Joyce DiDonato embruja en el Palau

La cantante estadounidense ofreció un amplio programa y acabó cantando sentada al piano

La mezzosoprano Joyce DiDonato y el pianista Craig Terry

La mezzosoprano Joyce DiDonato y el pianista Craig Terry / ANTONI BOFILL

Pablo Meléndez-Haddad

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Con un ecléctico programa con arias de ópera, 'lieder’, música de cámara y ‘standars’, debutó el domingo en el Palau la mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato, una cantante muy admirada por la afición local gracias a sus triunfos en el Liceu y a su copiosa producción discográfica. Y es que DiDonato –que compareció acompañada de un fiel cómplice en la figura del pianista Craig Terry–, más allá de su talento posee el don de saber llegar a su público con calidez y cercanía. En este debut lo volvió a demostrar, dejando al público encantado y con ganas de más a pesar de regalar tres propinas.

La cantante arrancó su actuación con la nada frecuente cantata de Franz Joseph Haydn ‘Arianna auf Naxos’, dejando claro que su poder de seducción radica sobre todo en el poderío técnico y expresivo que demuestra, matizando hasta lo imposible, con un control de ‘fiato’ envidiable y exhibiendo un fraseo de ensueño: ella se convirtió en Arianna abandonada. Si lo suyo es dar valor al texto, así quedó demostrado en los tres de los cinco ‘Ruckerlieder’ de Mahler seleccionados para la ocasión (explicó que descubrió al compositor en estos meses de pandemia), negociando los graves con buen olfato y construyendo un momento mágico con “Ich bin der welt abhanden gekommen”, en el que desplegó nuevamente su acentuación prodigiosa.

La ópera llegó con Johann Adolph Hasse y el aria de Cleopatra, “Morte col fiero aspetto”, de ‘Antonio e Cleopatra’, un puro juego de virtuosismo y de saber decir, convirtiendo el ornamento en fuerza dramática. Otra Cleopatra, mucho más famosa que la del hoy injustamente olvidado Hasse, la de la ópera de Händel ‘Giulio Cesare’, constituyó otro de los momentos estelares de la tarde consiguiendo con un elegante y desgarrador “Piangerò la sorte mia” un lamento desesperado y de gran emoción ante un público entregado que la ovacionó.

Craig Terry, desde el piano, iba respirando con la cantante, atento a cada frase, dejándole espacio y enlazando el canto con el piano de manera tan sabia como natural. Y a partir de este punto se fueron revisando ‘arie antiche’ y ‘standars’ en arreglos del pianista de Tennessee, comenzando por un delicioso ‘Caro mio ben’, con la que la mezzo ironizó sobre las canciones que se utilizan en la enseñanza del canto gracias al arreglo casi jazzístico de Terry. Después de ‘Se tu m’ami’ / ‘Star vicino’ de Parisotti y Rosa unidas en la misma línea, ambos artistas encararon la recta final de la mano de Duke Ellington –‘(In my) Solitude’– y de la canción que inmortalizara la gran Edith Piaf, ‘La vie en rose’. Con los dos últimos temas, como es lógico, DiDonato acabó de ganarse al público, que se marchó del Palau embrujado por el poder de comunicación de esta artista que siempre deja huella.