CRÍTICA DE LIBROS

Crítica 'Les estructures elementals de la narrativa': con el 'Papitu' y a triunfar

Albert Sánchez Piñol analiza los mecanismos de la escritura con desenfado y humor

El escritor barcelonés Albert Sánchez Piñol.

El escritor barcelonés Albert Sánchez Piñol. / FERRAN NADEU

Valèria Gaillard

Valèria Gaillard

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Albert Sánchez Piñol —'La pell freda', 'Pandora al Congo', 'Victus'…—se ha decidido a poner negro sobre blanco su visión de la narrativa forjada por su formación de antropólogo, y ha analizado los mecanismos que se activan a la hora de explicar una historia de manera eficiente y entretenida. 'Les estructures elementals de la narrativa' tiene por objetivo desvelar los trucos narrativos (que a él ningún escritor supo contarle) y ayudar así a los escritores noveles —y no tan noveles, pero que trabajan de manera intuitiva— a construir sus relatos. También se dirige a los lectores-espectadores, para que disfruten detectando el “factor desencadenante”, los “giros narrativos” o los decisivos 'midpoints' ante el libro o la pantalla. Esta estructura, alias el 'Papitu', es infalible (insiste el autor) y se basa en los tres actos de la poética aristotélica desarrollados según las técnicas para escribir guiones. Según Sánchez Piñol, es una estructura inmanente que configura el “homo narrativus”. El autor advierte: el 'Papitu' es un “mapa”, pero el recorrido es cosa de cada escritor.

Con el tono hilarante propio de Sánchez Piñol, el ensayo es en sí mismo un buen relato, lleno de comentarios y anécdotas, interpelaciones al lector y análisis prácticos de libros, cómics y películas. Luego contiene algunas afirmaciones cuestionables que a más de uno pondrán los pelos de punta, como por ejemplo que toda la literatura experimental es fallida. O bien que la fuente imaginativa de toda narración se reduce a dos mecanismos: el chamánico (“alguien va”) y el mediúmnico (“alguien viene”), de manera que todas las historias universales (Astérix, el Capitán Trueno, King-Kong, los ejemplos son suyos) responden a estas dos categorías. “En el fondo es cómicamente simple”, afirma.