Crítica de cine

'Birdsong': todo por la música

Una película para dejarse llevar, hipnótica e insólita, respetuosa y extraña que retrata la realidad japonesa con respeto y sin indulgencia

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Birdsong'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Birdsong'. /

Quim Casas

Quim Casas

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La producción belga 'Birdsong' es una especie de fantasía 'arty', a la vez que un drama con toques surrealistas, a la vez que una reflexión sobre ciertos modos de la cultura japonesa desde el prisma europeo, a la vez que una exploración de la creación artística y de lo que una persona es capaz de hacer para llevar a cabo sus ideas. Muchas cosas y bien enhebradas, con una estética poderosa y al servicio de una idea, lejos del vacuo esteticismo.

Su protagonista, Asuka, limpia de noche las oficinas de un edificio donde trabaja un importante productor musical y se graban las emisiones de un programa de nuevos talentos de la canción. Utilizando también elementos de una intriga más o menos policíaca, la película cuenta desde el tiempo presente todo lo que le pasó a la muchacha hasta conseguir participar en el programa, especialmente la relación con un profesor de música. Para pagar sus clases, tuvo que prostituirse. El filme está repleto de fugas extremas y bellas, como la secuencia en la que Asuka y otro individuo ponen música a unos videojuegos lisérgicos mientras beben absenta, así como representaciones plásticas de los temas musicales que, en pleno frenesí y sufrimiento, Asuka elabora con su profesor. Es ciertamente una película para dejarse llevar, hipnótica e insólita, respetuosa y extraña frente a esa realidad japonesa que la cámara fotografía con respeto y sin indulgencia.