Crítica de concierto
Dos pianos con la OBC
Juanjo Mena dirige con éxito un programa que contó con el arte de Josep Colom y Alberto Rosado
Pablo Meléndez-Haddad
La pandemia está posibilitando que conjuntos como la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), al verse obligada a reducir la plantilla que sube al escenario cada fin de semana, pueda programar obras que, en situaciones de normalidad, quedarían opacadas por proyectos de mayor envergadura. También ha provocado que se cuente más que nunca con directores y solistas locales, lo que se agradece. En este caso, volvía al podio del Auditori Juanjo Mena, un director español que es además una auténtica estrella internacional, y lo hacía junto a un destacado intérprete catalán del teclado como es Josep Colom, quien compareció acompañado de Alberto Rosado revisando un poco usual repertorio para dos pianos.
Antes, como preámbulo, se ofreció la música incidental ‘Las criaturas de Prometeo, Op. 43’ de Beethoven, una breve pero expresiva obertura de ballet datada en 1801 que podría definirse como un ‘Mozart de lujo’ por su fidelidad al clasicismo, ofrecida con nervio y garra, con una OBC atenta y eficaz.
El ‘Concierto para dos pianos y orquesta en Re menor’ de Poulenc (1932) fue uno de los principales atractivos de la velada. Mena dominó la partitura desde el principio, desde ese acorde inicial que debe sonar al unísono -aunque no lo fue tanto- y que es el tiro de salida de una obra fascinante que Josep Colom y Alberto Rosado asumieron con valentía, sin obviar la velocidad de vértigo que requiere la entrada de ambos. Hubo tensión y hermanamiento entre los solistas, y un adecuado equilibrio en las diferentes secciones de la orquesta, aunque, como en algunos ‘pizzicati’ aislados, faltó aseo en el entramado arquitectónico de una obra que en la acción de conjunto exige precisión bachiana.
Casi a modo de propina, Colom y Rosado impactaron al público con las ‘Variaciones sobre un tema de Paganini’ del gran Witold Lutoslawski, obra embriagadora para dos pianos que en algo más de cinco minutos causó sensación por el virtuosismo y la complicidad que demostraron ambos artistas.
Como colofón se programó a Alberto Ginastera y sus ‘Variaciones concertantes, Op.23’ (1953), obra típica de orquesta juvenil que permite el lucimiento de casi todos los solistas del conjunto, como fue el caso, ante un Juanjo Mena brillante en el gesto, en el sonido y en el discurso. OBC, más Mena por favor.
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