Nueva programación

La Guerra Civil invadirá el MNAC con permiso de Gaudí

El director del Museu Nacional, Pepe Serra, presenta el ambicioso programa expositivo del 2021 con un paquete de proyectos ligados al conflicto bélico, como la muestra de las fotos inéditas de Antoni Campañà, otra sobre la salvaguarda del patrimonio artístico entre 1936 y 1939 o la instalación de Francesc Torres con dos réplicas a escala real de dos aviones republicanos

A una gran exposición que desmontará los tópicos alrededor de la figura del creador de la Sagrada Família se sumará otra sobre los vínculos entre el ceramista Josep Llorens Artigas y el arte popular japonés de su colega Hamada Shōji

Barricada infantil detrás de la Universidad de Barcelona, en agosto de 1936.

Barricada infantil detrás de la Universidad de Barcelona, en agosto de 1936. / ANTONI CAMPAÑÀ

Anna Abella

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Dos réplicas exactas y a tamaño real de un bombardero Tupolev SB-2 ‘Katiuska’ y de un caza Polikarpov I-16 ‘Mosca’, dos de los aviones soviéticos con que contó la República durante la Guerra Civil penetrarán desmontados en la Sala Oval del MNAC para volver a armarse y formar parte, en este emblemático espacio del museo, de la instalación del artista Francesc Torres con la que explorará, entre otras ideas, la de sacrificio, relacionándolas con la colección histórica del centro que dirige Pepe Serra. Este insólito montaje es solo una de las perlas del “valiente y muy ambicioso” programa, según sus propios, y certeros, calificativos, que desplegará este 2021 el Museu Nacional d'Art de Catalunya y que tendrá como grandes protagonistas la Guerra Civil -con un paquete de proyectos que incluirá una exposición de las fotografías, muchas inéditas, de Antoni Campañà y la ampliación de las salas dedicadas al periodo bélico- y a Gaudí, con una gran muestra que significará una revisión crítica que desmonta los tópicos sobre el artista.

Miliciana en una barricada de la calle de Hospital de Barcelona, en julio de 1936.

Miliciana en una barricada de la calle de Hospital de Barcelona, en julio de 1936. / ANTONI CAMPAÑÀ

Ambos temas implican un patrimonio que enlaza con la actualidad, uno “con términos como la memoria, la guerra, el exilio, los refugiados, el arte y el patrimonio” y, el otro, “por la idea de ciudad de Barcelona”. Mientras hasta noviembre seguirá el sorprendente ‘Diálogos intrusos’, a la nueva oferta expositiva y de actividades se destinarán 2,3 millones de euros del total del presupuesto, de 15,9 (algo superior al del año pasado, que fue de 15,4, pues esperan aumentar los ingresos del pésimo 2020). Antes de detallar el programa, aunque muchos de los proyectos tengan un complemento digital que ayudará mientras dure la pandemia y se mantendrá cuando remita, Serra ha remarcado la apuesta del MNAC por “la presencialidad”, recordando que es “un espacio seguro, cómodo y confortable, que transmite libertad, tranquilidad y calma lejos de las angustias que vivimos”.    

Las fotos inéditas de ‘la caja roja’

De los proyectos sobre el conflicto, el más inmediato -del 18 de marzo al 18 de julio- es la exposición temporal ‘La guerra infinita. Antoni Campañà (1906-1989)’. Las botas de los vencedores marcando el paso en el desfile de la victoria franquista en Barcelona (21 de febrero de 1939), de una niña en un comedor para pobres de la Barceloneta, de una barricada infantil tras la Universitat de Barcelona (agosto de 1936) , la de una miliciana en la calle de Hospital o las ruinas tras los bombardeos, son algunas de las imágenes del fotógrafo Antoni Campañà (Arbúcies, 1906 – Sant Cugat del Vallès, 1989), “tan relevantes o más que las de Agustí Centelles”, señala Serra, que permanecieron escondidas por el propio artista en una caja roja durante más de 70 años y fueron halladas en 2018 en el garaje por su familia. Una parte de este material inédito (de 5.000 fotos) se mostrará por primera vez al público en una exposición que revelará su importancia para el patrimonio fotográfico del país y de la Guerra Civil. También se podrán ver algunas de las 63 fotos de la etapa pictorialista anterior a 1936 que ha donado al museo la familia de Campañà, quien testimonió con su cámara escenas cotidianas y la violencia de la guerra.

Entrada de las obras de arte incautadas al Palau Nacional, en julio de 1936.

Entrada de las obras de arte incautadas al Palau Nacional, en julio de 1936. / JOAN VIDAL VENTOSA / ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

Salvar el arte en peligro

Cara a verano se inaugurará ‘¡Arte en peligro! Salvaguarda del patrimonio artístico catalán (1936-1939)’, una reivindicación del memorable trabajo que durante la Guerra Civil desarrolló con urgencia la Generalitat para salvaguardar el patrimonio artístico y arquitectónico catalán ante la violencia desatada por la sublevación fascista. La muestra reconoce en especial la labor del primer director del MNAC, Joaquim Folch i Torres, que sufrió la depuración y la represión franquista en la posguerra, además de ser quien rescató y restauró del fuego anarquista los tan disputados frescos románicos del monasterio de Sijena, hoy en el Museu Nacional.

La exposición se inicia con los primeros trabajos en verano de 1936 que implicaron salvar, concentrar en depósitos y museos, clasificar, restaurar e identificar las obras, con propuestas que iban más allá de la propaganda republicana, como la Exposición de Arte Medieval catalán organizada en París, en el Jeu de Paume, en 1937 (a la que se dedicará un espacio monográfico en las salas del románico). Fotografías de la época mostrarán los convoyes de camiones que transportaron el patrimonio artístico. Recuerda Serra, la importancia de explicar esa salvaguarda “en un momento en que vemos cómo caen los Budas de Bamiyán o se destruye Palmira”. Reflexiones que se abordarán en actividades paralelas que también tratarán sobre los huidos de la guerra o la plasmación del conflicto desde el cómic.

Un inédito fusilamiento de Lorca

El MNAC ampliará esta primavera las salas de la colección permanente dedicadas a la Guerra Civil destacando un nuevo espacio dedicado al Pabellón de la República de la Exposición Internacional de París de 1937, ya que el museo conserva una importante cantidad de obras que formaron parte de aquella muestra, algunas de las cuales están siendo restauradas y se podrán ver por primera vez. Una de ellas es ‘Alegoría del fusilamiento de Federico García Lorca’, pintada por Fernando Briones en 1937. “Era una de las que estaban ‘tapiadas’, escondidas tras un muro del MNAC, junto con grabados satíricos y fusilamientos que no habían visto la luz ni llegada la democracia. Hasta los 80 no se atrevieron a sacarlas”, ha revelado Serra.  Además, se expondrán por primera vez obras realizadas por mujeres artistas durante la guerra, se renovará el espacio dedicado al cine exhibiendo nuevas películas, en colaboración con la Filmoteca, y se enriquecerá el dedicado a propaganda de guerra con nuevos carteles y obra gráfica.

Alegoría del fusilamiento de Federico García Lorca.

Alegoría del fusilamiento de Federico García Lorca. / FERNANDO BRIONES / MNAC

El vuelo republicano

Las réplicas de los citados aviones soviéticos deberán desmontarse para llegar hasta la Sala Oval del MNAC ya que no caben por ninguna de las entradas del museo. Llegarán de la mano del artista Francesc Torres desde el Centro de Aviación Histórica de La Sènia, donde la República construyó durante la Guerra Civil un estratégico campo de aviación al inicio del conflicto. Según el propio creador, que ofrecerá gracias a ellos la instalación ‘Vuelo interior’ (de junio a septiembre), son unos aviones que no vuelan y, en palabras de Torres, “un avión que no vuela no es un avión, es una obra de arte”. Con esta creación, el artista explora aspectos como el impacto que supuso en el conflicto la guerra desde el cielo o la idea de sacrificio, que relaciona con obras de la colección histórica del museo. Por ejemplo, para explicar el lazo entre el sacrificio bélico y el sacrificio por la fe religiosa, juega con la iconografía de la crucifixión y, en concreto, con la pintura gótica del martirio de San Pedro, del maestro Pere Serra (siglo XIV).

Vista exterior de la iglesia de la Colonia Güell, de Gaudí, hacia 1908-1910.

Vista exterior de la iglesia de la Colonia Güell, de Gaudí, hacia 1908-1910. / MNAC

Desmontando tópicos sobre Gaudí

“Gaudí no era un genio aislado e incomprendido sino un artista que representaba y supo interpretar su convulso tiempo”, avisa Serra ante “uno de los tópicos que desmontará la muestra que llegará 25 años después del Año Gaudí y será una revisión muy crítica el discurso sobre el arquitecto”. La exposición, comisariada por Juan José Lahuerta, del 30 de septiembre a enero de 2022, está concebida visualmente “casi como una ópera” y también analizará el enorme impacto de su obra en Barcelona y “la relación de dependencia de la ciudad con el artista” en una fórmula que invitará al debate de repensar cómo se presenta la urbe al mundo.

Planos de una Barcelona vacía en la que solo existía Ciutat Vella mostrarán el espacio sobre el que Gaudí empezó a trabajar su obra y crear un plan de urbanismo gracias a “tener como mecenas a Eusebi Güell, uno de los hombres más ricos de la España de la época”, ha recordado el director del MNAC.

Los artistas Llorens Artigas y Hamada Shoji, en 1962, en la boda de Joan Gardy, hijo del primero, con Ishikawa Mako.

Los artistas Llorens Artigas y Hamada Shoji, en 1962. / MNAC

La cerámica que llegó de Japón

Dentro de la línea de recuperar artistas clave para Catalunya, el 3 de junio llegará la muestra ‘Los colores del fuego. Hamada y Artigas’, con un centenar de piezas. Programada para 2020 y pospuesta por el covid, pondrá en valor la obra del ceramista catalán Josep Llorens Artigas (1892-1980) que dialogará con la de su colega Hamada Shōji (1894-1978) y con el arte popular de Japón. Ambos mantuvieron una relación de admiración mutua que visibiliza el fructífero vínculo que artistas como Joan Miró o Eudald Serra establecieron con la recuperación de ese arte popular nipón.

'En el Palco', de Joan Brull (1904).

'En el Palco', de Joan Brull (1904). / JOAN BRULL / MNAC

Interioridades de la burguesía

En la nueva sala dedicada a los interiores burgueses conservadores, desde febrero se mostrarán ejemplos de las obras de los ‘ensembliers’ o interioristas que proliferaron en la Barcelona de la Exposición Universal de 1888, referente del modernismo. Tapices, pinturas, esculturas y todo tipo de objetos, como la silla del oratorio Cendoya de Joan Busquets, pinturas de Mariano Fortuny o de Joan Brull, de quien lucirá la reciente adquisición, aún no expuesta, ‘En el palco’.