbalmente de forma sistemática

Los futuros bailarines critican un ambiente tóxico que continúa, aseguran, tras el escándalo del área de Arte Dramático

BARCELONA 13 04 2021 Icult  Los alumnos del Centre Profesional Dansa del Institut del Teatre protestan con una performance en el atrio del centro  No quieren que se vea sus caras  Cubriran sus caras con carteles en los que denuncian el trato de los profesores con frases que han escuchado de ellos  Institut del Teatre  Placa Margarida Xirgu  FOTO de RICARD CUGAT

BARCELONA 13 04 2021 Icult Los alumnos del Centre Profesional Dansa del Institut del Teatre protestan con una performance en el atrio del centro No quieren que se vea sus caras Cubriran sus caras con carteles en los que denuncian el trato de los profesores con frases que han escuchado de ellos Institut del Teatre Placa Margarida Xirgu FOTO de RICARD CUGAT / RICARD CUGAT

Marta Cervera

Marta Cervera

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Otro cauce tóxico discurría, y discurre, en paralelo al escándalo de presunto acoso sexual en el Institut del Teatre (IT) que el febrero pasado provocó que Joan Ollé fuera apartado de la docencia y la dimisión de Magda Puyo y todo su equipo directivo. Los alumnos del Conservatori Professional de Dansa (CPD), integrado en la institución, denuncian vejaciones y abusos de poder por parte de profesores del centro, como ya hicieron sus compañeros de la Escola Superior d’Art Dramàtic.

Se trata, en este caso, de estudiantes de 12 a 18 años cuyos cuerpos son sus herramientas de trabajo. "Esconde la barriga que se te salen las butifarras", "Aprieta el culo para que no se te vea la celulitis", "Chicas, estad más quietas que solo servís para decorar" o "No te empeñes en ser fea" son ejemplos de las humillaciones verbales que los adolescentes afirman recibir a menudo.

La nueva directora del IT, nombrada de manera provisional tras la dimisión de Puyo, es Núria Plana, profesora de danza clásica que lleva 22 años en el centro, donde imparte clases tanto en el CPD, que forma a bailarines de danza clásica, contemporánea y española, como en el Conservatori Superior de Dansa (CSD), que concede la titulación de profesor de danza o la de bailarín y coreógrafo. Los futuros bailarines reclaman ser escuchados. Quieren participar en la creación de un código ético, así como el apoyo de nutricionistas y psicopedagogos. Este diario ha intentado hablar con la directora del CPD, Marina Escoda, y con profesores. Sin éxito.

Coreografía de protesta

Esta misma semana organizaron una coreografía de protesta en el atrio, que empezó con una treintena larga de alumnos tapándose la cara con carteles donde se leían frases de profesores en las aulas como las citadas arriba. "Queremos que las cosas cambien, que las nuevas generaciones no tengan que pasar por lo mismo que nosotros", explica un miembro de la asamblea que prefiere quedar en el anonimato.

Aunque tras la dimisión del anterior equipo la Diputació de Barcelona, máxima responsable del centro educativo, aseguró que la opinión de los alumnos sería tenida en cuenta en la elección de la dirección -en principio durará hasta el 30 de noviembre, cuando se convocará un nuevo concurso público-, Plana no ha contado ni con el voto de los alumnos de Danza, que votaron en blanco, ni con el de los de Teatro, que votaron en contra. "Ella era la mano derecha de Puyo. Es más de lo mismo", critican los alumnos de Danza, que encaran la recta final del curso 2020-21 entre el reto de pasar las evaluaciones y sus actividades reivindicativas. Han tomado buena nota de lo ocurrido en la sección de Arte Dramático del IT. La particularidad del CPD es que la mayoría de los alumnos son menores. Abarca de primero de ESO a Bachillerato y salen con la titulación de ESO, Bachillerato y grado medio de Danza. Eso, si no lo dejan antes. Muchos no aguantan la presión a la que les somete un sistema educativo donde algunos profesores ejercen la autoridad de forma despótica. En total son unos 200 alumnos y hay una veintena por clase aproximadamente.

Falta de control

Una estudiante, que también reclama anonimato, denuncia la filosofía del centro y la falta de control sobre los docentes y sus técnicas. "Un profesor usaba como técnica de calentamiento que todos nos pusiéramos a correr y tocáramos el culo de los otros, él incluido en el juego. También necesitaba calentarse", dice con sorna. También habla de discriminación y arbitrariedad, y no es la única. "Hay profesores que solo se dedican a enseñar a sus favoritos. El resto estamos en la clase y hacemos lo que podemos. Hace unos años ya nos quejamos de este trato desigual. No hubo respuesta desde dirección general".

Como sus colegas, los estudiantes de teatro, están cansados de ser ignorados. "Nunca nos han explicado que existan protocolos contra abusos en el centro ni qué podemos hacer ante ellos. Ha habido una falta de comunicación total esperemos que pueda cambiar", señala. "Si criticas a los profesores puedes acabar mal. Somos pocos estudiantes y hay miedo a hablar", reconoce. Su petición de poder crear un buzón a disposición de los alumnos para recoger sus quejas fue prohibida: "Nos dijeron que era ilegal".

Lo que sí hicieron fue colgar carteles en el centro con frases humillantes que habían hundido a más de uno en clase, como los que utilizaron después en la acción reivindicativa: "No tenéis condiciones para bailar", "En Rusia hay una operación para alargar las piernas", "Ojalá existiera un detergente para quitar las curvas", "No te empeñes en ser fea", "Las chicas ensalada, los chicos solomillo", etcétera. Estas frases desde luego no ayudan a combatir la bulimia y la ansiedad que lamentablemente suelen aparecer tarde o temprano si uno se obsesiona con el cuerpo a una edad tan temprana. Los estudiantes piden otro trato, más clases de nutrición y más ayuda psicopedagógica.

Los alumnos, ahora agrupados en una asamblea para reclamar cambios, sorprendieron un día con una acción en la que fueron a clase vestidos del sexo opuesto. "Lo hicimos para reivindicar un trato más igualitario, pero, como pasó cuando colgamos los carteles, volvimos a ser muy criticados por algunos profesores -dice la estudiante anterior-. 'Ahora veréis lo que se sufre siendo un chico', nos amenazó uno. 'Reivindicáis la igualdad pero colgáis fotos sexualizadas y enseñáis el culo', nos dijo otra. Algunas chicas se pusieron a llorar. No entienden nada. Los profesores quieren hacerte sentir pequeño, utilizan el sarcasmo para decirte cosas heavy". Otros, directamente, insultan. "Tener que escuchar en clase comentarios vejatorios por tu orientación sexual no es de recibo". Pero, por ahora, nadie ha entonado un 'mea culpa'. Hay tensión en los pasillos y las aulas.

Institución arcaica

Les preocupa que no haya un canal de comunicación seguro para hablar de tú a tú. "Los profesores nos envían el mensaje de que trabajando juntos cambiarán las cosas pero nuestra sensación es que nos quieren callados para que no cambie nada y menos, que salga a la luz todo lo que ocurre", señala el primer estudiante. La principal herramienta de un bailarín es su cuerpo. Los cambios de los 12 a los 18 años son muchos y los comentarios despectivos no ayudan. "¿Por qué no nos dan cursos de nutrición? ¿Por qué no hay un equipo de psicopedagogos? ¿Por qué no forman a los profesores en diversidad de género? Es una institución antigua y arcaica, aunque la gente tiene la idea de que es muy liberal".

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