Crítica de música clásica

El prodigioso laúd de Bach

Thomas Dunford culmina en el Palau la revisión de la obra completa bachiana para este instrumento

Thomas Dunford, en el Palau.

Thomas Dunford, en el Palau. / ANTONI BOFILL

Pablo Meléndez-Haddad

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El laudista parisino Thomas Dunford regresó al Palau para completar la revisión de la obra para laúd de Johann Sebastian Bach que el auditorio modernista ha venido ofreciendo en las cuatro últimas temporadas. Colaborador habitual de conjuntos de música antigua de referencia como Les Arts Florissants o la Academy of Ancient Music, Dunford hoy es director de la compañía de ópera Lafayette de Washington.

En esta velada conclusiva se ofrecieron obras nacidas de originales concebidos para violonchelo y violín en transcripciones tanto del propio Bach como del joven laudista francés. En un Petit Palau recogido y en un ambiente de intimidad y de absoluto silencio –¡sin toses!–, la velada comenzó con la ‘Suite para laúd en Sol menor, BWV 995’ en una transcripción del propio compositor de su quinta ‘Suite para violonchelo, BWV 1001’. Coronada con una ‘Gigue’ espectacular, la pieza encontró en el brillante archilaúd de Dunford un gran aliado, con una digitación pulida, clara y sin prisas ni roces, características que se pudieron apreciar durante toda la noche: un concepto del ‘rubato’ poco efectista, articulación justa y un fraseo en el que se intentaban destacar la totalidad de las voces, sin olvidar un contenido sentido del ornamento.

Con gusto y devoción

La siguiente obra interpretada también nace de las ‘suites’ para violonchelo, específicamente de la popular ‘Suite Nº 1 en Sol major, BWV 1007’, pero en una transcripción del laudista que recrea con gusto y devoción la conocida obra bachiana.

El programa se cerró con la célebre ‘Chacona’ de la ‘Partita para violín en Re menor, BWV 1004’, también en transcripción de Dunford e interpretada de manera brillante, poniendo con este inigualable monumento sonoro el punto final a un proyecto con el que el Palau sigue convirtiendo a Barcelona en una ciudad ‘Bach-friendly’ por excelencia.