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Crítica de 'I care a lot': postureo nihilista

Rosamund Pike interpreta a una tutora legal de ancianos que estafa a una anciana vinculada con la mafia

Estrenos de la semana. Tráiler de 'I care a lot'

Tráiler de 'I care a lot'. /

Nando Salvà

Nando Salvà

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Mitad comedia negra y mitad 'thriller' criminal, la nueva película de J Blakeson retrata a varias personas terribles que se hacen cosas terribles las unas a las otras, y durante un rato proporciona un espectáculo razonablemente disfrutable mientras lo hace, a pesar de que sus constantes esfuerzos por exhibir sarcasmo y amoralidad son francamente molestos.

Rosamund Pike la protagoniza en la piel de Marla, que ejerce de tutora legal de ancianos con el fin de robarles todo lo que poseen, y que comete el error de estafar a una anciana vinculada con la mafia. Y a partir de esa premisa, decimos, 'I care a lot' se muestra ciertamente eficaz generando suspense, hasta que sus giros argumentales se vuelven demasiado absurdos, y Blakeson va renunciando al cinismo para pontificar de forma nada profunda contra la avaricia del capitalismo y tocarnos la fibra sensible.

Entretanto, la película se toma demasiadas molestias en demostrar qué malvada y qué dura es Marla, y no las suficientes a la hora dotarla de más de una sola dimensión. Blakeson intenta tímidamente sugerir sus vulnerabilidades y hasta convertirla en justiciera feminista, pero no logra dejarnos ver más allá de su desagradable fachada. Incluso los sociópatas pueden tener rasgos seductores y, de hecho, eso es algo que Pike ya demostró con su fantástico trabajo en 'Perdida' (2014). Marla en cambio, tiene tanto carisma como una tapia.