Crítica de cine

'Los Elfkins': animación cándida y juguetona

Filme con argumento previsible destinado al público infantil

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Los Elfkins'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Los Elfkins'. /

Quim Casas

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Una película como 'Los Elfkins' no pretende otra cosa que la que ofrece. Es un filme de animación destinado al público infantil por mucho que sus imágenes encierren alguna moraleja sobre los sentimientos contradictorios y opuestos de la especie humana, vislumbrada desde la perspectiva de los seres imaginarios que dan título al filme.

Los llamados Elfkins, una especie de duendecillos, viven bajo tierra, en una aldea construida entre túneles repletos de tubérculos, bien alejados de los humanos. Un día, tres de ellos, liderados por la rebelde Helvi –los personajes femeninos son más decididos que los masculinos en este tipo de relatos–, suben hasta la superficie y entran en contacto con un pastelero.

El argumento es previsible en sus etapas de descubrimiento entre las dos especies. Los pequeños duendecillos, que parecen elfos pero se enfadan mucho si les llaman así, ayudan al pastelero desbancado por su rival, mientras que este aprende algo más de cordura y solidaridad al contacto con ellos.

Nada nuevo en este tipo de películas infantiles 'blancas', sin ninguna arista –ni lo pretenden: esto no es Pixar, Ghibli o Cartoon Saloon–, sin zonas de sombra, juguetonas y luminosas, cándidas en el trazo y los movimientos y con escenarios y objetos muy realistas, pero de escasa trascendencia.