Una canción inmortal

La primera vez que escuchaste 'Be my baby'

La piedra de toque sobre la que Phil Spector levantó su muro de sonido arranca con un latido adolescente

The Ronettes

The Ronettes

Miqui Otero

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Cuando le preguntaban a Phil Spector por qué se empeñaba en contratar y luego grabar aquellas mil capas de guitarras, aquellos enjambres de violines, aquellos mil redobles que sonaban como una estampida de potros, aquellos batallones de voces, unas encima de otras  y de otras y hasta las nubes, él solía contestar: “¿Acaso no has sido adolescente? Todo se siente así, a esa edad”

Quizá por eso su canción más célebre, la piedra de toque sobre la que levantó su muro de sonido, arranque con un latido. Con un latido adolescente: BUM-BA-BUM-BOOM. 'Be my baby': la llave de la emoción, el pálpito del estallido hormonal, la arritmia de lo importante y la taquicardia del romance pop. El 'hit' desde 1963 hasta hoy.

Así que yo también arranco con una pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste 'Be my baby'? Quizá no recuerdas la última, pero sí la primera. Suele pasar con todas las cosas que importan. Mi amigo Lope, por ejemplo, la descubrió cuando era un niño, en su sofá de pana y con su padre al lado. En la pantalla del televisor de tubo, esa pareja de detectives llevaba decenas de episodios estirando más la tensión sexual que un chicle Boomer. Cibyl Sheppard y Bruce Willis llegan, entonces, a ese capítulo número 14 de la tercera temporada de 'Luz de luna'. Se siguen peleando, como siempre, pero asoma el pálpito de que puede suceder lo de nunca. Él le dice frases de guión de la época: “Tú no eres una persona, eres una muñeca. ¡Así que necesitas un muñeco!”. Ella no se queda corta, incluso se viene arriba con un ripio: “Dos años trabajando como una abeja… para dar con un hombre que solo sabe de cerveza”. Pero él va en camiseta imperio y ella en deshabillé (mirad si es antigua la escena), y la luz lunar entra tamizada por las persianas. Todo se desencadena: “Bueno”, “Bien”, “Vale”, “Lárgate”, “Lárgate tú”. Y cuando parece que ella le va a arrear un bofetón: BUM-BA-BUM-BOOM. 'Be my baby' y beso y maratón de besos. 

Luis, en cambio, atrapó esa primera vez en los títulos de crédito de 'Malas Calles', con un Harvey Keitel que despierta de una pesadilla y se palpa la cara frente al espejo para comprobar que está vivo, mientras escucha esta voz en off: “Los pecados no se redimen en la iglesia, se redimen en las calles, se redimen en casa. Lo demás son chorradas y tú lo sabes”. Entonces, claro: BUM-BA-BUM-BOOM. 'Be my baby' e imágenes en superocho de todas sus primeras veces. 

Mi hermana Susana, en cambio, la asocia a algo distinto: 'Dirty Dancing'. Ese romance imposible, dama y vagabundo, que bajo la apariencia de un 'blockbuster' filmó por primera vez el deseo desde el punto de vista de la mujer. De Baby, cómo no. En los títulos de crédito, los adolescentes no hablan, sino que bailan, aunque más que bailar hacen otra cosa (o quieren hacerla o la van a hacer en breve) mientras suena, una vez más, 'Be my baby'. 

Mi primera vez es más prosaica. La magdalena de Proust es en realidad una galleta procesada, que me lleva al descubrimiento de la timidez asociada a la confesión del deseo: “¿Quieres una Chiquilín?”. Y en ese anuncio, una vez más, suena 'Be my baby'. 

Y, ahora: ¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste 'Be My Baby'? Mientras lo piensas, puedo entretenerte explicándote algo más de esta canción. 

Azar y descuido

La magia de 'Be My Baby', como el descubrimiento de los cereales o de la gravedad o de muchas historias de amor, surge del azar y del descuido

Viajamos a 1963 y nos colocamos, antes de entrar, bajo las palmeras de un paseo de Los Ángeles, California, para tomar aire. Ahora entramos en los Gold Star Studios, uno de los más solicitados estudios de grabación de Los Ángeles, que permaneció abierto entre 1950 y 1984. 

Allí, dentro, aparece esa rata de dedos ensortijados y peinado lamido por una vaca, siempre con sus trajes a medida y sus camisas de paramecio. Parece el muñequito de una tarta de bodas. Phil Spector, el productor mágico, el Midas pop, es tan pequeño como grande es su talento. Y tan grande su talento como su mala baba. Se rumorea, por ejemplo, que en este estudio hay ladillas, así que el muy roedor invita a miembros de parejas consolidadas y famosas de la industria para que vayan al váter. Cuando, más adelante, sus esposas van al ginecólogo, éste les dice que las ladillas son de índole venérea, que solo te visitan por transmisión sexual, así que (¡escuchad cómo ríe la ratilla!) se rompen demasiadas parejas en el templo donde está a punto de grabarse la canción que creará muchas más. No es extraño: también de un ser tan lamentable en lo personal como Spector surgió la música más celestial.

¿Susto o muerte?

Durante horas, Phil Spector prepara la sonoridad del estudio. Es capaz de invertir media hora en colocar bien un pie de micro para dar con el mejor eco. En breve, le tocará el turno al batería de la canción que hoy se graba: 'Be My Baby'. Hal Blaine ha grabado y grabará 50 éxitos de los que se sabe de memoria hasta el apuntador. Pero probablemente está nervioso. Cuando se sienta a los tambores, Spector ha invertido muchísimo rato buscando la mejor orientación del instrumento. Para que los golpes suenen como dentro de una catedral gótica. Quizás no tolere un error. Así que Blaine se sienta y justo cuando va a dar el primer redoble, se le escurre la baqueta de la mano. En ese momento, se plantea: ¿susto o muerte?, ¿lleva hoy el jefe pistola?, ¿sigo o paro? Y decide seguir. Mientras se agacha para rescatar la baqueta del suelo, da tres golpes con el pie en el tambor, bum-ba-bum, pasa un suspiro, y recuperada la baqueta, y aliviado él, golpea con ella con todas sus fuerzas: BOOM. 

Luego, la canción y la historia sigue. Se habla de esa magia rara que convierte un beso en tres de vuelta, por ejemplo. Y Phil Spector hace de Phil Spector y suma mil capas sonoras, que se amontonan como un helado de varios sabores o los varios colores de un atardecer tropical. Y la cantan las Ronettes y se convierte no solo en un enorme éxito, sino en un himno definitivo. Pero la clave, quizá, haya sido ese arranque nervioso justo antes de que venga lo importante. El latido antes de dar el beso o de ofrecer la galleta.

Más adelante, mil canciones empezarán así, con esa secuencia de latidos: 'She’s Coming Home' (The Zombies), 'Don’t Worry Baby' (Beach Boys), 'Foxy Foxy' (Mott the Hopple), 'I’ll be back' (? & The Mysterians), 'Baby Blue' (Badfinger), 'No dancing' (Elvis Costello), 'The Card Cheat' (The Clash), 'Prisoner of the Past' (Prefab Sprout), 'Just Like Honey' (Jesus and Mary Chain… Y The Shins y She & Him y Beast Coast. Y aquella versión de Karina…. y podría seguir horas, pero en realidad te estoy dando tiempo para responder. 

¿Cuándo escuchaste 'Be My Baby' por primera vez? Porque la última vez, o la penúltima, deberíamos tenerla clara: ahora mismo, en homenaje a Phil Spector, o más que a él a su obra, después del punto final de este texto. Ahora.

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