Incertidumbre en la clásica

La pandemia convierte cada concierto de una orquesta en un desafío mayúsculo

La orquesta Camera Musicae es un ejemplo de supervivencia en estos tiempos extraños donde el confinamiento municipal perjudica la rentabilidad de los conciertos

Josep Maria Prat, el promotor de la gira de Gergiev y la Orquesta del Mariinski, aboga por nuevas fórmulas de producción y precios dinámicos

TARRAGONA (TARRAGONES)  29 01 2021  ENSAYO DE LA ORQUESTA CAMERA MUSICAE CON EL VIOLONCHELISTA MISCHA MAISKY Y LA DIRECCION DE TOMAS GRAU EN EL TEATRO TARRAGONA  FOTO  JOAN REVILLAS

TARRAGONA (TARRAGONES) 29 01 2021 ENSAYO DE LA ORQUESTA CAMERA MUSICAE CON EL VIOLONCHELISTA MISCHA MAISKY Y LA DIRECCION DE TOMAS GRAU EN EL TEATRO TARRAGONA FOTO JOAN REVILLAS / JOAN REVILLAS

Marta Cervera

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En el mundo de la clásica pocos ven viable que la normalidad pueda recuperarse este verano o la próxima temporada. Acostumbrados a cerrar compromisos con años de antelación, la cambiante situación provocada por el covid-19 ha obligado a cambiar de mentalidad. Ahora el objetivo es llegar al próximo concierto y estar preparado para cualquier imprevisto. La incertidumbre no es buena compañera. Algunas orquestas privadas temen por su futuro. Las ayudas recibidas hasta ahora han sido escasas.

La Orquesta Sinfónica Camera Musicae que capitanea Tomàs Grau es un ejemplo de supervivencia en tiempos de pandemia. Esta temporada celebra su 15º aniversario con destacados conciertos, como el que el pasado domingo ofreció en el Palau de la Música Catalana con un invitado muy especial, el violonchelista Mischa Maisky. "La vida es complicada", resume con ironía Grau. "Lo fácil es dirigir", añade coincidiendo con lo dicho por Gergiev cuando vino con la Orquesta del Mariinski hace dos semanas con motivo de su exitosa gira por España, un hito en la UE, donde casi todos los países mantienen las salas cerradas al público. "No he parado de recibir mensajes de agradecimiento y no solo por parte del público, sino de responsables de otras orquestas europeas que ven en esta gira una esperanza", dice Josep Maria Prat, responsable de la Agencia Camera, promotora de la gira. "Esperar a que acabe la pandemia para recuperar la vida musical es morirse. Toca adaptarse a la nueva realidad". No es fácil pero hay que intentarlo. "Cada semana es un campo de minas", admite. "Gergiev vino porque es único en el mundo y tiene un gran poder sobre la orquesta. Tomó decisiones tanto a nivel financiero como personal para tocar aquí". Y se siguieron unos protocolos estrictos: los músicos no se cruzaban con nadie al llegar a la sala de conciertos y no salieron del hotel para nada para evitar cualquier posible contagio.

Precios variables

Ahora que la gente compra mucho a última hora Prat utiliza precios dinámicos que cambian en función de la oferta y la demanda. "Hay que buscar nuevas fórmulas", señala. Del concierto de la 'Patética' de Chaicovski, el segundo de la orquesta rusa en Barcelona que se añadió en el Auditori con poco margen, se vendieron 800 entradas en cinco días, el 75% del aforo disponible. Para fomentar la venta, las primeras salieron a precios increíbles y fueron incrementándose a medida que se iban vendiendo y se acercaba la actuación. "Es lo mismo que hacen los aviones y los hoteles", dice Prat. Lo mismo está ocurriendo con el recital de Alexei Volodin en el Palau de la Música el día 9, en el que el pianista ruso se ha implicado en la producción. En su anterior actuación las entradas más caras fueron 90 euros. Esta vez el precio de partida iba de 38 a 48 euros.

Tomàs Grau, titular de la Orquesta Camera Musicae.

Tomàs Grau, titular de la Orquesta Camera Musicae. / JOAN REVILLAS

La sala de ensayos es un bálsamo para los músicos y los auditorios un pequeño oasis donde reencontrarse con el público y recuperar algo de esa antigua normalidad pre-covid. "Tu estudias solo y te preparas, pero fuera hay una pandemia, los hospitales están saturados y no sabes nunca si podrás seguir o no haciendo tu trabajo. Hay una gran inquietud por el trabajo de los músicos, por si podrá mantenerse. Por eso, al final, lo fácil es hacer música", comenta el director de la Camera Musicae. "Excepto el programa de noviembre, cuando la Generalitat cerró la actividad cultural, la orquesta ha hecho todos los conciertos. No hemos cancelado nada, así que animo a la gente a venir". Grau tuvo que sustituir al anunciado pianista Igor Pogorelich por Iván Martín pero los cambios son parte del juego en una Europa donde cada país impone sus leyes de movilidad. Por eso cada concierto es tan especial. Para Prat, "lo importante es mantener los conciertos, aunque haya que introducir cambios. La gente quiere escuchar música y confía en las propuesta que podamos hacer".

"Me preocupa la ceguera política. No permitir que alguien de Palamós pueda ir a un concierto en Girona es un gran error"

— Josep Maria Prat

Los confinamientos municipales están perjudicando los conciertos, como ocurre con el teatro o con cualquier espectáculo en vivo. "Es lo que más daño nos hace", señala Grau. "Preparamos la temporada calculando un aforo del 50% debido al covid-19. Pero mucha gente que había comprado entradas nos las devuelve porque si vives en Badalona, L'Hospitalet o Sabadell no puedes ir a Barcelona a ver un concierto. Lo que más nos perjudica en estos momentos es el retorno de entradas por parte de quienes quieren venir pero no pueden. Nosotros habíamos sido prudentes, habíamos readaptado repertorios, pensado en los músicos para que todos cupieran en el escenario. Pero los confinamientos municipales eran difíciles de prever", admite el capitán de la Camera Musicae. Que las entradas a espectáculos sirvieran como salvoconducto para desplazarse sería una solución pero el Procicat lo ha rechazado. "Me preocupa la ceguera política. No permitir que alguien de Palamós pueda ir a un concierto en Girona es un gran error", critica Prat.

Estamos en un momento extraño en el que la actividad musical en España da mucho que hablar fuera de nuestras fronteras. "Aunque acabemos cerrando, como algunos auguran, somos un ejemplo a seguir", apunta Grau. "Hay que valorar que llevamos desde julio haciendo conciertos. En el resto de Europa abrieron en otoño y volvieron a cerrar. Hay que ser prudentes, ver qué pasará y estar preparados para todo".

De cara a la próxima temporada no se la quiere jugar y apuesta por un repertorio óptimo para tocar como ahora, con distancia de seguridad entre los músicos, con un conjunto reducido. "Vigilo el número de proyectos por si no podemos asumir tantos". No anunciarán la temporada en abril como era habitual sino en verano, "para asegurar que lo que presentamos sea real". Si algo ha enseñado la pandemia es a ir con pies de plomo. Las minas siguen ahí.

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