Crítica de teatro

'La malaltia': retrato de la artista adolescente

El director del Lliure, Juan Carlos Martel, opta por una adaptación nada convencional de 'Los males de la juventud' de Bruckner, su primera obra tras tomar el timón del teatro

ICULT LA MALALTIA FOTO SILVIA POCH

ICULT LA MALALTIA FOTO SILVIA POCH / Sílvia Poch

Manuel Pérez i Muñoz

Manuel Pérez i Muñoz

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Conectar con el público joven y bajar la media de edad en las plateas, este es sin duda uno de los retos más acuciantes que debe afrontar nuestra escena. El Lliure se ha puesto manos a la obra en su nueva etapa. También su director, Juan Carlos Martel, ha querido abordar el tema de la juventud en su primer espectáculo programado en la sala grande de Montjuïc, 'La malaltia'. Planteada como un docudrama escénico, la pieza se basa en el texto 'El mal de la juventud' (1926) de Ferdinand Bruckner, adaptado para la ocasión por la ensayista Íngrid Guardiola en su primer contacto con la escena teatral.

En sus anteriores espectáculos -'Sis personatges' y 'Càsting Giulietta'- Martel había explorado con acierto el teatro inclusivo con actores no profesionales, sin olvidar el anclaje en referentes literarios como Pirandello o Shakespeare. Para el cierre de la trilogía cuenta con un plantel de jóvenes intérpretes escogidos en un casi inédito casting público. Como base, una obra emblemática del teatro alemán no demasiado representada aquí. En ella se traza un descarnado retrato de la juventud de entreguerras previa al estallido del nazismo, un grupo de estudiantes de medicina que se aboca a los excesos de una espiral de destrucción nihilista. "O nos aburguesamos o nos suicidamos", plantea su escena más recordada. El juego de espejos entre el texto original y su fragmentada adaptación que apunta al presente ofrece reflejos no siempre coincidentes.

Cuadros de un rodaje

No se conforma el montaje con la representación convencional del original. Las escenas de la obra de Bruckner se presentan como cuadros de un rodaje ideado por una artista audiovisual. Las cámaras captan lo que vemos en pantalla. Corte a corte, las interrupciones en la supuesta filmación acaban bajando la intensidad de una narración que no acaba de cuajar en todo su dramatismo.

Paralelamente, se plantea una estructura de corte más ensayístico, con los intérpretes fuera de la trama proyectando la obra hacia nuevas reflexiones no presentes en el original. Se abordan estadísticas de suicidios entre adolescentes, se plantea la frustración ante la falta de alternativas al capitalismo y se trata el casting como metáfora de la situación de vulnerabilidad que sufren los jóvenes. Se esboza otra concepción del 'teenager' surgida en la cultura pop, con momentos musicales inspirados en The Beatles y algunas digresiones cinematográficas 'indie' con fragmentos del cine de Kiarostami o comentarios a Cuarón. Vetas fértiles y más espontáneas que esbozan una fotografía generacional que queda sepultada ante el peso creciente de la adaptación de Bruckner. Entre la representación naturalista y el ejercicio posdramático, 'La malaltia' parece tan atrapada en la indefinición como esa juventud que retrata.