Crítica de teatro

'Serà el nostre secret': testimonios contra el tabú

El Escenari Joan Brossa acoge una pieza documental que combate los estigmas de un tema incómodo, los abusos sexuales a menores

icult SERA EL NOSTRE SECRET obra teatro

icult SERA EL NOSTRE SECRET obra teatro

Manuel Pérez i Muñoz

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las estadísticas son estremecedoras: uno de cada cinco menores ha sufrido abusos sexuales, la gran mayoría perpetrados por hombres a niñas dentro del entorno familiar. Sobre este perturbador espacio -que falsamente creemos marginal y ajeno a nuestra realidad- gira la pieza documental 'Serà el nostre secret', otro destacable fruto del ciclo de teatro verbatim de la Sala La Planeta de Girona que se puede ver en el barcelonés Escenari Joan Brossa hasta el 31 de enero.

En su anterior obra de formato similar, ‘No m’oblideu mai’, los intérpretes Marta Montiel y Elies Barberà, acompañados por Llàtzer Garcia, trataron el estigma del suicidio en adolescentes. Tras constatar la relación entre este fenómeno y los abusos infantiles decidieron poner en marcha una nueva investigación, esta vez con la complicidad de la directora y dramaturga Daniela Feixas. Vuelven a subir a escena testimonios reales de víctimas recogidos por la compañía. Convierten las conversaciones en texto dramático que los actores reproducen fielmente, una polifonía de voces que va calando por su cotidianidad hasta formar una pesada piedra en el estómago de los espectadores. Ya nos lo advierten en la obra, no es fácil enfrentarse a la combinación de tabús que forman el triángulo sexualidad, infancia y familia.

Montiel y Barberà optan por la vertiente más arriesgada del teatro verbatim, imitar las grabaciones de las entrevistas con los acentos y expresividades de sus protagonistas. Perfilando detalles con minuciosidad plantean un juego de espejos entre testimonio e intérprete que desencaja la apropiación hasta transformarla en una suerte de simbiosis. Ayuda en este sentido el elegante control de la exposición de la dirección de Freixas, que huye todo lo posible del morbo y la moralina innecesaria en un tema como este que genera una adhesión instantánea. La confidencia y su fuerza se sitúan en el centro. Al abrir las compuertas de sus pesados traumas, los personajes basculan entre complejos sentimientos, disociaciones y otros mecanismos que la mente construye para defenderse de lo inexplicable.

La intimidad de la catarsis

Como ya pasaba en el Lliure con la adaptación del libro 'Instrumental' del músico y activista por la causa de los abusos James Rhodes, la colisión con la materia se produce desde la intimidad. El descubrimiento se enfrenta a las barreras de silencio de una sociedad incapaz de aceptar su vergüenza y que, en consecuencia, no pone los cortafuegos adecuados. El dispositivo se nos presenta casi desnudo, cualquier complemento escenográfico de más podría resultar artificial y hacer más evidente la representación, rompiendo así el frágil equilibrio en el que se mueve todo el tiempo la obra. Todo esto acrecienta el espacio compartido con el público, proximidad por momentos asfixiante que solo se ventila gracias a la sensibilidad de las intervenciones musicales de Èric Serrano. Cada función, además, se acompaña de un coloquio posterior con expertos en la materia, más dosis de realidad para apuntalar la catártica concienciación que se alcanza.