EL LIBRO DE LA SEMANA

'Yoga': en los infiernos de la depresión

Emmanuel Carrère hace en su último libro una indagación en su trastorno bipolar sin olvidarse de su implacable ego

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carrere / Ricard Cugat

Valèria Gaillard

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“La literatura es el sitio donde uno no miente”. Si Emmanuel Carrère viviera en una casa antigua con vigas de madera, como su admirado Montaigne, se habría hecho inscribir este principio del escritor alemán Ludwig Börne bien visible, porque parece guiar su última novela 'Yoga' , que llega después de seis años de silencio. El escritor francés —autor de títulos como 'El adversario', 'Una novela rusa',' De vidas ajenas' o 'El Rein'o—explica que su intención inicial era escribir un “ensayo risueño y sutil sobre el yoga”. Sin embargo, el relato se convierte en la exposición a carne viva de su enfermedad: el trastorno bipolar y la depresión aguda. La gravedad es tal que a menudo se identifica con el escritor enloquecido de la película 'El resplandor', Jack Torrance, que solo es capaz juntar un puñado de palabras: “All work and no playmake Jack a dullboy”.

Siguiendo el esquema bipolar del ying y el yang, la primera parte del libro es luminosa, reflexiva y aporta diferentes definiciones sobre la meditación —práctica que Carrère conoce bien y que le sirve para controlar los 'vittri' o pensamientos negativos—, mientras que la segunda supone un viaje al infierno de la enfermedad mental, el pozo existencial y la apatía vital. Cual hizo el autor de los 'Ensayos', el autor francés se observa al mismo al tiempo que anda-escribe, no sin escatimar en ironía y espíritu crítico respecto al yoga y las contradicciones que genera. Por ejemplo, cuenta que, estando en Sri Lanka, un grupo de suizos alemanes que estaban haciendo un retiro de yoga y curas ayurvédicas en el hotel continuaron entonado sus mantras mientras afuera el país se desgarraba por el tsunami.

El lector transita veloz por la prosa aparentemente simple y fluida de Carrère, que abre su corazón en un intento por alcanzar la máxima sinceridad, reconociendo la tiranía de un ego enorme, su “obsesión” por ser un gran escritor, pero también indagando sobre la creación misma, siguiendo en este sentido al pianista Glenn Gould, para quien “el arte es un estado de quietud y admiración”. También recoge un homenaje a su editor Paul Otchakovsky-Laurens, fallecido en 2018, así como su vivencia del atentado de 'Charlie Hebdo', en el que falleció un amigo suyo. Finalmente, y en su afán por recuperarse de la depresión, Carrère va a un campo de refugiados en Grecia, donde su perspectiva vital va cambiando al enfrentarse a los problemas “reales” de los jóvenes sirios.

Si bien el libro consigue liberarse de la pretensión inicial de ser un manual sobre el yoga, después de todo el recorrido se cierra con un 'chimpún' risueño que desmerece la crudeza del camino, y en el cual parece pesar más la lógica narrativa que el tema complejo que intenta asir. Sin olvidar la polémica que se generó el año pasado en Francia a propósito de su pretendida sinceridad: su expareja, que entró en litigio con Carrère para que no hablara de su intimidad, ofrece una versión bastante diferente de su paso por el hospital psiquiátrico y su recuperación. Pero ya se sabe que, en literatura, y a pesar de venderse como un relato autobiográfico, solo se garantiza la verosimilitud.