Músico de carretera

Ken Stringfellow: “Mi reto es actuar cada año en un país nuevo. Llevo 96"

El rockero estadounidense, cofundador de The Posies, ofrece tres actuaciones en España 

19 DE ENERO DEL 2021  El musico Ken Stringfellow  The Posies  Foto de WHITE LIGHT PHOTOGRAPHY

19 DE ENERO DEL 2021 El musico Ken Stringfellow The Posies Foto de WHITE LIGHT PHOTOGRAPHY / Letitia Smith

Nando Cruz

Nando Cruz

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Cofundador de The Posies y guitarrista de REM y Big Star, Ken Stringfellow se convierte esta semana en el primer estadounidense que realizará una gira por España en plena pandemia. Los estadounidenses tienen restringida la entrada en el espacio Shengen, pero al estar casado con una ciudadana francesa y vivir en Francia, puede moverse por Europa con libertad. Stringfellow inicia el sábado en Castellón una breve gira española que culmina el martes en Madrid y que recalará el domingo en la sala Upload de Barcelona. Antes de tomar el avión en París, deberá hacerse una PCR y mostrar un resultado negativo.

Hace un año era lo más normal verle por aquí de gira, pero ahora no podemos menos que agradecerle su visita.

-No solo era normal, sino que no le dábamos valor, lo cual también era normal cuando la oferta de conciertos era tanta. Ahora la demanda de música en vivo es muy superior a la oferta. Y, en cierto modo, los músicos nos sentimos algo más valorados. Esta sería una manera cínica de verlo y no soy nada cínico, pero sí creo que la gente está siendo más consciente de lo frágil que es la vida en general y del tremendo esfuerzo que supone, por ejemplo, salir de gira.

Cuadra mucho que sea usted y no cualquier otro quien venga a tocar en plena pandemia. Es un músico al que siempre le ha gustado viajar.

Siempre me interesó la historia, la geografía, los mapas... Recuerdo que cuando tenía 11 años, a la vuelta de las vacaciones, un compañero de clase dijo: 'Mis padres me han llevado a Grecia. ¡Qué rollo! ¡No podía ver mi teleserie favorita!'. Yo pensaba: ¡Vaya idiota! Dos años después empecé a montar grupos, pero no sabía en qué consistía la vida de los músicos. En la universidad conocí a Jon (Auer), grabamos el primer disco de los Posies, sonó mucho en la radio y, de repente, nos vimos viajando por todo el país. Cogimos aquella ola y ya no la soltamos durante una década. Y aquellos diez años se han convertido en 30.

Me encanta calcular cuánta gasolina necesitamos para cada trayecto, a qué hora sale el ferry y todos los detalles geográficos de una gira

Si es tan aficionado a los mapas, no será de esos que suben al escenario y no saben ni en qué ciudad están.

¡No! Cuando los Posies nos reunimos, tras separarnos una temporada, hubo que montar las giras con menos personal y yo asumí el trabajo de coordinar los viajes. Me encanta calcular cuánta gasolina necesitamos para cada trayecto, a qué hora sale el ferry y todos los detalles geográficos de una gira.

Estaba de gira por EEUU cuando estalló la pandemia. ¿Cómo salió de allí?

Fue una historia de locos. Mi pasaporte expiraba en 2020 y pensé: aprovecharé para renovarlo porque tengo planeados conciertos en Argelia y Líbano. Hice el trámite para que me enviasen el nuevo con urgencia media. Era mucho más barato que pedirlo con urgencia máxima. Iba a estar un mes en el país.

Pero todo cambió de repente.

Sí. El 11 de marzo toqué en Minneapolis y alguna gente que había comprado entrada no vino. El día 12 en Milkwaukee la gente decía: seguramente este sea el último concierto que veamos en una temporada. Nadie enfermó, por cierto. El 13 toqué en Chicago y ya no vino la mitad de público que había comprado entrada. El día 15, en Houston, ya solo acudieron veinte de las cien personas que compraron entrada. El concierto del festival South By Southwest se había cancelado y el 17 tenía el último en Nueva Orleans. Mi idea era acabar la gira.

Pero…

Desperté el día 16 en un hotel de Houston y en mi cabeza solo resonaban dos palabras: 'Vete ya'. Dije a la compañía que recogería el pasaporte en su oficina de Los Ángeles y compré un billete de avión que salía en 90 minutos. En el vuelo íbamos cinco personas. En Los Ángeles, una amiga había recogido el pasaporte y me esperaba en el aeropuerto. Macron anunció que cerraría las fronteras. Cogí otro avión a París para esa tarde. Francia cerró el espacio aéreo al mediodía siguiente. Llegué a París a las once de la mañana.

¡¡Bravo!! ¿Y cuántos conciertos ha hecho desde entonces?

Hice uno privado en Holanda. Iba a ser una fiesta de 50 cumpleaños para cien personas y al final solo pudo ser para diez. En septiembre di otro en Hamburgo para 45 personas con todos los protocolos. Había una línea pintada en el escenario señalando hasta dónde podía moverme, pero fue una noche maravillosa.

Leí un artículo sobre países a los que podían viajar estadounidenses, vi que uno era Ruanda y pensé: ¡Interesante!

¿Sigue con su obsesión de tocar en microestados como Andorra?

En realidad, mi reto es actuar cada año en un país nuevo. Es mi forma de educarme sobre el mundo. Está bien sustituir esas preconcepciones que nos hacemos por una interacción real. Por eso acabo de actuar en Ruanda.

¿En plena pandemia?

Leí un artículo sobre países a los que podían viajar estadounidenses, vi que uno era Ruanda y pensé: ¡Interesante! Cinco días antes de volar, prohibieron los actos culturales, pero aun así hice el concierto online desde Ruanda con varios músicos locales. Y recaudamos algo de dinero para programas educativos.

¿En cuántos países distintos ha actuado?

En 96.

No estamos derrotados, podemos crear una experiencia bonita sin dejar de ser conscientes de que todo lo que hagamos en público ahora implica un riesgo

¿Está reformulando su repertorio acústico para la actual situación?

No. La música que toco se ha mostrado efectiva en situaciones críticas. Aunque esa es otra de mis historias increíbles. 

¡Adelante!

El 11 de septiembre de 2001 publiqué un disco (se refiere a ‘Touched’). Sí, salió el día más traumático desde Pearl Harbour. Y decidí mantener la gira. El día 15 actué en Filadelfia. Al día siguiente toqué en Hoboken y desde la sala se veía Manhattan. El día 20 actué en Nueva York y las torres aún humeaban.

Queda claro: no es fácil doblegarlo. Una vez más, gracias por venir.

Es un modo de decir: no estamos derrotados, podemos tocar música y crear una experiencia bonita sin dejar de ser conscientes de que todo lo que hagamos en público ahora implica un riesgo. ¿Merece la pena correrlo? Mi respuesta: Sí, mientras todos estemos seguros.

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