Estreno en HBO

Crítica de 'La Liga de la Justicia de Zack Snyder': el triunfo del ego artístico

Este nuevo montaje de cuatro horas que emite HBO será visto por unos como la prueba fehaciente del genio insobornable de su autor y por otros como una obra aplastada por sus propias pretensiones

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La liga de la justicia

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Nando Salvà

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No hay duda de ‘La Liga de la Justicia de Zack Snyder’ es superior a ‘La Liga de la Justicia’ (2017). Pero, al mismo tiempo, tiene sentido -según la lógica comercial, claro- que en su momento Joss Whedon fuera contratado para completar el proyecto después de que Snyder lo abandonara a mitad de producción, aunque eso significara contravenir los deseos del autor original. La nueva versión, después de todo, dura cuatro horas y dos minutos o, dicho de otro modo, la sexta parte de un día. Películas de ese tamaño no son fáciles de estrenar en cines.

En buena medida para aplacar la ira de todos esos fans para quienes Snyder es un visionario, los estudios Warner Bros. dieron a Snyder carta blanca no solo para materializar su idea original sino para expandirla, y en consecuencia el cineasta gastó 70 millones de dólares en el rodaje de un nuevo final y un rebuscado epílogo que se las arregla para añadir más personajes al ya de por sí atiborrado elenco, y parece dar paso a una secuela que probablemente nunca llegue a existir.

A nivel argumental, en todo caso, la nueva versión no aporta grandes cambios; sigue relatando los esfuerzos de Batman y Wonder Woman por armar un grupo de justicieros capaces de proteger el planeta de un invasor alienígena. La diferencia es que Whedon dispuso de solo dos horas de película para introducir tres nuevos superhéroes, contemplar a un villano decidido a reunir tres cajas mágicas y resucitar a Supermán, y el espacio se le quedó pequeño. Contar con el doble de metraje -y con el estreno de ‘Aquaman’ hace poco más de dos años- ha permitido a Snyder tomarse su tiempo para definir los contornos de los personajes y las relaciones que mantienen a través de largos ‘flashbacks’, más subtramas y secuencias oníricas; gracias a ello, por ejemplo, los actos de Steppenwolf adquieren una motivación casi trágica, y por fin sabemos qué pinta Cyborg en todo esto. 

Gracias a ello ahora ‘La Liga de la Justicia’ es una película coherente y dotada de un sentido narrativo. Pero, por otra parte, no logra demostrar que sean necesarias cuatro horas para seguir la pista de tres cajas mágicas; lo único que demuestra, en ese sentido, es que en su concepción misma -presentar un supergrupo de justicieros en la línea de ‘Los Vengadores’ sin haberles dado antes a muchos de ellos una película propia con la que darse a conocer-, ‘La Liga de la Justicia’ fue un error de cálculo.

Para hacer avanzar la historia, supuesto, Snyder recurre al estilo visual reminiscente del cómic y el videojuego, el tono oscuro y gravísimo y las ínfulas épicas y operísticas que ya hace tiempo convirtió en su sello autoral; y en el proceso, además, da más peso narrativo a asuntos como las relaciones paternofiliales, el trauma y el duelo -no es causal que dedique la película a su hija Autumn, cuyo suicidio lo empujó a abandonar inicialmente el proyecto-; la nueva versión, en suma, aspira a ser mucho más honda que la de Whedon, cuya principal preocupación era parecerse al cine de Marvel.

Mirada solemne

Pero, por otra parte, la primera película aportaba una humanidad que aquí brilla por su ausencia. Snyder convierte a los personajes en encarnaciones divinas del poder y la fuerza y, en consecuencia, la mirada que les dedica es permanentemente solemne y grandiosa. Casi todas las coreografías de acción son capturadas a cámara lenta, y algunas de ellas casi llegan a detenerse; es como si la película pretendiera no acabar nunca.

Y lo cierto es que está a punto de lograrlo. La película se hace interminable, y no solo porque al parecer Snyder decidió que ni las escenas más superfluas ni las más redundantes iban a quedarse fuera del montaje final sino también porque, pese a estar dividida en capítulos, la narración carece de ritmo y estructura; los acontecimientos que transcurren en la primera mitad del relato podrían presentarse en un orden distinto y no pasaría nada. 

En última instancia, ‘La Liga de la Justicia de Zack Snyder’ será vista por unos como la prueba fehaciente del genio insobornable de su autor y por otros como una obra aplastada por sus propias pretensiones. Lo que no admite discusión, eso sí, es que logra reivindicarse como la versión más legítima de sí misma y también logra reivindicar a Snyder de una forma no exenta de ironía: después de ser durante mucho tiempo la película que los estudios le arrebataron, ahora se convierte en un monumento en honor a su ego artístico.

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