Los discos de la semana

Crítica de 'Songs for the drunk and broken hearted’, de Passenger: chute de melancolía

El británico Mike Rosenberg corrige y aumenta su intimismo emotivo en su nuevo álbum, inspirado en una ruptura sentimental

Los nuevos álbumes de Viagra Boys, Pablo Chill-E, Sun Ra Arkestra y Jazmine Sullivan, también reseñados

Passenger, en una imagen promocional

Passenger, en una imagen promocional / Harry Pill

Jordi Bianciotto / Juan Manuel Freire / Roger Roca / Ignasi Fortuny

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Si, ya de natural, la música de Passenger tendía a la lánguida mirada extraviada en el horizonte, ¿qué podía suceder después de que la novia lo dejara? Pues que nos plantificara un álbum como este, un sentido canto del trovador a los amores perdidos y los sentimientos puros, sirviendo a la idea de que la vida es bella más allá de un corazón roto. Si el lector es poco tolerante al cliché sentimental, este no es su disco, pero, oigan, no subestimemos los poderes envolventes de este cancionero en tiempos tan propensos al recogimiento como los que vivimos. 

Mark Rosenberg, el autor del éxito ‘Let her go’ (once años ya), no tiende al melodrama, ni al oscurantismo, sino que maneja canciones livianas, sin pretensiones aparatosas, y sientes que te canta y comparte contigo pensamientos íntimos como lo haría un amigo. Se advierte una brizna de sentido del humor en el título del disco, apelando al estereotipo sin rodeos, y aunque cueste imaginar a este chico de Brighton haciendo excesos, hay, en efecto, signos de resaca en ciertas estrofas (“soy de los que piensan demasiado las cosas / de los que sueñan despiertos / un bebedor duro”, se presenta en ‘Remember to forget’), si bien lo que más pesa es el mundo del desengaño amoroso y su circunstancia, con solo algunos puntos de fuga, como ‘Suzanne’, canción dedicada a una misteriosa dama en su crepúsculo. 

Cantos a la inocencia

Su arte y confección como autor siguen allá donde estaban, en la senda de la trova folk de un James Taylor o del Paul Simon menos aventurado, con un poco de fibra pop hija de su tiempo. Fuentes nobles, pero los problemas son la linealidad de sus recursos como compositor, pese a los cambios de ‘tempo’ y a las guarniciones, y el carácter superficial de sus textos: la defensa de la pureza y la inocencia en ‘The way that I love you’ (“no dejes que la vida te rompa en corazón”) o el canto por las cosas sencillas de ‘London in the spring’, aunque esta pieza, al margen de la letra cursi, tiene algo del viejo brillo de Tin Pan Alley y musicalmente cierra el disco en el punto más alto.

Dentro de la confortable continuidad del repertorio, se hacen escuchar las confesiones de ‘Sword from the stone’ (canción ya presentada, en versión acústica, en su disco de confinamiento, ‘Patchwork’, lanzado de improviso el pasado julio), que cuela imágenes sobre la lentitud del tiempo y los altos y bajos (“como un yo-yo”) experimentados por el artista, así como el perceptible dinamismo pop de ‘Tip of my tongue’, ‘What you’re waiting for’ o el tema titular. Picos expresivos de un disco en el que Passenger sigue pisando terreno seguro, entendemos que pensando que el conducto más poderoso para establecer una comunicación con el oyente es el de los sentimientos y experiencias compartidas, arropando y acompañando. Seguramente tiene razón. Jordi Bianciotto

OTRAS NOVEDADES

Tras el puñetazo en la mesa de ‘Street worms’ (2018), los suecos siguen sin pasar por el aro en este artefacto que responde a la era covid con mala uva cósmica, invectivas cow-punk de vuelo rasante y tramas para bailar después del cataclismo. Conservan un refrescante punto atolondrado que casa bien con el jazz siniestro a lo Morphine, la psicosis heredera de The Cramps y la rima escupida al modo de Mark E. Smith. Viscoso y razonablemente peligroso: bonita banda sonora para días de furia. J. B.

Pablo Chill-E actúa como maestro de ceremonia en un álbum por el que desfila la extensa banda del capo del trap chileno. Una ‘mixtape’ que transpira hermandad y escuela de calle. Con solo 20 años y ya con trayectoria, es muy hábil en la oscuridad propia del género y, a su vez, es un gran narrador de un país convulso. Un álbum que, en 12 cortes y bien rodeado, despliega el trap duro e insumiso que le han llevado a ser el artista chileno más escuchado en su país en 2020. Ignasi Fortuny

Sun Ra dejó la Tierra en 1993. Pero gracias a un grupo de devotos que mantienen vivo ese legado con pasión y honestidad, su cósmico mensaje sigue aquí. La Sun Ra Arkestra, ahora en manos del saxofonista Marshall Allen, graba su primer disco de estudio en veinte años, una selección de clásicos y rarezas del infinito repertorio de Sun Ra que suenan tan auténticas como antaño. O sea, tan inocentes, tan fuera del tiempo, tan visionarias y tan descacharradas. Y encima, esta vez con buen sonido. Roger Roca

Una de las mejores cantantes del R&B moderno no debería tardar cinco años en publicar disco, pero la espera, como suele decirse, ha valido la pena. Aunque dure como mini-álbum, 'Heaux tales' es su disco más complejo y completo: no falta algún desplante marca de la casa (“Pick up your feelings”), pero hay también remordimiento ('Lost one'), clases poco saludables de deseo ('Put it down') o un final nada feliz ('Girl like me', con H.E.R.). Todo con gran sonido retroactua. Juan Manuel Freire

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