Aniversario de un clásico

‘Tapestry’, de Carole King, cumple 50 años: el triunfo de la vulnerabilidad

El álbum llega al medio siglo alzado como tesoro del pop confesional y referente de sensibilidad femenina, con canciones como ‘I feel the earth move’, ‘It’s too late’ y ‘You’ve got a friend’

Carole King, en un descanso de las sesiones de grabación del disco 'Tapestry'.

Carole King, en un descanso de las sesiones de grabación del disco 'Tapestry'. / Jim McCrary / Redferns

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Canciones que son un libro abierto y que te hablan con un lenguaje sencillo y franco, entonadas por una voz cercana, y que establecen contigo un diálogo íntimo. Todos podemos hacernos nuestro este álbum, ‘Tapestry’, y tener la sensación de que su autora, Carole King, se dirige a nosotros y a nadie más. Un disco que expresó vulnerabilidad y recogimiento en un momento, el año 1971, de cambio de ciclo tras el frustrante y violentado fin del sueño ‘hippie’. Obra sin manifiestos ni proclamas revolucionarias, que transmite confianza y visión positiva, ante la que el público respondió en tromba, en particular las mujeres, identificadas con esa chica que, en la portada del LP, posaba en casa descalza, con sus cortinas indias y su gato atigrado, de nombre Telemachus.

‘Tapestry’ construye vínculos fuertes con el oyente; es un disco que ha ido pasando de generación en generación, y de madres a hijas, como una joya heredada y un diario personal para el que no pasa el tiempo. Obra ahora reeditada en vinilo por el sello Legacy (de Sony Music), provista de sus cantos al amor, al desamor y a la amistad; su melancolía, su femineidad autorreferencial y su llana sensualidad: “Siento cómo la tierra se mueve bajo mis pies”, anuncia ella para empezar, compartiendo la tensión sexual que advierte ante la llegada de su amante, y haciéndolo sin tratar de alimentar fantasías masculinas (al hegemónico estilo pop), sino hablando desde el corazón con rompedora naturalidad. Receta insospechada y ganadora 50 años atrás, cuando ‘Tapestry’ vio la luz, el 10 de febrero de 1971.

Maquinista del pop

No era un brote de talento intempestivo, sino el paso al frente de una compositora de pura sangre crecida en la sala de calderas del ‘show business’. Carole King, entonces 29 años recién cumplidos (este martes ha alcanzado los 79), había fabricado éxitos durante una década codo a codo con su primer marido, Gerry Goffin (letrista), pasmando a pistoleros del pop como John Lennon, que llegaría a confesar que McCartney y él aspiraron a ser “los Goffin-King de Inglaterra” (los Beatles adaptaron ‘Chains’ en su primer álbum). El tándem coronó las listas con ‘The loco-motion’ (Little Eva) y ‘Will you love me tomorrow’ (The Shirelles), y entregó en ofrenda a Aretha Franklin la impepinable ‘(You make me feel like) a natural woman’.

Carole King (apellido real, Klein, familia judía), había sido la niña tocada por el don del ‘oído perfecto’ a la que, con cuatro años, su madre le ponía un listín telefónico al taburete para que alcanzara las teclas del piano. Luego fue la adolescente destinataria de ‘Oh! Carol’, el ‘hit’ proto-yeyé de Neil Sedaka, antes de pasar a la acción como compositora, primero formando equipo con otro futuro gigante, Paul Simon, antes de entenderse con Goffin y dar grandes satisfacciones al Brill Building, la fábrica de éxitos sita en Broadway Street.

De Broadway a Laurel Canyon

Pero ella estaba en otro momento cuando se las tuvo con ‘Tapestry’. Divorciada de Goffin, con dos hijas, había saltado de su Nueva York natal a Los Ángeles, ubicándose en el kilómetro cero de la bohemia ‘musiquera’, el barrio de Laurel Canyon, en las laderas de Hollywood. Pusieron el preludio un par de proyectos fallidos: el grupo The City (con el que sería su segundo marido, Charles Larkey) y un primer disco en solitario, ‘Writer’ (1970), que no cuajó entre el público pese a esbozar algunas de las cualidades proyectadas un año después en ‘Tapestry’.

Insistió en la idea de un álbum basado en el piano en tiempos de bandas de guitarras, poniéndose de nuevo ante el micro pese su desinterés por centrar los focos, poco atraída por los escenarios y por el bullicio promocional. Adoptó el artesanal concepto del tapiz (que ilustró el interior del doble elepé original) como metáfora de los distintos estados de ánimo que nos reserva la vida, y moldeó, con la ayuda de Lou Adler (descubridor de The Mamas & The Papas), un cancionero de juventud otoñal, con tanto instinto pop como baladas y medios tiempos recogidos, filtrando vestigios de soul, blues y góspel.

Con James Taylor y Joni Mitchell

Carol King (derecha), con Joni Mitchell y James Taylor en la grabación de 'Tapestry'.

Carol King (derecha), con Joni Mitchell y James Taylor en la grabación de 'Tapestry'. / Jim McCrary

Detrás de ‘I feel the earth move’ caen secuencias de introspección nostálgica (‘So far away’), cánticos determinados en torno al fin del amor (‘It’s too late’, a partir de la separación con Goffin) y ese himno a la amistad con una pizca de azúcar (‘You’ve got a friend’) que en paralelo James Taylor grabó por su cuenta. La guitarra acústica de Taylor es una discreta compañera, también en la reposada revisión de ‘Will you love me tomorrow’, donde sus coros confluyen con los de otra invitada, Joni Mitchell (que esos días grababa su culminante ‘Blue’ en el estudio contiguo del complejo de A&M en Hollywood; en otra sala estaban los Carpenters). Pensamientos en voz alta con cadencia ‘bluesy’ (‘Way over yonder’), ecos del r’n’b de los ‘girl groups’ (‘Smackwater Jack’) y del teatro musical a lo Tin Pan Alley (‘Tapestry’), y una rendición final a la ‘Natural woman’ que Aretha había llevado a lo más alto.

Pero, aunque Carole no alcanzara semejante virtuosismo vocal, su naturaleza cercana como cantante, sobradamente expresiva, acrecentó el aura de credibilidad de este álbum salpicado por frases simples y nobles (“eres hermoso”, “tienes una amiga”), que la prensa trató en primera instancia de blandengue, pero que capturó el espíritu de una era. ‘Tapestry’ hizo más visible el camino del emergente soft-rock, rama estilística que despegó en los años 70 (Jackson Browne, Carly Simon, Cat Stevens, Eagles) y que en los últimos tiempos ha atraído a figuras alejadas del ‘mainstream’, como Weyes Blood o A Girl Called Eddy. Tanto ellas como las populares Alicia Keys o Taylor Swift asumen sin rodeos la herencia de Carole King y de ‘Tapestry’, obra ‘bestseller’ en la era dorada de los álbumes (24 millones de ejemplares) que sigue sobrevolando el paso del tiempo, pasando de generación en generación y de madres a hijas.

Suscríbete para seguir leyendo