Viñetas letraheridas

'Warburg & Beach', la biblioteca y la librería que burlaron al nazismo

El guionista Jorge Carrión y el dibujante Javier Olivares firman un cómic en formato acordeón donde enlazan los revolucionarios proyectos del creador del 'Atlas Mnemosyne’ y de la librera de Shakespeare & Co

Viñeta de 'Warburg & Beach', con Sylvia Beach y James Joyce entrando en la librería Shakespeare & Co.

Viñeta de 'Warburg & Beach', con Sylvia Beach y James Joyce entrando en la librería Shakespeare & Co.

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Un libro-objeto, en formato acordeón, cuyas viñetas se despliegan por ambas caras en una doble narración sobre dos vidas que revolucionaron la relación de los lectores con los libros en la primera mitad del siglo XX: la de Sylvia Beach (1887-1962), alma de la librería Shakespeare & Company de París y primera editora del ‘Ulises’ de James Joyce, y la del historiador alemán Aby Warburg (1866-1929), creador de la personalísima e influyente biblioteca Warburg en Hamburgo y de un lenguaje artístico que volcó también en el proyecto del ‘Atlas Mnemosyne’. Es ‘Warburg & Beach’ (Salamandra Graphic), el nuevo cómic del escritor y guionista Jorge Carrión (‘Barcelona. Los vagabundos de la chatarra’) y del dibujante Javier Olivares, quien tras ‘La cólera’ y el Premio Nacional de ‘Las Meninas’ (junto a Santiago García) vuelve a superar con creces un reto creativo y visual, que invita al lector a interactuar. 

Viñeta de 'Warburg & Beach', con la librería Shakespeare & Co.

Viñeta de 'Warburg & Beach', con la librería Shakespeare & Co. / JAVIER OLIVARES

Quienes ya habían formado tándem en ‘Shakespeare & Cervantes’ (Nórdica) hablan, pandemia obliga, por videoconferencia. Carrión desde Barcelona y Olivares desde Madrid. “El artefacto del acordeón era una reivindicación del libro en papel y a la vez era ideal para contar dos vidas paralelas sin jerarquizarlas”, apunta Carrión (Tarragona, 1976), quien cuando su editora, Catalina Mejía, ya tenía el cómic casi camino de la imprenta añadió más páginas al guion “buscando raíces y expansiones de las relaciones entre prescriptores y artistas en la cultura”: un prólogo sobre Mary Wolstonecraft (1759-1797), crítica, pionera feminista y madre de Mary Shelley, ligada a la inestimable ayuda de su editor, Joseph Johnson, que la animó y apoyó; y un epílogo sobre Frances Steloff, propietaria de la librería vanguardista de Nueva York Gotham Book Mart, el artista Marcel Duchamp y su mujer, la estadounidense Mary Reynolds, que hizo una encuadernación artesanal del ‘Ulises’ y colaboró con la Resistencia francesa contra los nazis antes de escapar por los Pirineos. 

La amenaza nazi

Es precisamente el nazismo uno de los paralelismos que unen las historias, destaca Olivares (Madrid, 1964). “La resistencia contra los nazis y la amenaza de los censores, que han intentado controlar la cultura sin conseguirlo. El libro sobrevive a pesar de los horrores nazis y de las guerras. Y ahora, los libreros, con la complicada situación durante la pandemia, han seguido abriendo, y los escritores han seguido escribiendo. La cultura se cuela por las rendijas igual que la hierba crecía entre los adoquines del asfalto durante el confinamiento”. 

Viñeta de 'Warburg & Beach'.

Viñeta de 'Warburg & Beach'. / JAVIER OLIVARES

“Beach se negó a vender un ejemplar del ‘Finnegans Wake’ de Joyce a un oficial nazi aunque eso significara el fin de la librería, pero fue un fin digno y valiente”, apunta Carrión. Antes de que el nazi volviera para cumplir su promesa de confiscarlo todo, ella trasladó y ocultó todos los libros en otro lugar y borró el nombre de Shakespeare & Co de la fachada. Poco después, como otros estadounidenses, fue internada seis meses en el campo de Vittel.

Burlar a Hitler

Warburg murió en 1929 pero su biblioteca y centro de estudios, un laberinto ordenado no alfabéticamente sino según asociaciones de imágenes o símbolos, fue preservado por sus colegas que, en 1933, con la llegada de Hitler al poder y viendo su afán por quemar y prohibir libros, decidieron trasladar a Londres los 60.000 volúmenes, láminas y archivos, donde aún hoy componen el Warburg Institute. 

“En todo el cómic hay figuras autoritarias y censoras. En una especie de fascismo ‘avant la lettre’, ves cómo Mary Wollstonecraft vendió muchos más libros mientras firmó de forma anónima que cuando, animada por las ventas, publicó con su nombre”, señala el guionista sobre la autora del pionero 'Vindicación de los derechos de la mujer'. 

Jorge Carrión (izquierda) y Javier Olivares, entre una imagen de Hitchcock.

Jorge Carrión (izquierda) y Javier Olivares, entre una imagen de Hitchcock. / SALAMANDRA GRAPHIC

Modelos a seguir

“Shakespeare & Co. es el modelo de librería moderna que luego han seguido Eterna Cadencia de Buenos Aires, City Lights de San Francisco, la Robinson Crusoe de Estambul o La Central o Laie, que guardan un espíritu que han heredado nuevas librerías de ahora en Barcelona como la Byron, Ona o Finestres. Beach prestaba libros y hacía exposiciones, creó un centro cultural. Como escribe Irene Vallejo en ‘El infinito en un junco’, la Biblioteca de Alejandría era también una academia, un museo, un templo, un centro polivalente, de traducción… Beach extrema esa naturaleza en el ámbito privado de las librerías y Warburg, en el ámbito privado de influencia pública de las bibliotecas”, explica Carrión, autor de los ensayos ‘Librerías’ y 'Contra Amazon'. 

“En los 80 la librería Madrid Comics hizo una labor parecida a la de Beach -recuerda Olivares-. En sus sótanos se reunían dibujantes en tertulias, exposiciones… Era un lugar generador de proyectos y de encuentro de la historieta madrileña de la época, un sitio donde ocurrían cosas". "Hoy, la pandemia ha frenado en las librerías esa faceta de espacio agitador de la cultura, de cruce de personas, que se ha trasladado un poco al ámbito virtual. Pero hay que recuperarlo”, anima el dibujante.