Papeles confesionales

Juan Marsé, ácido sulfúrico

Un diario llevado por el escritor en el 2004 y tres libretas de anotaciones posteriores se reúnen en 'Notas para unas memorias que nunca escribiré'

El autor de 'Últimas tardes con Teresa' dispara con bala a escritores, editores, periodistas y cineastas en un libro póstumo que no iba a serlo

Barcelona  ( Barcelones )   06 04 2017     I Cult   El escritor Juan Marse   presenta su ultimo libro  en un restaurante de Barcelona              Arxiu   DG   170406         ex   0 265     en la foto    El escritor Juan Marse   en la entrada del restaurante de la Gran Via          FOTO   PUIG  JOAN

Barcelona ( Barcelones ) 06 04 2017 I Cult El escritor Juan Marse presenta su ultimo libro en un restaurante de Barcelona Arxiu DG 170406 ex 0 265 en la foto El escritor Juan Marse en la entrada del restaurante de la Gran Via FOTO PUIG JOAN / JOAN PUIG

Elena Hevia

Elena Hevia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Como dice Ignacio Echevarría, encargado de la edición de ‘Notas para unas memorias que nunca escribiré’ (Lumen), este es un libro “vitriólico”. Durante años, Juan Marsé contestaba desdeñoso a las insistentes preguntas de los periodistas que jamás escribiría sus memorias porque no consideraba que su vida tuviera el suficiente interés, especialmente para sí mismo. El autor de ‘Últimas tardes con Teresa’ fue siempre remiso a mostrar su intimidad y solo en libros muy tardíos como ‘Caligrafía de los sueños’ asumió y reconoció su carácter autobiográfico, así que la promesa de un diario de escritor más de tipo reflexivo suponía en principio toda una novedad.

El nuevo libro, que se publica pocos meses después del también inédito 'Viaje al Sur,' reúne un diario que el escritor se obligó a llevar en el 2004 –el año de la matanza de Atocha o el tsunami del sudeste asiático- al que se añadió el contenido de tres pequeñas libretas en las que el autor recogió desde 2006 hasta 2019 diversas impresiones, recuerdos, alguna que otra ocurrencia divertida, anotaciones sueltas de tipo diarístico, amén de dibujos realizados por el propio autor (y que se recogen en esta edición) además de recortes de revistas a modo de ‘collage’.

El conjunto apuntala esa imagen de tipo gruñón, nada dotado para las relaciones sociales y la vida literaria, que a Marsé –buen amigo de un pequeño círculo de amigos íntimos- siempre le gustó cultivar pero va un paso más allá, especialmente en sus contundentes opiniones, no ya las esperables sobre sus bestias negras de siempre: Convergencia, Jordi Pujol, Baltasar Porcel, Juan Manuel de Prada o los protagonistas del ‘procés’, sino también sobre innumerables editores, autores, cineastas o periodistas, a los que fustiga sin misericordia, que, a buen seguro, quedarán desagradablemente sorprendidos al verse descalificados con nula o escasa argumentación. Ahí está el vitriolo, el ácido sulfúrico. Echevarría en su prólogo se apresta a precisar que esta no es una operación editorial sobre la que un  autor difunto poco puede decidir respecto a sus inéditos ya que fue el propio Marsé el que preparó y autorizó su publicación que no se preveía fuera póstuma.

Juicios reactivos

 Echevarría apunta en el prólogo del libro dos razones para aceptar publicar estaexposición de sus juicios más punzantes. La primera está podría ser el económico pero también la necesidad, en sus últimos años, de desembuchar públicamente sus opiniones: “Por ofensivos que puedan resultar estos juicios no son de naturaleza agresiva sino más bien reactiva: todos sumados configuran una especie de cartografía moral que, antes que informar sobre las personas de que se ocupa, traslucen la personalidad del mismo Marsé”. Así puede leerse: “Javier Cercas = prosa resabiada, Carlos Ruiz Zafón = prosa insolvente, Juan Manuel de Prada = prosa ensotanada”. O la entrada que le dedica a Carlos Fuentes: “Era el tipo de escritor que yo no querría ser por nada del mundo. Prepotente, mediático y diplomático y superlativo”. A  Javier Marías. “Tiene una inteligencia descapotable y un ego a piñón fijo. Buen escritor, pero demasiado verboso para ser memorable”. A Luis Goytisolo: “Demasiadas palabras para decir tan poco, y demasiadas plumas para tan pequeño pavo real”. O a J. J. Armas Marcelo: “es uno de esos escritores felices a los que hay que agradecerles todos los libros que no han escrito”.

‘Notas para unas memorias que nunca escribiré’ va mucho más allá de las incorrecciones puntuales marca de la casa, aunque las entradas de un diario que lleva a desgana para disciplinarse y en el que se flagela continuamente, suponen también el retrato de la naturaleza contradictoria del autor, quien cada día compraba y leía tres diarios que alimentaban su odio cartaginés a sus periodistas culturales y columnistas. Tal es su necesidad de no contaminarse con las necesidades editoriales del grupo Planeta, que relata la incomodidad que le supuso formar parte del jurado que premió a Lucía Etxebarría y que puede leerse como antecedente a sus descalificaciones a Maria de la Pau Janer y Jaime Baily  en el polémico Premio Planeta del 2005, un año más tarde. En general es un diario escrito con un ánimo bastante plomizo que se mira constantemente en un pasado luminoso, el de la infancia, al que se añade su fascinación por el cine clásico de Hollywood que revisa por las noches en su dvd. “Si algo ilustra este diario impregnado de abatimiento –precisa Echevarría- es de qué modo esa patria [la infancia] irradia una luz cuyos destellos apagan, por contraste, toda otra experiencia, sumiendo en la grisura y la sordidez los días del presente”. Es un Marsé que, afectado por dolencias cardíacas y más tarde renales, está aprendiendo a hacerse viejo.  

El abuelo nadador

  • Marsé contempla en este libro íntimo que ha querido hacer público una faceta tierna que se concreta en el relato de su encuentros con su nieto Guille, el hijo de la también escritora Berta Marsé. El pequeño de cinco años logra que el autor deje a un lado muchas de las tarde una escritura que se le resiste -o así lo explica- para dibujar junto a él una y otra vez a Batman, el héroe favorito del pequeño. 
  • Los whiskies con los amigos en el Bauma o el Majestic, las cenas con la familia o con su agente Carmen Balcells llenan las páginas del diario. También su afición a la natación:«He soñado que nadaba en un lago, nadaba sosegado, interminablemente. Nadar así es un sueño feliz que me acompaña desde la infancia».

Suscríbete para seguir leyendo