Obituario

Johnny Pacheco, el 'inventor' de la salsa

Al frente del sello discográfico Fania Records, el flautista, percusionista, director y productor impulsó y globalizó la música del 'barrio' sintetizada en los 60 por la inmigración latina de Nueva York

Johnny Pacheco

Johnny Pacheco / EFE / Miguel Rajmil

Mauricio Bernal

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Un mismo estremecimiento se ha sentido en las últimas horas en República Dominicana y Puerto Rico, en Caracas y Barranquilla, en Panamá y La Habana, a lo largo y ancho del Caribe y por supuesto en Nueva York, o en todo caso en esa parte de la ciudad que entonces, en los años 60, el mundo de la salsa conocía simplemente como ‘el barrio’; concepto que remitía, más que a una geografía, a un estado mental. Porque ha muerto un grande, Johnny Pacheco, uno de esos nombres que el mundo de la salsa escribe con mayúsculas, un apellido que el panteón salsero celebrará con veneración. Johnny Pacheco, nacido en la dominicana Santiago de los Caballeros como Juan Azarías Pacheco Knipping, flautista, percusionista, arreglista, director y productor musical: el hombre que dio el definitivo impulso a un género naciente con la creación del Blue Note, el Motown, el Deutsche Grammophon de la salsa: Fania Records.

Era 1964 y el joven músico se manejaba con soltura en la escena latina de Nueva York. Su familia había emigrado a mediados de los 40 y Pacheco había desarrollado toda su carrera en el fecundo ambiente de la inmigración latina (‘el barrio’), allí donde la salsa germinaría y adquiriría carta de identidad. Fue lo segundo lo que corrió por cuenta de Pacheco. Para esa época se había hecho un nombre gracias a su sociedad con el pianista Charlie Palmieri y a su conjunta popularización del ritmo latino que entonces dominaba en la ciudad: la charanga. Con ‘Johnny Pachecho y su charanga Vol. 1’ había vendido más de 100.000 ejemplares, de modo que ya había tocado fama y dinero. Si en ese momento tuvo la idea de crear un sello no fue obedeciendo a una preclara intuición de porvenir, sino simplemente “para así él mismo producir y comercializar sus discos”, según cuenta César Miguel Rondón en el riguroso ‘El libro de la salsa’. Para la empresa se asoció con el abogado judío Jerry Masucci, un estadounidense apasionado por la música del Caribe.

Comienzos difíciles

“En el comienzo la situación fue dura, las casas Tico y Alegre estaba sólidamente establecidas en el ambiente y frente a ellas surgía la competencia, tanto o más poderosa, de la United Artist en su categoría latina”, cuenta Rondón. Durante dos años, Pacheco visitó personalmente las tiendas de música para ofrecer los discos de Fania, que eran sobre todo discos suyos (es decir, de su música), hasta que las ventas le permitieron alzar la cabeza y mirar más allá. Fue entonces cuando empezó a reclutar a los jóvenes salseros que empezaban a abrirse paso en la escena neoyorquina, gente como Willie Colón, Ray Barretto, Larry Harlow y Bobby Valentín, a la vez que grababa a viejos cantantes cubanos como ‘Monguito’ y Justo Betancourt. Fania se convirtió en el único sello con un catálogo eminentemente salsero, y en los años 70 sería el sello discográfico de salsa por excelencia, el referente de una música y de sus mejores representantes.

Entonces ocurrió: el 26 de agosto de 1971 se congregaron en la sala Cheetah las Estrellas de Fania, y nada volvería a ser igual. Pacheco y Masucci reunieron en una velada mítica a los mejores músicos de su catálogo, encabezados por el propio dominicano, con nombres que más tarde serían más o menos legendarios en el ambiente salsero como Ricardo Ray, Bobby Cruz y Roberto Roena, además de los ya mencionados Colón, Harlow, Valentín y Barretto, entre otros. Siete orquestas en total. De aquella velada salieron cuatro discos y un documental, ‘Nuestra cosa latina’, de León Gast, y todo sumaría para que la salsa se insuflara del vigor que le permitiría extenderse por el Caribe y Latinoamérica, causando deliciosos estragos en las salas de baile. Nadie hizo tanto por la popularización del género, con permiso de Celia Cruz, como Johnny Pacheco.

Como compositor escribió más de 150 canciones, entre ellas algunas tan conocidas como ‘Quítate tú pa’ ponerme yo’, ‘El faisán’ y ‘El rey de la puntualidad’, que haría famosa Héctor Lavoe, otro artista de la casa. “Descanse en paz mi querido amigo y maestro”, escribió en su Twitter Willie Colón. Ninguno de los numerosos reconocimientos que Pacheco recibió (los musicales, por descontado, y otros como la Medalla de Honor Presidencial de su país) le queda grande. Era una leyenda en vida.

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