Obituario

Muere Jean-Claude Carrière, el gran escudero y amigo de Buñuel

El guionista de ‘Belle de jour’, entre otros títulos esenciales del cine europeo de las últimas décadas, fallece a los 89 años

Jean-Claude Carrière, fotografiado en Venecia en 2018

Jean-Claude Carrière, fotografiado en Venecia en 2018 / AFP / ALBERTO PIZZOLI

Quim Casas

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En cualquier asignatura, máster o taller dedicado al guion cinematográfico es obligado citar una frase que pertenece a Jean-Claude Carrière: “Un guionista debe pensar en imágenes”. Dicho así parece una evidencia. Pero no lo es tanto. Muchos grandes literatos han fracasado cuando han escrito guiones para el cine. Una cosa es una novela. Otra bien distinta, una película. Carrière siempre lo tuvo claro. El guionista falleció ayer a los 89 años, de manera tranquila, mientras dormía en su apartamento en el barrio parisino de Pigalle.

Antes que el cine, fue la literatura. Publicó su primera novela a los 25 años. Después realizó un ejercicio tan difícil como el de novelizar dos películas de Jacques Tati, un director cuyo estilo se basaba en el gag visual y sonoro: las novelizaciones de ‘Las vacaciones de M. Hulot’ y ‘Mi tío’, con ilustraciones de Pierre Etaix, son magníficas.

Precisamente en una comedia de Etaix de 1962, ‘Le soupirant’, debutó Carrière como guionista. Luego llegó la relación tan fructífera con Luis Buñuel, con quien escribió seis películas entre 1964 y 1977: ‘Diario de una doncella’, ‘Belle de jour’, ‘La vía láctea’, ‘El discreto encanto de la burguesía’, ‘El fantasma de la libertad’ y ‘Ese oscuro objeto de deseo’. Hubo una séptima que acabó rodando otro director, ‘El monje’.

En sus memorias (‘Mi último suspiro’), Buñuel escribe al referirse a los guionistas con los que trabajó: “Con quien más identificado me he sentido es, sin duda, Jean-Claude Carrière”. La relación fue muy estrecha. De pequeña, la primera hija del guionista llamaba a Buñuel ‘el señor Bunuene’. En una carta que el director envió a Carrière en 1966, después de obtener el visto bueno de un productor para dirigir ‘Belle de jour’, Buñuel escribía: “Puse como condición sine qua non realizar la adaptación en El Escorial con usted, si acepta”. 

Más allá de Buñuel

En otra misiva epistolar, esta vez de Carrière a Buñuel y fechada en mayo de 1967, después del estreno en París de este filme, el guionista decía: “No eché en falta su ausencia, pues ya sé que no le gusta este tipo de manifestaciones. Pero una vez más me dije a mí mismo que debería, de vez en cuando, coger un avión en dirección a México, únicamente para darle un abrazo”. Cuando el proyecto de ‘El monje’ estaba en el aire, Carrière llegó a decirle que estaba dispuesto a ayudar “como asistente, becario, técnico de sonido, lo que usted quiera. Me rindo ante usted, atado de pie y de manos”. No sabemos lo que quería hacer con el otro pie.

Pero hubo un Carrière más allá de Buñuel, aunque la sombra del director de ‘Viridiana’ fuera tan alargada en el itinerario del guionista. Colaboró con Louis Malle (‘¡Viva María!’, ‘Milou en mayo’), Jacques Deray (‘La piscina’, ‘Borsalino’), Milos Forman (‘Juventud sin esperanza’, ‘Los fantasmas de Goya’), Carlos Saura (‘Antonieta’), Marco Ferreri (‘Liza’), Luis García Berlanga (‘Tamaño natural’), Volker Schlöndorff (‘El tambor de hojalata’, ‘El amor de Swann’), Jean-Luc Godard (‘Sálvese quien pueda, la vida’), Andrzej Wajda (‘Danton’), Philip Kaufman (‘La insoportable levedad del ser’) y Fernando Trueba (‘El artista y la modelo’). 

En los últimos años le dio un aire más narrativo al cine de Philippe Garrel y colaboró estrechamente con su hijo, Louis Garrel. En otra de sus incursiones en el cine estadounidense participó en el guion de ‘Reencarnación’, de Jonathan Glazer. Resulta difícil entender el tránsito de la modernidad cinematográfica de los 60 al cine actual sin la figura casi totémica de Carrière.

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