CRÍTICA DE LIBROS

'Gordo de feria': una novela de barrio

Esther García Llovet cierra su 'Trilogía instantánea de Madrid' con una novela exquisita

esther garcia llovet

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Marta Marne

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Vivimos en los tiempos del adjetivo innecesario, del exceso de subordinadas y de la incapacidad de manejar las elipsis con destreza. Cada libro que sale al mercado parece competir en grosor y peso con el anterior, y la literatura —en muchos casos— acaba quedando a un lado en favor del entretenimiento. Por eso cada novela de Esther García Llovet es un acontecimiento. En tan solo 160 páginas es capaz de contar una historia, de divertir casi hasta la risa, de meter el dedo en la llaga de lo social y de retratar el Madrid contemporáneo sin que falte una sola coma.

Castor es humorista. Vive en el Madrid de las zanjas y las barras de bar. Está cansado del éxito, de las firmas y de los fans. Y gracias a una serie de casualidades no solo tiene dinero para ponerle remedio sino también un doble exacto a él: Julio, un camarero soso y en apariencia simplón que tan solo necesitará ganar algo de peso para convertirse en otra persona. En Castor. 

La prosa de Llovet destaca por su sencillez y su sequedad. Pero eso no es un obstáculo para que a lo largo del libro encontremos

frases de una belleza turbadora. Los diálogos sin acotaciones y el dominio de la gestión del tiempo consiguen un texto limpio y depurado. Llovet no subestima a sus lectores y los sabe capaces de rellenar los huecos con los que siembra sus obras. Juega con el localismo en sus ambientaciones —sabiendo que los barrios no difieren tanto unos de otros— y con la extrañeza. Explota el potencial de lo que para algunos resultaría anodino. Y el resultado es magistral, un 'noir' surreal y poco convencional. Una auténtica 'rara avis'.