La naturaleza irrumpe en escena con 'Canto jo i la muntanya balla'

Más allá de ser un fenómeno editorial traducido a 16 idiomas, la novela de Irene Solà 'Canto jo i la muntanya balla' se ha convertido en un atractivo imán para los creadores. La semana pasada se estrenó una obra sinfónico-coral de Marc Timón inspirada en el libro, y la próxima se cobrará vida como pieza teatral en la Biblioteca de Catalunya, a partir del día 17. Las centenarias paredes de piedra y suelo arenoso del local van como anillo al dedo para esta poética y mágica narración ambientada en la zona de alta montaña del Ripollès. Trasladar la fuerza indomable de la naturaleza pirenaica al teatro jugando con una escenografía minimalista ha requerido un intenso trabajo.

El equipo creativo dirigido por Guillem Albà y Joan Arqué ha confiado en dos sabias creadoras para transportar la fuerza de la novela a escena. Clàudia Cedó, reconocida autora con obras como 'Una gossa en un descampat' y 'Tortugues', se ha encargado de la dramaturgia; y la aplaudida cantante Judit Neddermann ha creado música instrumental y dos canciones inspiradas en la novela que ejecutan los propios intérpretes. La banda sonora sirve para cohesionar una puesta en escena donde cinco actores -Laura Aubert, Diego Lorca, Anna Sahun, Ireneu Tranis, Caterina Tugores- y una guitarrista -Amaia Miranda- interpretan la variedad de personajes y elementos de esta obra polifónica. "El libro es oscuro y tiene crueldad pero también belleza", recuerdan los directores acerca de esta obra que transcurre en diferentes épocas, donde realidad y leyenda se mezclan.

Lo que más les preocupaba a los creadores era "dotar de coherencia la obra y mantener el alma de la novela". El montaje mantiene la estructura fragmentada del libro. "Sirve para ir abriendo preguntas que se resuelven en a última escena", comentan. La dramaturgia se ancla en la historia de la familia de Hilari, Mia, Domènech y Sió como desencadenante de todo. "Nos sirve para hacer un viaje donde las cosas van encajando".

Actores multifacéticos

Los intérpretes hacen de todo: cantan, tocan diferentes instrumentos, manipulan marionetas y también se encargan de mover unas sencillas mesas y bancos de madera para transformar el espacio. "Todo es muy simbólico. No tener ni una taza de café a la que agarrarme cuando actuaba me costó al principio", reconoce Sahun. "El montaje tiene un imaginario y un lenguaje propios", destaca Tranis. "La obra va más allá de la palabra, hay una búsqueda tanto a nivel espacial como emocional", añade Lorca. Hacer de nube, algo fácilmente asociado a las representaciones escolares, es uno de los muchos roles en los que han tenido que desdoblarse los actores en esta propuesta que utiliza una amplia paleta de luces y sonidos para recrear la inclemente naturaleza, un personaje clave en esta obra ambientada en la agreste zona entre Camprodon y Prats de Molló.

A Neddermann este proyecto le ha servido para ampliar horizontes. "Nunca antes había hecho nada así. Hasta ahora siempre había hecho canciones para interpretar yo. Este proceso me ha hecho reencontrarme con la guitarra española", ha destacado la cantante y compositora. "Como espectadora siempre me ha gustado el teatro, ahora he descubierto cómo es su proceso de creación. No imaginaba la cantidad de horas que supone: ¡mucho más que los ensayos de los músicos!".

Todo el equipo ha trabajado unido en la obra desde el primer minuto, algo que ha permitido explorar y desarrollar muchas ideas. "Hemos dedicado mucho más tiempo del habitual a la producción del espectáculo. Agradecemos a La Perla 29 animarnos a seguir adelante en momentos difíciles para el teatro", dijo Albà, consciente del valor que supone apostar por una nueva producción en estos tiempos de covid-19 con la incertidumbre reinante.