Crítica de cine

'La pintora y el ladrón': Una extraña amistad

Este es un filme de personajes, de cómo evolucionan las relaciones entre una mujer y un hombre totalmente antitéticos

Estreno de la semana "La pintora y el ladrón"

Estrenos de la semana. Tráiler de 'La pintora y el ladrón'. /

Quim Casas

Quim Casas

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Este documental viene avalado por el festival de Sundance, donde en la edición de hace justo un año logró el Premio Especial del Jurado. Es un filme de personajes, de cómo evolucionan las relaciones entre una mujer y un hombre totalmente antitéticos. Son la pintora y el ladrón del título.

 Ella, Barbara Kysilkova, es una pintora hiperrealista checa que vive en Oslo. En el 2015 logró exponer en una galería. Un día, a plena luz, dos individuos entraron y se llevaron dos de sus lienzos, por valor de 20.000 euros. Los dos ladrones fueron atrapados, pero los cuadros nunca han aparecido. La relación entre la artista y uno de ellos, Karl-Bertil Norland, se inicia con una secuencia en la que no les vemos, pero les oímos: es el audio de un primer encuentro en la sala del tribunal, acompañado por los retratos del ladrón y de la pintora que hizo el dibujante de la audiencia.

 A partir de este momento, cuando Karl acepta convertirse en modelo de los retratos de Barbara, comienza una relación que se prolonga hasta la actualidad y en la que quedan difuminados todos los límites. Nadie es víctima, nadie es verdugo. Uno robó, la otra sufrió el robo. No hay rencor, sino curiosidad, interés y aprendizaje mutuo. Comienzan a relacionarse con una naturalidad pasmosa. ¿Puede surgir una gran amistad y complicidad entre un ladrón y su víctima? La película explora esta aparente contradicción de forma precisa.